Desde hace años, el río Las Vueltas corre entre glaciares, lengas y montañas en El Chaltén. Es uno de esos cursos de agua que parecen inalterables. Pero hay una presencia nueva en su cauce, ajena al paisaje patagónico: el salmón chinook, una especie exótica que llegó sin invitación y que, sin embargo, logró instalarse.

¿Qué hace un salmón del Pacífico Norte en un río glaciar del sur argentino? La historia es tan fascinante como preocupante. Rodrigo Clarke, biólogo e integrante de la Fundación Anfibia, explicó a Radio Provincia, que “el chinook es una especie originaria del Pacífico Norte que fue llevada a Chile en los años 70. La idea era usar una técnica llamada ranching, que consistía en sembrar salmones en los ríos para que vuelvan años después del mar y se puedan capturar”.

Ese experimento fracasó, pero los peces escaparon. Y comenzaron a dispersarse.

salmon chinook


El salmón que cruzó la cordillera

A partir de los años 90, empezaron a detectarse ejemplares de salmón chinook en la cuenca del río Santa Cruz. Primero en el río Caterina, luego en el río Las Vueltas. En 2014, Clarke y su equipo iniciaron una investigación para entender la magnitud del fenómeno. Lo que descubrieron fue una historia de invasión que se fue consolidando con el tiempo.

“El salmón chinook tiene un ciclo vital muy particular. Nace en el río, se cría uno o dos años, migra al mar, y tras unos años regresa al mismo sitio donde nació para reproducirse… y morir”, cuenta Rodrigo. “Ese último punto es clave: después de desovar, muere y deja grandes cantidades de biomasa en ríos muy pobres en nutrientes, como los nuestros. Eso genera un fuerte impacto ambiental”.

A eso se suman otros efectos: competencia con especies nativas, alteración de cadenas tróficas y la generación de nuevas pesquerías no reguladas que transforman el uso del territorio.


Ciencia, territorio y comunidad

La Fundación Anfibia lleva adelante, junto a equipos del CONICET y otras instituciones, un monitoreo detallado de la invasión. “Estamos trabajando con grupos de Puerto Madryn y de la UBA. Unos estudian la genética, otros la microquímica, para reconstruir la historia de la invasión y ver cuántos peces están entrando a la cuenca”, explica.

También buscan entender quiénes se alimentan de los salmones muertos, cómo se redistribuye la energía en el ecosistema y qué estrategias podrían tomarse. “Tuvimos talleres participativos en El Chaltén y en Comandante Luis Piedra Buena, involucrando a pescadores, organizaciones y vecinos. Es clave que la sociedad entienda que se trata de una especie exótica invasora”.

Y aunque no hay soluciones fáciles, la generación de conocimiento y el trabajo territorial ofrecen herramientas concretas para actuar..

salmon chinook


Anfibia: una huella local

Fundación Anfibia nació en El Chaltén en 2020, y aunque es joven, ya dejó una marca en el pueblo. Además del trabajo sobre chinook, llevan adelante el programa Contagiando Nativas, que promueve el uso de plantas autóctonas en espacios urbanos. Hacen talleres, rescates, forestaciones, capacitaciones. Y también cuidan dos reservas naturales urbanas.

“Queremos que la gente conozca lo que tiene en su propio patio. Que valore los espacios naturales cercanos”, dice Rodrigo. En el logo de la fundación conviven dos huellas: una humana y una de rana. No es casual.

La ranita de El Chaltén —Chaltenobatrachus grandisonae— es una especie endémica, única en el mundo. Habita rincones húmedos y fríos de la zona. Poco conocida, discreta, pero profundamente representativa. “La tomamos como especie emblema. La estamos empezando a estudiar, queremos revalorizarla. Es parte de esta identidad que muchas veces pasa desapercibida”.

Lo que ocurre con el salmón chinook en la cuenca del Santa Cruz no es solo una cuestión biológica. Es una historia que habla de fronteras difusas, decisiones tomadas a miles de kilómetros y consecuencias ecológicas que impactan en territorios frágiles.

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