A los 75 años, la leyenda del automovilismo fueguino participará de la quincuagésima edición del Gran Premio de la Hermandad. Lo hará con el Suzuki Swift con el que ganó tres veces consecutivas en los 90, restaurado por su hijo.

En Río Grande, la cuenta regresiva suena como un rugido contenido. Comenzó la quincuagésima edición del Gran Premio de la Hermandad que volverá a unir a Argentina y Chile a través de 420 kilómetros de ripio, polvo y memoria. Entre los 194 autos inscriptos, uno lleva al volante a un hombre que es parte viva de la historia de la competencia: Constante Moreno Prieto, que a los 75 años sigue encontrando en el rally una razón para acelerar.

Constante Moreno La Hermandad
Foto: El Rompehielos

“Antes decía que era inmortal porque era un poco pasado de rosca; ahora ya me considero dentro de los mortales, así que ando con un poquito menos de acelerador”, se ríe.

No es cualquier regreso. Constante volverá a correr con el mismo Suzuki Swift con el que ganó en la general y en su categoría tres veces seguidas (1994, 1995 y 1996), y con el que también se quedó con la Copa Challenger. “Ese auto lo vendí porque me pasé a otra categoría. Veinte o treinta años después, Francesco (su hijo) lo recuperó, estaba tirado en un patio, lo reconstruimos todo de nuevo y acá lo tenemos, a cero kilómetro”, cuenta en diálogo con Radio Provincia.

La reconstrucción fue un trabajo que se pusieron al hombro Francesco y el mecánico Vittorio Broncini. “Es la semilla que uno va sembrando, y este es uno de los frutos más importantes, toda la familia detrás de estas locuras”.

Constante Moreno La Hermandad


La Hermandad, más que una carrera

En la estepa fueguina, la Hermandad nació para unir pueblos. Constante la ganó cinco veces y, aunque confiesa que “yo no vengo más a competir sino a participar”, sabe que la experiencia también corre a su favor. “Si puedo llegar lo más adelante posible, obviamente sería satisfactorio… pero lo importante es demostrar que el automovilismo une a los pueblos”.

Ha corrido en condiciones extremas —con hielo, nieve o barro—, pero este año el clima trae un desafío distinto: Está muy seco, muy lindo, muy rápido… favorece un poco más a los chicos más jóvenes porque pretenden andar más rápido que nosotros, que somos un poco viejitos”, dice.

La tradición atravesó décadas y también silencios. Ni el conflicto del Beagle, ni siquiera la Guerra de Malvinas interrumpió el calendario la carrera, pero en 2020 y 2021 la pandemia pudo más y solo esos años no se disputó. “Por eso se llama la Hermandad. Es una carrera de hermanos, de países hermanos y de gente deportista de hermanos, como debería ser en el mundo entero”.


En el camino quedan curvas felices y heridas. Constante recuerda como si fuera ayer el accidente de Paco Puget en 1984. “Fue una anécdota muy triste para el automovilismo de Tierra del Fuego. En ese momento la seguridad no era como ahora y lamentablemente se fueron los dos juntos, Paco y Elvis”. También guarda las postales de cada largada. “Me gusta charlar con la gente, con los chicos, subir a los nenes a los autos… que sientan el ruido, que toquen el volante. Eso es lo importante”.

Esta edición volverá a poner a prueba la templanza. Con piso seco y tramos veloces, el plan de Moreno es “estar entre los cinco primeros de la categoría. Promesas no hago porque en la Hermandad pueden pasar mil cosas”. La estrategia es: ritmo constante, una sola carga de combustible y cabeza fría. “Llegar y dar la vuelta, por lo menos”, resume.

En una isla que aprendió a celebrar el ruido de los motores como un idioma común, Constante sale otra vez a buscar la línea de llegada. “Yo pienso correr hasta los 120 años… así que todavía queda cuerda”.

Constante Moreno La Hermandad


“La Hermandad”, el documental

En “La Hermandad” (2020), El Rompehielos lleva a la pantalla la fuerza simbólica y cultural del Gran Premio que atraviesa Tierra del Fuego, conectando Argentina y Chile. El documental reconstruye el origen de esta competencia épica —con imágenes actuales y de archivo, entrevistas a pilotos, navegantes, mecánicos y familias— y muestra cómo una carrera automovilística se convierte en un testimonio vivo de fraternidad entre pueblos marcados por la frontera y la memoria compartida.

Filmada durante las ediciones de 2017 y 2018 —con materiales históricos cedidos por Canal 13 de Río Grande— la producción narra el espíritu colectivo que emerge del barro, el frío y el esfuerzo que une a quienes corren y a quienes esperan al costado del tramo. La edición se concrete justo en el punto más álgido: la pandemia que obligó por primera vez a suspender la carrera.

Desde los talleres hasta la largada, desde la ruta hasta el abrazo que atraviesa la frontera, el documental recrea “ese ritual cargado de historia, anécdotas, tragedia y mucha emoción”, donde familias enteras viven la pasión motriz como una ceremonia de identidad fueguina. Cada verano invernal, esta carrera revive como un símbolo profundamente humano y regional.

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