EL ROMPEHIELOS presenta el ciclo “Recuerdos de Malvinas”. Seguí estos relatos todos los domingos y miércoles.
El siguiente fragmento pertenece al libro LA NOCHE QUE SONÓ LA ALARMA (inédito). En esta ocasión, en exclusiva para los lectores de EL ROMPEHIELOS, Mariano Davini nos cuenta su experiencia. En 1982, vivía con su familia en la Base Aeronaval de Río Grande. Su padre, Alfredo Dardo Davini, era el jefe de la base. Mariano tenía 10 años en ese momento.
Todas las noches volando a las islas

Cuando empezó la guerra, el teléfono empezó a sonar de manera constante en casa. No lo atendíamos porque eran periodistas los que llamaban.
Mi padre iba casi todas las noches volando a Malvinas.
Nos mandaban a dormir y se quedaban las madres, las mujeres, charlando reunidas. La anécdota era que quemaron los carbones de un molinillo. Se pasaban la noche en vela hasta que volvía el avión y avisaban que estaban sanos y no pasó nada.
A esa edad a nosotros no nos decían nada. A mi padre lo veía cuando volvía del colegio, un rato y nada más.
Mi viejo viajaba todas las noches a Malvinas y nos contaba cómo era. Iban en el B200. En menos de una hora estaban allá. Ellos iban como caza bobos, avisando si veían algún buque o algún avión, y por radio les decían que se vuelvan. En ese momento estaban en Gallegos todos los Hércules; acá los Fokkers. Había distintos aviones que iban y venían llevando mercaderías y soldados.
Siempre estaba el riesgo de que bajen el avión en que iba mi viejo.
Yo era el menor, mis hermanos estaban más conscientes de lo que pasaban.
Había visto series de la segunda guerra mundial en televisión y me imaginaba cualquier cosa.
LA NOCHE QUE SONÓ LA ALARMA es una investigación histórica que compila testimonios de la población civil de Río Grande durante la guerra de Malvinas; cómo se vivía y se desarrollaban las actividades en los distintos sectores de la ciudad; las experiencias más variadas y personales en relación al conflicto bélico.
Sus autores son Mingo Gutiérrez, Esteban Rodríguez y Fede Rodríguez.
Fede Rodríguez
Ilustración: Germán Pasti
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