Este lunes 5 de febrero, el equipo del Programa Patagonia liberará en el estuario del río Santa Cruz a tres juveniles de Macá Tobiano, nacidos en cautiverio tras un proceso de reproducción sin precedentes. El traslado y liberación marcan un momento histórico para la conservación de esta especie endémica y críticamente amenazada, símbolo de la biodiversidad patagónica.

El equipo de la Estación Biológica Juan Mazar Barnett crió a los ejemplares en el marco del trabajo coordinado del Programa Patagonia de Aves Argentinas, junto al Consejo Agrario Provincial, Parques Nacionales y el Estado Nacional. La reintroducción al medio natural es el resultado de más de una década de trabajo científico, técnico y territorial que busca garantizar la supervivencia del Macá Tobiano en libertad.


Una historia que empezó hace más de 50 años

En 1974, Edward Shaw y Mauricio Rumboll encontraron por primera vez a este pequeño zambullidor blanco y negro en la laguna Los Escarchados. Medio siglo después, y en un contexto de crisis ambiental global, esta liberación no es solo un acto de restitución ecológica: es también una apuesta colectiva por la restauración de los ecosistemas australes.

El camino no fue fácil. Como contamos en una nota reciente, el proceso de crianza fue completamente inédito: por primera vez en el mundo se logró criar ejemplares de Macá Tobiano desde huevo hasta juveniles, sin adultos que guiaran el proceso. La tarea fue liderada por la veterinaria Gabriela Gabarain y su equipo, que durante semanas alimentaron a los pichones cada media hora, simulando condiciones naturales en piletas adaptadas.

Un hito que se multiplica

La liberación se realizará desde Puerto Santa Cruz, donde técnicos de Aves Argentinas y del Consejo Agrario Provincial llevan adelante tareas de monitoreo de las poblaciones silvestres y de planificación del operativo. Además, en los días previos se realizaron charlas, actividades abiertas a la comunidad y recorridas educativas en el marco del proyecto.

La decisión de liberar a los juveniles en el estuario no es casual: este es el ambiente donde los macás pasan el invierno, alimentándose en aguas salobres, antes de volver a las lagunas de altura para reproducirse.

“Koi no fue el único símbolo del trabajo de la ciencia en Patagonia”, decíamos hace unos días al contar la historia de la puma que recorrió 400 kilómetros. Hoy, estos tres macás juveniles abren otra puerta: la del regreso a casa. Su canto —pequeño, firme— lleva consigo la esperanza de una especie que aún puede recuperarse.

Fuente: Consejo Agrario Provincial de Santa Cruz

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