Desde una bahía remota de la Antártida, la bióloga Paula Dufourg compartió una mirada profunda sobre la experiencia de trabajar haciendo ciencia en el continente blanco. Una campaña científica que la llevó a encontrarse con el krill, y el impacto de nuestras acciones. Ciencia, sensibilidad y compromiso, desde el fin del mundo.

“En este momento exacto mis coordenadas son (-64.5741599, -62.2854413), lo que significa que estoy en la maravillosa Antártida. Lo leo y no lo creo, pero a su vez, lo deseé con tanta fuerza que sucedió”, cuenta Paula Dufourg en sus redes sociales.



Sentada desde el sillón de su camarote y a bordo del Antarctic Provider, la bióloga deseadense cuenta su experiencia en la campaña científica. “Cada día en la Antártida es distinto. Cada paisaje, cada luz, cada sonido”, cuenta Paula Dufourg en diálogo con Radio Provincia. Una bióloga nacida en Puerto Deseado, que está “cumpliendo un sueño”: integrar una campaña de investigación sobre cetáceos en el extremo sur del planeta. 

“Recién termino mi jornada de trabajo, el barco está frenado en Discovery Bay. Afuera, el hielo se quiebra y se escucha la respiración de las ballenas. Es impresionante cómo se activan todos los sentidos acá”.

La campaña científica en la Antártida, se trata de un proyecto oordinado por el Instituto Polar Noruego, busca estudiar la presencia y comportamiento de ballenas, delfines y sifios. Desde el puente de mando del barco, Paula y su equipo integrado por unas 40 personas, registran datos sobre geolocalización, interacciones, movimientos y especies observadas. “Cada registro se sube a una plataforma que permite tomar decisiones y generar análisis de conservación”, explicó.


El otro lado del mar: la pesca del krill

Pero en medio de ese entorno sobrecogedor, también hay escenas que preocupan. Paula fue testigo directo de una industria que no muchos conocen: la pesca intensiva de krill antártico, un pequeño crustáceo base de la cadena alimentaria de numerosas especies marinas.

“Todos los eslabones en una cadena son importantes —señala—. Quizás uno a veces prioriza o cree que tal especie es más significativa que otra, pero cuando hablamos de la base alimenticia de tantas, si esa base cae, caen muchas especies con ella”, explica.

Aunque actualmente la pesca representa alrededor del 2% de la biomasa estimada de krill, los investigadores insisten en la necesidad de monitorear el crecimiento de esta industria. “Es brutal. Se pesca 24 horas al día, 7 días a la semana, durante 11 meses del año. Lo hacen para extraer omega-3, para alimentos de mascotas y para salmonicultura. Y eso pasa mientras las ballenas se alimentan de ese mismo krill”, relató.

Imágenes de Paula desde su experiencia científica en la Antártida

Ciencia con alma

Paula logra transmitir en un lenguaje sencillo y cercano la precisión científica del trabajo que realiza. Su relato tiene detalles que sólo puede contar quien lo vive en carne propia. “No te alcanzan los ojos para mirar, ni la piel para sentir el frío, ni los oídos para escuchar el hielo rompiéndose. Todo es inmenso”.

Al describir una escena que la marcó, se le quiebra la voz. “Llegamos a un punto muy al sur, el Estrecho de Berlache. Estaba lleno de ballenas jorobadas durmiendo, con sus lomos apenas asomando del agua. Fue una imagen de calma y de confianza, como si ese fuera su refugio”.

Paula estudió Licenciatura en Ciencias Biológicas en su “amada” Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco y actualmente se encuentra terminando un Máster en Manejo de Recursos Naturales en la UNPA. No es casual que se defina como “fan de la Patagonia”: su vocación, su formación y su trabajo tienen raíces profundas en el sur y lleva consigo una manera bien patagónica de mirar el mundo.

Donde parece que no hay nada, la fauna también sorprende en

Daniella Mancilla Provoste
Fotos: Pauli Dufourg

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