La fauna característica de las zonas costeras santacruceñas, se sustenta en una vida marina a la que, aunque no se encuentre al alcance de nuestros ojos, podemos acceder gracias a los trabajos de campo que se realizan en el lugar
Tanto la manera en la que los organismos se alimentan, así como sus interacciones a la hora de conseguir el sustento fundamental para la vida (el vínculo, por ejemplo, entra una presa y su depredador) se denomina ecología trófica y es el objeto de estudio de la doctora en biología Annick Morgenthaler, quien se especializa en aves marinas.
“Tiene que ver con la parte invisible: nosotros observamos las colonias de aves marinas, como los pingüinos y cormoranes cuando se reproducen. Pero el éxito reproductivo de esas especies está muy interrelacionado con su fuente de alimento. La dieta varía en función de las distintas aves marinas, pero en grandes líneas está compuesta principalmente por diferentes tipos de peces, que pueden ser más de fondo o pequeños cardúmenes pelágicos como los de sardinas; y también incluye invertebrados”, explica Morgenthaler.
Annick forma parte de un equipo de investigación que trabaja sobre la biología y conservación de las aves marinas de Patagonia, en el Centro de Investigaciones de Puerto Deseado (dependiente de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral y también del Conicet). “Integro este grupo hace 13 años, que hace más de 30 que viene trabajando con aves marinas. Aparte de investigar el tema de la dieta y la alimentación a través de diferentes métodos (que van desde restos de presas a análisis de sangre), también realizamos conteos anuales para conocer el estado de las poblaciones de las diferentes especies de cormoranes y pingüinos”.
Son cuatro especies de cormoranes y dos de pingüinos (de Magallanes y el de penacho amarillo) las que habitan en la zona de Puerto Deseado, pero los monitoreos se realizan “a lo largo de toda la provincia de Santa Cruz”. Los calamaretes, crustáceos, u otro tipo de invertebrados menos conocidos como los poliquetos (“unos pequeños gusanitos del fondo del mar”) se suman a la fauna que alimenta a las aves marinas.
El ambiente que alberga a esta fuente de alimento, resulta fundamental a la hora de pensar en su conservación. “Cerca de la costa tenemos bancos de cachiyuyos, bosques de macroalgas que proveen el hábitat para muchos de esos invertebrados y peces que, a su vez, les proveen el alimento a la parte más visible del ecosistema como son las aves marinas. Es muy importante cuidar estos hábitats marino-costeros: en esta zona contamos las áreas protegidas Parque Interjurisdiccional Marino Isla Pingüino y la Reserva Provincial Río Deseado”.
La interacción entre los organismos -visibles y no visibles- alrededor de la costa depende, en buena parte, de las condiciones del mar. “Por ejemplo, aquí en el norte de Santa Cruz, hacia primavera y verano (cuando los pingüinos tienen sus pichones) llega migrando desde el sur la sardina fueguina, que se reproduce en Tierra del Fuego. No todos los años arriba la misma cantidad -ya que varían las condiciones oceanográficas- y de eso depende un poco el éxito reproductivo del pingüino de Magallanes. El cormorán gris también depende bastante de estas sardinas, que son sus presas óptimas, ya que es un pequeño animal muy enérgico y grasoso: es el alimento ideal para estas especies”.
En el caso de que la sardina no llegue en abundancia, el calamarete patagónico toma un rol protagónico en la cadena alimentaria, ya que también es muy abundante en la zona. Por otro lado, los cormoranes —a diferencia de los pingüinos, que pueden adentrarse hasta 100 km en el mar buscando el alimento para sus pichones— no se alejan mucho de la costa, por lo que los bosques de algas es el lugar ideal en el que recoger alimento.
“En un estudio que hicimos del cormorán imperial —el más abundante en la zona— vimos que una de sus principales presas era el Torito de los Canales, que es una especie poco conocida, pero que debe ser muy abundante porque sostiene una población de alrededor de 15 mil individuos (7 u 8 mil parejas de cormoranes). Ellos, junto con los peces de las rocas (el patagonotothen, que habita en los bosques de macroalgas) y pulpos y calamares, son la base de su alimentación. Pero cada especie es distinta: el cormorán gris tiene una alimentación similar a la de los pingüinos y come pequeños peces como las sardinas o el calamarete”.
Además de sus tareas como investigadora, Morgenthaler forma parte de la Comisión Directiva de “Aves Argentinas”, un espacio que ha fomentado la creación de clubes en todos los rincones del país. “Así fue como generamos un Club de Observadores de Aves en Puerto Deseado, hace once años: la idea es dar a conocer un poco más sobre el cuidado de la naturaleza, teniendo a las aves como vector de contacto. Tenemos muchísimas aves (no solo aves marinas, llevamos observadas más de 130 especies, incluyendo las pasajeras) y son una muy buena manera de aprender y de que la gente se acerque a la naturaleza, para concientizar sobre los cuidados necesarios, esa es la tarea en el Club.”
Lucía Fernández Hadid