Tras cuatro años de intentos, el equipo del Parque Patagonia logró capturar a Odisea, la primera hembra de gato del pajonal en llevar un collar GPS. Ese hito abrió un registro único que hoy sigue con otros cuatro felinos más y busca entender cómo viven en la estepa.
En la estepa, bajo el cielo nocturno, un leve movimiento entre los pastos anuncia algo distinto. No es un zorro, tampoco una liebre. Esa noche, después de casi cuatro años de intentos y noches en vela, el equipo de monitoreo del Parque Patagonia logra capturar a Odisea. Se trata de la primera hembra de gato del pajonal en llevar un collar GPS. Ese momento, largamente esperado, marcó el inicio de un registro inédito para la especie. Hoy ya son cinco los individuos que transmiten datos valiosos sobre su vida en la región.

Un felino esquivo de la estepa y los humedales
El gato del pajonal es un felino mediano, de unos cuatro kilos, con un pelaje denso y suave que, en el lomo, forma una pequeña crin eréctil. En la Patagonia argentina su coloración suele ser grisácea con matices amarillentos y, a veces, manchas rojizas o negras. Las patas muestran tres o cuatro bandas oscuras y la cola, corta, acompaña un cuerpo ágil, adaptado a moverse entre pastizales, estepas arbustivas y humedales.
“Se diferencia del gato montés por su marcada asociación a ambientes abiertos”, señala José Bonomi Vigil, integrante del equipo de investigación. “Su conservación es fundamental, porque regula poblaciones de roedores y otras presas pequeñas, y así contribuye al equilibrio y buen funcionamiento de los ecosistemas patagónicos”.

Luego de que el equipo confirmara su presencia en los primeros años de monitoreo en el Parque Patagonia. La siguiente incógnita era conocer cómo vive este felino esquivo en un territorio tan extenso y diverso.
Para responderla, el equipo incorporó collares GPS de última generación que permiten ubicar a cada ejemplar en tiempo real y registrar un punto cada tres horas, trazando con precisión el mapa de sus desplazamientos y áreas de actividad.
“El proceso de captura y colocación de collares fue largo y lleno de aprendizajes. Tardamos casi cuatro años en capturar al primer ejemplar, una hembra a la que llamamos Odisea. A partir de esa experiencia perfeccionamos la metodología y, en menos de un año, logramos capturar otros cuatro: Moflete, Diego, Baldo y Sphynx”, cuenta Bonomi Vigil.



Las campañas de captura suelen durar entre uno y dos meses y requieren mucha dedicación, porque esta es una especie principalmente nocturna y crepuscular, por lo que el equipo debe estar atento en esos horarios a la activación de las trampas. “Esos días son súperintensos, porque tenemos que aprovechar cada hora y siempre nos sorprende cuánto se mueven los gatos!”, dice. Además, “es común que haya falsas alarmas por capturas accidentales de otras especies, lo que puede implicar varias noches sin dormir”.
Sin duda, el avance de este proyecto es fruto de un fuerte trabajo en equipo. José agradece “el tremendo compromiso del equipo de El Unco, que se encarga de todo, desde el armado de las trampas hasta el seguimiento en campo. Sin ellos, este trabajo sería imposible”, destaca.
Lo que cuentan los primeros datos
Odisea, Moflete, Diego, Baldo y Sphynx son los cinco gatos del pajonal que, con sus recorridos, revelan una relación profunda con el agua en plena estepa árida. Y es que, “usan con frecuencia vertientes, mallines y humedales, pero también recorren estepas arbustivas y roquedales asociados a mesetas y cañadones”, detalla José. En los ambientes más abiertos, las detecciones son esporádicas, muchas veces en tránsito.
En estos oasis de vida, la abundancia de presas como los cuises, menos tolerantes a la escasez de agua, parece atraerlos.



José cuenta que uno de los datos que más lo “impresionó”, fue la capacidad de desplazamiento. “Diego, el tercer individuo capturado, recorre más de 30 kilómetros entre los extremos de su área de acción, mucho más de lo que imaginábamos”.
Para ampliar el estudio, se necesita incorporar más individuos, “lo que implica localizar ejemplares que aún no hayan sido capturados. Para ello utilizamos cámaras trampa y buscamos identificar sitios que frecuentan, lo que nos ayuda a planificar capturas más eficientes”, explica.
El objetivo que persiguen, es “generar información de base que ponga en valor la importancia del gato del pajonal en la región y que sirva para orientar medidas de conservación”.
Este conocimiento es fundamental “para asegurar la supervivencia de este felino en la Patagonia”, concluye Bonomi Vigil, mientras las luces de la campaña nocturna vuelven a encenderse, a la espera de ese instante en que el gato del pajonal vuelve a dejarse ver.
