El recuerdo del Apagón en Ledesma. Dos interpelaciones a la Corte Suprema. La judicialización, un mal de la etapa. El uso del escándalo para no hablar de economía. Debate en Diputados por Julio De Vido, un precedente peligroso. Algo sobre encuestas y datos de la realidad, más certeros.

La “Noche del apagón” es uno de los hechos macabros que confirman la existencia de la dictadura cívico militar. El establishment instigó el golpe de 1976, lo dotó de cuadros para la gestión y de un programa económico, lo encubrió y lo apoyó hasta la guerra de Malvinas.

En Ledesma el gran empresariado se ensució las manos y participó en la represión. No fue lo más frecuente, tampoco el único ejemplo. En la movilización conmemorando 41 años de ese crimen múltiple, se clamó por justicia y esclarecimientos.

Dos exigencias corearon en particular los manifestantes: ambas interpelan a la Corte Suprema de Justicia.

* Hace años que no resuelve un juicio sobre la responsabilidad penal de Carlos Blaquier, un dueño de la tierra jujeña.

* La dirigente social Milagro Sala está presa sin condena desde enero de 2016. El Tribunal cajonea el expediente en el que se demanda (con sobrados fundamentos) su libertad. Está en condiciones de resolverlo desde hace meses. Lo difiere desoyendo las críticas de la comunidad internacional pero atendiendo a los susurros del Gobierno del presidente Mauricio Macri.

En un lapso brevísimo, la cabeza del Poder Judicial se ha degradado y perdido prestigio, a pasos agigantados. La decisión sobre el 2×1 para represores, para sorpresa de su demiurgo el supremo Carlos Rosenkrantz y del resto del tribunal, desató un rechazo ciudadano amplio y movilizado acaso único en la historia nacional. Los cortesanos, empero, se tomaron la Feria mientras postergan esos asuntos candentes.

La judicialización de la política como la putrefacción empieza por la cabeza. Que la campaña electoral tenga como pivote a impresentables jueces federales de Comodoro Py es otra referencia ineludible.

Qué verdes eran mis brotes: El oficialismo lo declara a cielo abierto: en campaña no debe hablarse de la economía presente o futura sino de la corrupción pasada, las mafias, Venezuela…

La disciplina M es elevada mas no absoluta. El ex ministro de Educación y candidato, Esteban Bullrich, se sale de cauce: aconseja a los desempleados ocuparse en producir cerveza artesanal. Lord Keynes se revuelve en su tumba, Adam Smith también. Hasta el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, debe notar que es una tontería o una falta de respeto. Los estrategas de campaña esconden a Bullrich: con protagonistas así, mejor que el candidato sea el proyecto. El desliz de la birra y otros parecidos interfieren con el objetivo general sin alterarlo. La táctica se degrada inventando denuncias, promoviendo escándalos, pidiendo cárcel para los rivales.

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