Entre los vientos implacables de la Patagonia y los ecos de la historia, en el rincón más austral de Argentina, El Rompehielos habló con Ivana “Ivy” Perrando Schaller, quien a través de su lente, documentó un trabajo que va más allá de capturar imágenes: es un acto de preservación de la memoria y un homenaje a las mujeres -por mucho tiempo- olvidadas de Malvinas.

Con una mezcla de pasión, dedicación y determinación, Ivy se embarcó en la misión de encontrar, documentar y honrar a las veteranas de guerra, quienes, durante décadas, han permanecido en las sombras de la historia.

Para Ivy, su conexión con Malvinas se remonta a su infancia en Río Gallegos. “Crecí en un ambiente donde las historias de Malvinas estaban presentes en cada esquina, en cada conversación”, explica.

Para 2018 la fotógrafa se encontraba realizando fotografías civico-militares, con la idea de llegar a la Antártida. Después de hacer el retrato a la primera mujer del grupo, la Sargento Ayudante Marcela Juarez, quien le comentó al pasar “Deberías hacer esto con las veteranas de Malvinas”.

En ese momento, Ivy se percató de lo femenino de la palabra y relata con detalle: “Yo todavía sostenía mi cámara cuando la miro y le pregunto “VeteranAs, *conA *? Ella se rió y me contó que conocía una de ellas que trabajaba en el Hospital Militar Central Cosme Argerich, en Capital. Su nombre era Silvia Barrera. La contacté por Facebook y quedamos en ir a visitarla donde aún seguía trabajando, el mismo hospital en el que ella estaba cuando el cable urgente de Puerto Argentino solicitaba que envíen instrumentadoras quirúrgicas a Malvinas. Viajé a conocerla y ella me dio una lista de nombres. Ese fue mi “hilo de Ariadna”. Y durante los siguientes años fui haciendo un trabajo de hormiga buscando, encontrando y conociendo a cada una de las dieciséis mujeres que entraron dentro del Teatro de Operaciones Atlántico Sur y son, al día de hoy, las únicas Veteranas de Guerra que tiene nuestro país dentro del siglo XX


Por haber nacido en Río Gallegos, en el año de la guerra, historias de Malvinas, nunca le faltaron. “Sabíamos que los pilotos volaban por arriba de Río Gallegos en línea recta hacia las Islas y que de acá hasta allá era ‘una hora y un poco más’. Sabíamos esperar en la costanera para ver si volvían los mismos aviones que se habían ido. Sabíamos acercarle un termo con café o chocolate a los soldados que guardaban las esquinas. Sabíamos, como sabe todo pueblo chico, que pasaba, qué no pasaba y qué nos podía pasar. Pero de Veteranas, ‘con a’, no supimos nunca”, relata.


Un viaje lleno de desafíos y recompensas

El camino hacia la documentación de las historias de estas mujeres no fue fácil. Ivy describe su viaje como “hercúleo, frustrante, gratificante, enloquecedor”. “Durante cinco años no pensaba en otra cosa, cada vacación, cada finde largo, cada sueldo, ahorro y aguinaldo, todo fue dedicado a viajar una y otra vez a los lugares donde ellas estaban, en algunos casos me recibían, en otros no, y, aun así, seguí insistiendo, esperando, escribiendo e investigando. Fue un proceso de hormiga, pero cada encuentro, cada conversación, valió la pena”, asegura Ivy. En cada encuentro, sentía que tenía que seguir hasta haber logrado sentarse con todas y cada una de ellas, invitarlas un café y decirles “Gracias por tu servicio, mi pueblo te recuerda”.

Uno de los mayores desafíos que enfrentó fue “combatir la ignorancia y la negación” que rodeaban la participación de las mujeres en Malvinas.


“La ignorancia es perversa”, afirma, recordando encuentros desalentadores donde su trabajo fue cuestionado y hasta ridiculizado, “como cuando dos mujeres se presentaron en mi muestra a decir que yo era una farsante y mi trabajo una mentira, ante la atónica mirada del equipo y del chofer que las trajo. Pero bueno, uno no puede definirse por las limitaciones ajenas”, dice con determinación. “El que quiere oír que oiga y el decorado que haga silencio”.

Excepto algunos contados casos, “el recibimiento de esta historia fue muy positivo y de un genuino interés”. Ivy perseveró, convencida de que su labor era fundamental para desafiar las percepciones erróneas y dar voz a estas mujeres valientes. “Personas que me dicen ‘yo no sabía’ como disculpándose o excusándose y yo siempre respondo diciendo ‘bienvenido al club’ porque el desconocimiento es muy amplio, tanto en la comunidad civil, los Veteranos de otras ciudades o incluso el Ministerio de Defensa”, explica.

Afortunadamente, de un tiempo a esta parte y sin duda que gracias al trabajo que profesionales como Ivana han desarrollado, “O al menos así lo era al principio, de un par de años hacia acá la cosa va mejorando”, dice. De hecho, hubo durante un tiempo, una página dentro del MINDEF creada sóla y estrictamente para las Veteranas de Guerra, en la que la riogalleguense participó escribiendo los textos que surgieron de su investigación y mostrando los retratos realizados para que las conozcan una por una. Al tiempo de escribir esta nota, el sitio web muestra un mensaje que dice “Estamos actualizando los contenidos del sitio en el marco de la implementación del Decreto 8/2023”, por lo que no está visible tan fácilmente la página de referencia, aunque afortunadamente, los archivos siguen ahí: https://www.argentina.gob.ar/defensa/coordinacion-de-veteranos-y-veteranas-de-la-guerra-de-malvinas/veteranas-de-guerra


Voluntad y compromiso

Cuando habla de las Mujeres de Malvinas, Ivy es determinante y trata de no hablar en plural sobre ellas. Esto es “porque sus experiencias son profundamente disímiles y no corresponde intentar homogeneizar los aspectos de su testimonio,” reflexiona.“Aun así, hay algo que ellas tienen en común y es la voluntad. El ejercicio de la voluntad. El aspecto más soberano de elegir qué hacer con sus vidas en un momento tan álgido como lo fue 1982. Y ellas, todas ellas, eligieron dónde estar.”

Las seis instrumentadoras quirúrgicas, retratadas por Silvia Barrera.


La documentalista cuenta que de las dieciséis mujeres que participaron en la guerra, quince eran civiles. La única militar, la Cabo Principal Liliana Colino, tuvo la orden de ir a Comodoro Rivadavia, pero decidió ir a Malvinas por su propia elección. Junto a ella, mujeres como Doris West, que llegó a bordo del ELMA Formosa, y las integrantes de la Misión Influencia, como Maureen Dolan de Richards, Sylvia Storey y Cristina Cormack, hicieron su camino hacia las islas en distintas misiones. En Bahía Groussac, las Instrumentadoras del Ejército, como Silvia Barrera, Susana Mazza, María Marta Lemme, Norma Etel Navarro, Angélica Sendes y Cecilia Riccheri, observaban los combates nocturnos como “un espectáculo dantesco,” como lo describirían años después.

Desde la bahía, frente a Puerto Argentino y a lo largo del mar argentino que rodea a las Islas, en barcos de la Armada y de ELMA, cinco mujeres más navegaron en silencio, en distintas misiones de logística y apoyo, surcando las olas del Atlántico Sur.

Todas pudieron negarse, pero todas dijeron que sí. Sus oficiales Radiooperadoras, una de ellas una jovencísima pilotin que con 19 años recién cumplidos navegó en zona de conflicto durante los 74 días que duró la guerra, pudiendo haber bajado de su barco, ya que al no haber terminado su educación en la Escuela de Náutica no tenía la obligación de ir y nada pudo hacer su capitán para convencerla de que se baje. Otra de ellas, Doris, de casi sesenta años, enfermera del Formosa, un barco que rompió el bloqueo inglés y fue bombardeado con tal tino que volvió a Ushuaia con una bomba sin explotar en la bodega.

“Si les preguntás, hoy, a más de cuatro décadas si volverían? Sí. Siempre sí.”

Reconocimiento y orgullo
Para la documentalista, el punto culminante de su trabajo fue el estreno del ensayo fotográfico “Valientes”, en el Auditorio Belgrano de Cancillería de la Nación. Ver a las veteranas en primera fila, recibiendo el reconocimiento y el cariño del público, fue un momento de profundo orgullo. “Haber sido parte de este proceso, es mi mayor logro y mi mayor orgullo”.

A través de sus fotografías y testimonios, Ivy busca destacar que las mujeres en Malvinas desempeñaron roles diversos y fundamentales más allá de la sanidad militar. “Es importante entender que hubo mujeres con participaciones más activas y específicas”, enfatiza. “Desde comisarios navales que realizaban las tareas administrativas correspondientes, a llevar miles de toneladas de material bélico y alimentos, soldados, tanques, que fue trasladado a las islas, en los barcos de la Armada y de la Marina Mercante, hasta oficiales radiooperadoras, estas mujeres demostraron su valentía y determinación en medio del conflicto”.

“¿Cuántos argentinos saben que una de nuestras veteranas es inglesa? Hija de un escudero de la Corona Británica que trabajaba como Jefe de la Oficina Comercial de la Embajada del Reino Unido? Y te aseguro que para el momento en que lo descubrí, ni lo sabía el Ministerio de Defensa. O la embajadora británica para tal caso. Esas sí que fueron dos charlas interesantes, por decir algo”.

Para Ivy, su trabajo va más allá de documentar la historia; es sobre preservar la memoria y honrar el sacrificio de estas mujeres. “De acá al futuro, no vamos a tener que imaginar qué cara tenían las Veteranas de Malvinas porque sus fotos están hechas, sus miradas, sus sonrisas, sus expresiones, ellas eligieron cómo querían que la historia las conociera. Eso es importante. Ubicar las piezas del rompecabezas que falta en las historias que quizás son pequeñas y carecen de importancia, pero para mí son necesarias“. Se trata, ni más ni menos, que de las historias que no habían sido contadas. “Las historias que no sabía, pero fui a buscar”.


Entre las muchas historias que esta apasionada fotógrafa ha recopilado, una en particular sigue resonando en su corazón. Durante el estreno de “Valientes”, tuvo el privilegio de conocer a la madre de Honorio, uno de los veteranos de Malvinas. “Esa experiencia fue personal, nivel gallegos personal”.

“La noche del estreno de Valientes, los VGM de Gallegos vinieron a verme. Dieron un discurso enormemente emotivo, me regalaron una medalla (que pesaba lo que pesaba el mundo), nos abrazamos, ellos estuvieron ahí al pie del cañón. Me sentí, como dicen en el mundo militar, “propia tropa”. Y eso sin contarte que ellos, a diferencia de muchos centros de veteranos a lo largo del país, tienen un cuadro con las veteranas colgado desde mucho antes que se hicieran “famosas”, por decir algo. Esa noche fue sumamente movilizante. Pero nada se iba a comparar al día siguiente, cuando vinieron las familias y amigos de los VGM dado que los había invitado para hacer un tour y explicarles quienes eran una por una. En un momento, una de las chicas me lleva a conocer a una señora, menudita, ya entrada en años y me dice “Ella es la mamá de Honorio”. Esta señora tan frágil me tomó de la mano y me dijo “Gracias por contarnos sobre ellas” y yo casi me muero ahí. Se me llenaron los ojos de lágrimas y se me estrujó el corazón. Logré abrazarla con cuidado de no romperla porque las emociones me atravesaban furiosamente. Al diablo mi discurso, mis entrevistas, mis charlas, mi conocimiento. En ese momento, yo era una niña más de Río Gallegos, en los brazos de una de las madres más importantes de nuestra provincia. Todos sabemos quién es Honorio, pero no sé si todos también saben sobre sus papás. Ese día, yo conocí la voz de una mamá de Malvinas, la mamá de Honorio, nuestro Honorio”.


Con cada clic de su cámara, Ivy Perrando Schaller nos recuerda la importancia de recordar y honrar a aquellas y aquellos que escribieron su nombre en la historia, incluso cuando sus voces han sido silenciadas. Su trabajo es un testimonio conmovedor del poder de la fotografía para capturar la esencia de aquellos momentos llenos de humanidad y preservarla para las generaciones futuras. En un rincón del sur argentino, una fotógrafa documental ha dado voz a las heroínas olvidadas de Malvinas, y su legado perdurará en cada imagen, en cada historia contada.

Daniella Mancilla Provoste
Fotografías de Ivy Perrando Schaller

Está disponible, de forma online, “Civiles en Malvinas: Mujeres en Malvinas”, una serie que narra la experiencia de quienes participaron en el conflicto sin ser militares ni conscriptos. Allí también se narra la historia de las mujeres de Malvinas y la propia Ivy cuenta sobre su participación en este proyecto, junto al relato de los protagonistas que relatan cómo fueron sus días en las islas y la dureza de una posguerra que los condenó al silencio y la invisibilidad. Una producción de Renacer Audiovisual del Ministerio de Cultura de la Nación que, aún hoy, se encuentra disponible de forma gratuita en la plataforma de YouTube de Canal Encuentro.

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