La investigadora Natalia Dellabianca, del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC-CONICET), explicó los detalles del inusual varamiento de más de 25 orcas registrado en la bahía San Sebastián, en la costa atlántica de Tierra del Fuego. Según adelantó, se trata de un hecho “poco frecuente”, pero que por sus características “podría tener causas naturales”. El equipo científico aún trabaja en la identificación de los ejemplares y la toma de muestras para intentar determinar qué provocó el episodio.
“Es un número grande y bastante inusual, sobre todo porque se trata del ecotipo D de orcas, un grupo muy poco conocido y raro en el mundo. Solo hay tres registros de varamientos masivos de este tipo: uno en Nueva Zelanda en la década del 50, otro en el Estrecho de Magallanes en 2022, y este en Tierra del Fuego”, precisó Dellabianca.
La bióloga explicó que las orcas de este ecotipo tienen lazos sociales muy fuertes y suelen moverse en grupos cohesionados. “En estas especies, cuando un individuo se desorienta o enferma y termina varando, el resto puede quedarse cerca sin abandonarlo. Por eso los varamientos suelen ser grupales”, señaló. En ese sentido, no se hallaron indicios de colisiones, redes o lesiones externas, por lo que el equipo considera más probable una causa natural.
Una bahía que puede funcionar como trampa
Dellabianca explicó además que la geografía de la Bahía San Sebastián —con mareas de gran amplitud y muy poca pendiente— puede haber contribuido al fenómeno. “Es una zona que puede funcionar como una trampa natural. Con la marea alta los animales ingresan, y cuando baja el agua puede retroceder hasta diez kilómetros, dejando a los ejemplares atrapados”, indicó.

El equipo de investigación realizó dos campañas de campo: una a principios de septiembre, cuando los animales estaban en mejor estado, y otra hacia fin de mes, para recuperar esqueletos y nuevas muestras. Sin embargo, el avanzado estado de descomposición de muchos ejemplares dificulta determinar con precisión la causa de muerte.
“Es muy difícil obtener una causa definitiva, salvo que haya algo muy evidente, como una lesión o un parásito en el oído que afecte la ecolocalización. A veces llegamos cuando los cuerpos ya están muy deteriorados”, explicó la investigadora, quien confirmó que el material recolectado será analizado en conjunto con el Museo Acatushún de la Estancia Harberton.
Investigación en curso y preservación científica
El equipo del CADIC-CONICET continúa trabajando para recuperar los esqueletos, analizar tejidos y conservar registros anatómicos de los ejemplares. “Nuestra tarea es seguir recopilando evidencia. Quizás con el tiempo aparezcan más datos que permitan entender mejor qué pasó”, concluyó Dellabianca.