En el Parque Patagonia, al noroeste de Santa Cruz, el equipo de conservación retiró 52 kilómetros de alambrados y adaptó otros 48. El objetivo es recuperar las rutas migratorias del guanaco y reducir el impacto de las barreras que fragmentan la estepa.

En la estepa patagónica los alambrados son parte del paisaje. Para las personas marcan límites de propiedad, pero para los animales silvestres se convierten en barreras que cortan rutas milenarias de movimiento. El guanaco, el mayor herbívoro de la región, evolucionó en un ambiente de climas extremos alternando entre las mesetas en verano y las zonas bajas en invierno, en desplazamientos que podían reunir a miles de individuos.

guanacos y alambrados


Con la llegada de las rutas y la expansión de la ganadería, esas migraciones quedaron interrumpidas. “Muchos individuos perdieron la capacidad de moverse largas distancias para sobrevivir”, explica Emanuel Galetto, director del equipo de conservación de Parque Patagonia. “Por eso nuestro trabajo se centró primero en conocer esas rutas migratorias y luego en mantenerlas, porque son esenciales para el ecosistema de la estepa y para la supervivencia de la especie”.

En los últimos años, el equipo logró retirar 52 kilómetros de alambrados internos dentro del parque y adaptó otros 48 kilómetros, quitando la última hebra de alambre para que quedara a menos de un metro veinte de altura. La medida, aunque simple, puede salvar muchas vidas.

guanacos y alambrados


Quitar alambrados para devolverle movimiento a la estepa

“La magnitud del problema es alarmante —explica Galetto—. Se estima que cada año mueren 27.000 guanacos enganchados en los alambrados de la Patagonia. Esa cifra incluso supera la mortalidad anual de otros grandes herbívoros en distintas regiones del mundo. Y no es solo el enganche, porque los cercos funcionan como muros invisibles que fragmentan hábitats y reducen las posibilidades de supervivencia”.

En el Parque Patagonia se está evaluando el impacto concreto de quitar la última hebra. Una vez al mes se recorren 22,5 kilómetros de alambrados modificados y se comparan los resultados con otros 22,5 kilómetros que siguen intactos. “Así podemos medir si la remoción realmente disminuye los enganches”, detalla.

guanacos y alambrados

Según los estudios, la mayor concentración de accidentes ocurre en momentos de migración, durante los meses de abril y mayo, que es cuando los animales bajan de las mesetas, y entre agosto y septiembre, cuando vuelven a subir.

“También hay años de nevadas muy fuertes en que los guanacos quedan frenados por las barreras de alambre y mueren de hambre y frío, porque no logran llegar a las pasturas”, advierte.


Hoy el foco está puesto en medir la eficacia de las adaptaciones y ya se percibe que estas acciones podrían estar reduciendo la mortalidad de guanacos por enganche en el Parque Patagonia. 

El desafío ahora es sostener el retiro de cercos en zonas críticas. “Los alambrados y las rutas no afectan solo al guanaco, son barreras para cientos de especies de mamíferos que necesitan moverse y que ven fragmentado su hábitat. Resolverlo es indispensable para el futuro de la fauna patagónica”.

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