En el noroeste de Santa Cruz, donde los cañadones y las lagunas se convierten en refugios para la vida silvestre, un macá tobiano nació en plena camioneta, en un viaje contra reloj para salvarlo. En una especie al borde de la extinción, cada pichón cuenta, y este pequeño sobreviviente es una esperanza en la lucha por la conservación de una de las aves más emblemáticas de la Patagonia.
Desde hace años, el Macá tobiano enfrenta amenazas que han reducido drásticamente su población. De los 5.000 ejemplares que se estimaban en la década del 80, hoy quedan apenas 700. El avance de especies invasoras, la destrucción de su hábitat y los cambios en el clima han puesto a esta ave en peligro crítico. Pero un equipo de investigadores y voluntarios trabaja sin descanso en un proyecto de rescate y reproducción que busca revertir la situación.
Este verano, en una de las pocas colonias reproductivas detectadas en la provincia, una tormenta de viento extremo, arrastró los nidos flotantes hacia la costa. Consciente del valor de cada huevo, un guardián de colonia tomó uno de ellos y activó el protocolo de rescate.
“El equipo de la estación biológica salió de inmediato para trasladarlo al centro de incubación”, cuenta Gabriela Gabarain, veterinaria del proyecto, en diálogo con Lu14 Radio Provincia de Santa Cruz. Pero el pichón tenía otros planes: nació en el camino, dentro de la camioneta.
El momento fue único. En un ambiente tan hostil, donde cada individuo es clave para la supervivencia de la especie, este pequeño llegó al mundo en un contexto que refuerza la urgencia de su protección.

Foto: Facebook: Programa Patagonia
El desafío de criar un macá tobiano
El centro de recría de la Estación Biológica “Juan Mazar Barnett”, ubicado cerca de Bajo Caracoles, es el corazón de este esfuerzo. Allí, los especialistas han desarrollado un protocolo para incubar y criar pichones a partir de un dato fundamental: los macá ponen dos huevos, pero generalmente, solo crían uno. Recuperar ese segundo huevo, incubarlo y liberar juveniles podría duplicar la cantidad de individuos cada temporada.
El trabajo es meticuloso. Los pichones recién nacidos, que apenas pesan entre 10 y 15 gramos, requieren una atención constante. “Cada media hora hay que alimentarlos, revisar que mantengan la temperatura y estimular su instinto natural de buceo”, explica Gabarain. En los primeros días, reciben un alimento balanceado diseñado especialmente para su digestión. Luego, son trasladados a pequeñas piletas donde comienzan a familiarizarse con el agua.
Este proceso es vital, porque los macá tobiano nunca pisan tierra. Su anatomía está adaptada para el buceo y la vida acuática, lo que los convierte en aves extraordinarias, pero también vulnerables a cualquier alteración en su hábitat.
Conservar una especie al borde de la extinción
El equipo de conservación de Aves Argentinas, junto con voluntarios y científicos, sigue cada movimiento de los macá. Durante la temporada reproductiva, los rastrean en las lagunas de las mesetas santacruceñas. En invierno, cuando migran hacia los estuarios del río Santa Cruz, continúan su monitoreo para evaluar las amenazas que enfrentan.
Desde la introducción del pisón americano, que depreda nidos, hasta la presencia de especies exóticas como la trucha y el visón, los desafíos son enormes. Pero cada esfuerzo cuenta.


Foto: Aves Argentinas
“Descubrimos cuáles eran las principales amenazas y logramos estabilizar la población. Ahora, el desafío es que vuelva a crecer”, explica la veterinaria. Para esto, además de rescatar huevos en riesgo, el equipo trabaja en reducir las amenazas en el territorio y mejorar la protección de las lagunas donde se reproducen.
El macá tobiano es un símbolo de la Patagonia. Su blanco y negro resalta en las aguas turquesas de las lagunas de meseta, y su ojo rojo vibrante recuerda lo frágil que puede ser el equilibrio de un ecosistema.

Foto: Hugo Mellone – Aves Argentinas
Para quienes quieran apoyar la causa, el Programa Patagonia abre cada año convocatorias de voluntariado para colaborar en el monitoreo y la conservación de la especie. También es posible seguir el proyecto a través de redes sociales y contribuir con la difusión de su trabajo.
Mientras tanto, en una pequeña incubadora en la estepa santacruceña, un pichón crece fuerte. Es una promesa de futuro, una prueba de que la conservación da resultados y que, si cada huevo cuenta, cada esfuerzo también.
