Desde la ciencia hasta el turismo de naturaleza, desde la conservación marina hasta los saberes del campo, l la Patagonia construye todos los días un vínculo vivo con la Tierra. En este 22 de abril, celebramos lo que ya se hace… y recordamos lo que aún falta.
Cada 22 de abril el mundo vuelve a mirar hacia la Tierra. No hacia el suelo que pisamos, sino hacia la vida que sostiene. El Día Mundial de la Tierra, instaurado por Naciones Unidas en 2009, se ha transformado en un momento de reflexión global sobre el impacto de nuestras acciones, la necesidad de justicia ambiental y el respeto por los ecosistemas que nos rodean.
Desde El Rompehielos, elegimos contar esta fecha no como una consigna, sino como parte de un relato más profundo. Porque en el sur, el compromiso con la Tierra no se reduce a una jornada: se camina, se habita, se defiende.

Macá tobiano alimentando a su cría – Foto: Pablo Hernández
El mar, los bosques, las especies: señales que importan
Durante los últimos meses, desde este medio acompañamos historias que invitan a pensar en la Tierra como un cuerpo vivo. Lo hicimos contando el trabajo de científicas que estudian el delfín austral y su vínculo con los bosques sumergidos; la protección de las macroalgas en la costa santacruceña; el monitoreo de grandes carnívoros como el puma en la estepa; y el regreso de especies clave como el macá tobiano, que encuentra refugio y esperanza en el noroeste provincial.
También hablamos de rewilding, de restauración, de áreas protegidas como el Parque Patagonia, Monte León, el Parque Marino Makenke, y la Reserva Cabo Vírgenes. Lugares donde la conservación no es un lujo, sino una urgencia. Y donde la tarea cotidiana de guardaparques, voluntarios, técnicos y comunidades sostiene el equilibrio entre la naturaleza y el habitar humano.

Una cabalgata de12 días en la región del Zeballos
Tierra, trabajo, cultura: un vínculo que se reescribe
Celebrar el Día de la Tierra también es reconocer a quienes trabajan en y con el territorio. Los proyectos agroecológicos que crecen en el noroeste santacruceño, las experiencias de turismo que conectan paisaje, historia y comunidad, el manejo responsable de perros protectores en zonas rurales, y hasta las caminatas nocturnas para observar el cielo profundo en el Parque Patagonia.
Todo eso —que parece diverso— habla de una misma búsqueda: construir formas de habitar más respetuosas, más conscientes, más ligadas al entorno. Incluso el impulso por revalorizar prácticas ancestrales, como el uso de la lana de guanaco sin dañar a la especie, suma al diálogo entre producción local y conservación. Son señales de un vínculo que se está reescribiendo: el de vivir con la Tierra, no contra ella.

Vista aérea de los bosques de macroalgas y la costa del Parque Nacional Monte Leon – Foto: Manuel Novillo
Monte León: un llamado que también es político
El Parque Nacional Monte León fue el primero en proteger la costa marina en Santa Cruz. Hoy, su ampliación hacia el mar aguarda el último paso institucional: la sanción de una ley nacional que ratifique la creación del Parque Interjurisdiccional Marino Monte León.
La iniciativa —firmada en 2023 entre la provincia y la Administración de Parques Nacionales— busca resguardar más de mil kilómetros cuadrados de bosques de macroalgas, ecosistemas clave para la biodiversidad marina y la captura de carbono.
Ya cuenta con respaldo científico, ambiental y político: fue aprobada por unanimidad en la Legislatura santacruceña y recibió apoyo transversal en el Congreso Nacional, donde fue debatida en comisión. Sin embargo, aún espera dictamen y tratamiento definitivo en Diputados.
Más que una ampliación de límites, el proyecto es un gesto concreto de gobernanza ambiental, participación comunitaria y protección de los bienes comunes. Organizaciones como la Fundación Por el Mar, investigadores del Conicet, ONG regionales y referentes del turismo y la pesca sostenible coinciden en su valor estratégico.
Declarar como área marina protegida esta franja del Atlántico fortalece la red de conservación del país, al tiempo que representa una forma nueva de volver a mirar el mar “no como frontera, sino como parte de nuestra identidad”. En este Día de la Tierra, esa ley pendiente también nos interpela. Porque cuidar el mar, también es cuidar la Tierra.
El Rompehielos
