“Escriben los Protagonistas” es un espacio de opinión para los protagonistas de la política local.
Cambio Climático, Ciudades y el post COVID-19, por el Lic. Mauro Pérez Toscani, Licenciado en Gestión Ambiental Urbana – UNLa y especialista en Ingeniería Ambiental, Maestrando en Derecho y Economía del Cambio Climático – FLACSO, ex secretario de Ambiente, Desarrollo Sostenible y Cambio Climático del Gobierno de Tierra del Fuego AIAS 2015-2019 y ex presidente de la Comision de Cambio Climático del COFEMA 2015-2019.
Cómo podemos utilizar y aprovechar hoy las herramientas existentes en lucha contra el cambio climatico para adaptar a nuestras ciudades a la nueva realidad post COVID-19.
Nuevamente las ciudades se encuentran en el centro de las decisiones que nos cambiaran la forma de vivir y relacionarnos en esta nueva normalidad y aquí queremos aportar una mirada para cuando llegue el momento de empezar la “reconstrucción” que nos plantea la crisis social, económica y sanitaria generada por la pandemia del coronavirus covid19.
El Quinto Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), afirma que el calentamiento en el sistema climático es inequívoco y, desde la década de 1950, muchos de los cambios observados no han tenido precedentes en los últimos decenios a milenios. La atmósfera y el océano se han calentado, los volúmenes de nieve y hielo han disminuido, el nivel del mar se ha elevado y las concentraciones de gases de efecto invernadero han aumentado, además de que los fenómenos climáticos se han vuelto extremos.
Las proyecciones de la ONU respecto al Cambio Climático indican que “este fenómeno hará que aumenten los riesgos para las personas, los recursos, las economías y los ecosistemas, incluidos los riesgos derivados del estrés térmico, las tormentas y precipitaciones extremas, las inundaciones continentales y costeras, los deslizamientos de tierra, la contaminación del aire, las sequías, la escasez de agua, la elevación del nivel del mar y las mareas meteorológicas, agravándose todo esto para las personas que carecen de infraestructuras y servicios esenciales o viven en zonas mas vulnerables y expuestas”.
Según el informe sobre la economía del cambio climático del economista Nicholas Stern, quienes sufrirán más los efectos e impactos del cambio climático serán los países más pobres, constituyéndose este fenómeno en un gran obstáculo para reducir la pobreza a nivel global.
Las incertidumbres planteadas desde el análisis científico, el económico y político sobre la magnitud del daño ecológico, los costos de las medidas de mitigación comprometidas y el resultado de las negociaciones internacionales se acentúan en los países en desarrollo, o sea en nuestro país, ya que no existe un conocimiento acabado sobre la vulnerabilidad de sus territorios, sus ciudades y sistemas productivos y también los costos y beneficios que implicaría poder adaptarse y ser resilientes ante tales efectos.
La acción climática en ciudades en América Latina en general, y en ciudades y pueblos de Argentina en particular, es de suma importancia para el cumplimiento de las metas del Acuerdo de París (AP) sobre cambio climático, ya que estas concentran aproximadamente el 80% de la población, y por lo tanto, de la producción y el consumo, Además debido a que son particularmente vulnerables al cambio climático, son al mismo tiempo actores fundamentales para implementar medidas de mitigación y adaptación y promover el tránsito hacia el desarrollo sostenible. Según ONU Habitat, el 95% de la expansión del ambiente urbano en las próximas décadas tendrá lugar en el mundo en desarrollo, las ciudades pondrán una mayor presión sobre recursos hoy escasos, habrá altos niveles de pobreza en zonas urbanas y aumentará la vulnerabilidad a los impactos del cambio climático.
Un gran abanico de actividades que contribuyen directamente con las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) como el transporte, la generación de energía y la producción industrial están relacionadas con las ciudades y su funcionamiento. Se considera que las principales emisiones de gases de efectos invernadero (GEI) en áreas urbanas están relacionadas con el consumo de combustibles fósiles, empleados fundamentalmente en el transporte (38%), la producción de electricidad (21%) y la industria (17%). Asimismo, los centros urbanos también dependen de la provisión de alimentos, agua y bienes de consumo. Por lo cual, en la actualidad puede afirmarse que las ciudades ocupan el 3% de la superficie del planeta pero consumen cerca de tres cuartos de los recursos naturales del mundo, utilizan alrededor del 80% del suministro global de energía y producen aproximadamente 71-76% de las emisiones de CO2 relacionadas con la energía.
La adopción por parte de las ciudades y sus gobiernos locales de la Agenda para un Desarrollo Sostenible al 2030, incluyendo los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS), el Acuerdo de París (AP) como así también la Nueva Agenda Urbana (ONU Habitat), les brinda el marco estratégico de referencia para hacer frente a la crisis socioambiental que nos plantea el cambio climático y además constituyen herramientas que nos ayuden a sobrellevar la crisis sanitaria global generada por la aparición de esta pandemia del coronavirus COVID19. La construcción de esta ya famosa “nueva normalidad” que deberán llevar adelante los gobiernos de todo el mundo y particularmente los gobiernos locales deberá encarrilarse sobre los rieles del desarrollo sostenible.
El cambio climático es un problema global, pero es necesario realizar esfuerzos locales para poder enfrentarlo. Las ciudades son la escala ideal para probar distintos enfoques en la planificación y la gestión de sus recursos para combatir el cambio climático. Esta afirmación tambien es válida para la co-creación de conocimiento y de políticas publicas necesarias que deberán ponerse en marcha para la nueva normalidad post pandemia del COVID19 y que esté dirigida tambien a la generación de comunidades resilientes y menos vulnerables.
“La pandemia ha arrojado luz sobre el modelo de consumo de muchas ciudades y será́ esencial reequilibrar la relación entre el crecimiento económico, el ambiente y las prioridades públicas” afirman en la Unión Mundial de Ciudades y Gobiernos Locales -UCGL. Es vital poder generar un nuevo enfoque territorial de los sistemas en cuestiones de seguridad alimentaria ademas de modelos de desarrollo económico de mayor sostenibilidad en los que medianos y pequeños productores locales, respetuosos con el ambiente, devuelvan la vida a nuestros territorios y fomenten la creación de empleo y desarrollo local asegurando que las medidas para revitalizar la economía y la vida de nuestras ciudades no aumenten las actuales condiciones de desigualdad socioambiental.
Ciudades adaptadas son ciudades sanas, con mejoras en la calidad de vida de las personas que generan sociedades más equitativas, menos vulnerables y más resilientes, no solo a los efectos del cambio climático, sino a los efectos de cualquier cambio abrupto que aparezca como esta pandemia.
Ciudades adaptadas, son ciudades sostenibles en las que no solo se piensa en un transporte eficiente, sino en un sistema de movilidad urbana sostenible que priorice tanto el transporte publico como sistemas integrados multimodales con ciclovías y sendas y caminos peatonales adaptados al clima, la geografía y topografía urbana para que los ciudadanos puedan llegar desde sus casas a las zonas comerciales, culturales, laborales y educativas que al mismo tiempo deberán ser de cercanías para evitar largos traslados que impliquen el uso de vehículos particulares o viajes extensos en transporte publico.
Para hacer frente a la nueva normalidad que se nos plantea, deberán existir nuevas miradas sobre las políticas públicas y gobernanza urbana que no podrán ser lo que conocimos hasta hoy, ya que deben priorizarse los modelos de proximidad tanto de consumo como de producción dentro de la ciudad, basados tambien en darle prioridad al conocimiento, innovación y desarrollo local con un acento especial en la sostenibilidad urbano ambiental en el uso de los recursos pero tambien en los niveles de consumo de los ciudadanos y la generación de nuevos los hábitos sostenibles de ciudadanía de nuestras sociedades que prioricen no dejar a nadie atrás.