Hay muchas maneras de vivir la niñez. Si es rodeado de un paisaje único repleto de refugios para jugar, de seguro repercutirá positivamente en el bienestar físico y emocional de las niñas y niños, favoreciendo el desarrollo de habilidades fundamentales para la vida. Esa es la historia de Juan Cruz, un pequeño guardián de la naturaleza de Los Antiguos.
Oriunda de Los Antiguos, la familia de Juan Cruz vivió siempre rodeada del ambiente rural que ofrece esta localidad del noroeste de Santa Cruz. Es así que, con apenas 3 años, ya participaba activamente de las propuestas de la “Escuelita de la Naturaleza” que propiciaba el municipio.
Allí aprendió a reconocer el valor de un ambiente limpio, del respeto por la fauna del lugar y de saber apreciar las bondades de una región que ofrece inmejorables paisajes, con ríos y lagos de aguas e incontables lugares donde jugar en contacto con la naturaleza.

“Me gusta andar con los animales al aire libre, correr. Me siento en un paraíso, me gusta estar rodeado de animales, jugar, hablar con ellos”, cuenta entusiasmado Juan Cruz, que actualmente tiene ocho años. “Cuando salgo a pasear veo muchos árboles, ruidos de pajaritos, árboles. El tachuri es el que más amo. Es un pajarito chiquito de 7 colores, son como artesanos fabricando sus nidos”, describe.
Con una gran pasión por los caballos, ya monta solo y maneja con destreza las tareas relacionadas con su animal favorito: “Ando en cualquier caballo que me prestan. Desde los 3 años ando solito a caballo. Aprendí a subirme y bajarme solo, ensillo yo solo, les pongo las riendas, les limpio los vasos, los cepillo. Cuando voy a la chacra de mi papá, ando mucho a caballo y voy a ver las ovejas, las vacas, las gallinas”, nos cuenta.
“Los animales saben cuando vos los querés y confían en vos”, afirma con mucha seguridad.

“Vivir acá me hizo aprender a vivir sano. Aprendo a plantar cosas, voy a la loma con mis amigos. Además soy muy fan de los animales porque tengo un montón. Tengo una conejita bebé, dos gatos, un perro y mi caballo que es potrillo. Se llama ‘Martillo’, porque salta mucho y es muy mañero”, se ríe.
En la “Escuelita de la Naturaleza”, Juan Cruz aprendió a cuidar el medio ambiente privilegiado que lo rodea: “siempre que ves basura tirada podes agarrar una bolsita y lo metes y te lo llevas a tu casa”, remarca. También le enseñaron a valorar los que producen las manos que trabajan la tierra. “Mi abuelo tiene mucha huerta en su chacra. Tiene trigo, ajo, cereza, frutillas y todo tiene un sabor rico. En verano cuando salgo a pasear en caballo paso por la quinta de las cerezas y con una bolsa agarro y empiezo a sacar”.
Cristina, la orgullosa mamá de Juan cuenta que “van mucho al río en el verano. Juan es uno de los que siempre está atento de si tiran basura, les va enseñando a otros nenes y esas cosas lo hacen ser diferente. Uno trata de que tengan eso desde chicos”.
Juan tiene un sueño: conocer al Maca Tobiano “en persona”, recorriendo la meseta del Lago Buenos Aires a bordo del “jeep de Pablo” (Hernández, del Programa Patagonia de Aves Argentinas). “Sé que el Macá está en peligro de extinción y que es único de nuestra provincia”, dice con certeza. “Me siento triste cuando hay gente que no los cuida. Yo odio las personas que pisan los huevitos, los nidos”.
“Fundar escuelas es sembrar en las almas”, expresaba el Gral. Don Manuel Belgrano. Con su pedido, que suena casi a un ruego, Juan Cruz parece darle la razón al prócer: “Les pido que no contaminen, que no tiren plástico, que no quemen basura y que siembren”.
Daniella Mancilla Provoste
