Se escapan 27.000 salmones de una piscifactoría en Noruega y enciende las alarmas ambientales a nivel global. Este incidente no solo pone en evidencia los riesgos asociados a la salmonicultura intensiva, sino que también reaviva la polémica sobre la posible instalación de granjas de salmón en la Patagonia argentina.

La fuga masiva ocurrió en las instalaciones de Mowi ASA (empresa noruega y el mayor productor mundial de salmón de piscifactoría), ubicadas en la región de Troms, al noroeste de Noruega. Según el diario británico The Guardian, en su artículo Seafood firm offers bounty to catch 27,000 escaped salmon off Norway, una tormenta dañó las jaulas de contención, permitiendo que aproximadamente una cuarta parte de los 105.000 salmones escaparan al medio natural.

Este suceso representa una amenaza significativa para las poblaciones de salmón salvaje, ya que los salmones de cultivo pueden reducir la diversidad genética, aumentar las infecciones por piojos de mar y competir por las zonas de desove. Ante la magnitud del incidente, las autoridades noruegas han instado a la empresa a ampliar sus esfuerzos de recaptura más allá de los 500 metros habituales alrededor de la instalación afectada.

Salmones en el interior de las jaulas – foto de Corin Smith

Medidas adoptadas en Noruega

El medio Euronews, publicó la noticia bajo el título 27.000 salmones de piscifactoría se fugan en Noruega: 500 coronas de recompensa por cada ejemplar, en la que detalla que, en respuesta al incidente, Mowi ha ofrecido una recompensa de 500 coronas noruegas (aproximadamente 42 euros) por cada salmón capturado. Las autoridades han permitido que las operaciones de recaptura se extiendan más allá del perímetro habitual de 500 metros alrededor de la instalación, dada la escala del escape.

Sin embargo, pese a reconocer la amenaza existencial para el salmón salvaje del Atlántico Norte, el ministro noruego de Medio Ambiente, Andreas Bjelland Eriksen, ha descartado prohibir las piscifactorías de salmón con redes abiertas, optando en su lugar por buscar un “nivel aceptable de contaminación” para la población de salmón salvaje, según informa el medio europeo.

Industria salmonera – foto de Corin Smith

Situación en la Patagonia argentina

Mientras tanto, en la Patagonia argentina, la industria salmonera ha sido objeto de intensos debates. En 2021, la Legislatura de Tierra del Fuego aprobó por unanimidad una ley que prohíbe la cría de salmones en las aguas de la Provincia, con el objetivo de proteger los ecosistemas marinos y lacustres. Esta legislación pionera busca evitar los desastres ambientales asociados a la salmonicultura intensiva, como los observados en otras partes del mundo.

En octubre de 2024, El Rompehielos publicó la nota Alarma en Santa Cruz: podrían instalar granjas de salmón en la costa, en la que advierte sobre los posibles planes para introducir la salmonicultura en la costa de Santa Cruz. El empresario Diego La Torre, CEO del laboratorio Tecnovax, ha manifestado al diario La Nación, el interés en promover esta industria en la región, argumentando que “Argentina tiene condiciones excepcionales para esta industria” y señalando los “kilómetros de costa disponible” en Santa Cruz.

Esta propuesta ha generado preocupación entre ambientalistas y comunidades locales, quienes advierten sobre los potenciales impactos negativos en la biodiversidad marina y en el desarrollo del turismo.

Los riesgos ambientales de la salmonicultura

La industria salmonera ha sido ampliamente cuestionada por sus impactos ambientales y económicos. Según diversas fuentes consultadas por este medio en pasadas publicaciones, la instalación de granjas de salmón genera contaminación por el uso excesivo de antibióticos, destruye la biodiversidad marina y favorece la propagación de enfermedades en los ecosistemas. Además, los escapes de salmones representan un riesgo para las especies nativas, alterando el equilibrio natural y compitiendo por alimento.

A estos problemas se suman las afectaciones al turismo y la salud pública. La presencia de jaulas salmoneras degrada los paisajes costeros y contamina las aguas, poniendo en peligro actividades recreativas y económicas sostenibles. Asimismo, el uso intensivo de antibióticos en los cultivos puede generar bacterias resistentes, con posibles consecuencias para el consumo humano. La reciente fuga de salmones en Noruega refuerza la necesidad de evaluar con cautela este modelo productivo y sus impactos en la Patagonia argentina.

Foto de portada de Corin Smith

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