En Ushuaia avanza el desarrollo del primer viñedo fueguino, un proyecto que combina innovación productiva y potencial turístico a orillas del Canal Beagle. Impulsado por Héctor Abolsky como trabajo final de Ingeniería Industrial, el emprendimiento busca posicionar a Tierra del Fuego en el mapa vitivinícola mundial. “Sentimos que estamos escribiendo apenas un borrador del prólogo del libro de la vitivinicultura fueguina”, expresó el ingeniero agrónomo Darío González Maldonado.
El origen
La idea de crear un viñedo en Tierra del Fuego surgió en el marco del trabajo final de la carrera de Ingeniería Industrial de Héctor Abolsky, egresado de la Universidad de Buenos Aires.
“La idea se originó hace ya un tiempo, pero toma vida hace casi cuatro años a partir de la búsqueda de una temática para desarrollar mi trabajo final”, explicó. Su padre, Esteban, empresario del grupo Arakur, ya había explorado esa posibilidad en el pasado y lo alentó a presentarla como proyecto académico.
Según relató Héctor, la motivación principal es “crear un producto auténtico y 100% fueguino, que sería además el viñedo más austral del mundo”. Agregó que el proyecto representa la continuidad de una visión empresarial familiar orientada a la innovación: “Desde un inicio mi abuelo Carlos pensó en productos que generen valor agregado y de alta calidad, cualidades que se transfirieron desde los inicios de Famar como empresa autopartista hasta la actualidad de Arakur como empresa turística”.
De una tesis universitaria a un emprendimiento real
Tras la aprobación del proyecto, comenzó la investigación sobre la factibilidad del cultivo de vid en Ushuaia. La elaboración de esta etapa incorporó el conocimiento obtenido a partir de consultas con profesionales de la vitivinicultura, un viaje a Mendoza para conocer los procesos de producción y la recopilación de documentación científica sobre mitigación de efectos climáticos adversos.

“Fue un proceso de aprendizaje intenso, sobre todo en la parte agronómica, en la que no tenía experiencia”, señaló Héctor. Explicó que la carrera le brindó las herramientas para abordar nuevos campos de conocimiento y que la evolución del proyecto fue “orgánica”, al pasar de su trabajo en una empresa multinacional a la incorporación al grupo familiar, donde retomó la iniciativa en la práctica.
El equipo analizó casos comparativos en distintas latitudes y concluyó que “no existen climas muy similares a los de la isla para la producción de vid”, lo que representa un desafío adicional para los ensayos iniciales.
Condiciones y desafíos técnicos
El ingeniero agrónomo Darío González Maldonado, quien acompaña el proyecto, explicó que “el principal desafío hoy es entender el comportamiento de la vid en estas nuevas condiciones agroclimáticas, en un lugar donde en el mundo no hay antecedentes similares”. Indicó que el trabajo implica “un aprendizaje constante y creciente”.
Para esta primera etapa se incorporaron variedades de ciclo corto o muy precoces, seleccionadas a partir de experiencias en regiones frías del mundo. “Todavía es muy pronto para concluir que una variedad es mejor que otra”, aclaró González Maldonado. “El ensayo está en la fase 1; luego debemos analizar si las plantas fructifican y si las uvas cumplen con los estándares de calidad que la empresa busca”.

Los responsables del viñedo comparan su experiencia con los comienzos del proyecto vitivinícola en Chubut: “Estamos en los mismos pasos que realizó el señor Weinert hace más de 30 años, cuando decían que estaba loco. Hoy Chubut y sus vinos marcan tendencia”, señaló González Maldonado.
El equipo estima que los primeros resultados concluyentes podrán conocerse entre cinco y siete años. “Es muy prematuro sacar conclusiones en dos años”, indicó González Maldonado. “Son ensayos de varios años, ya que de obtener resultados positivos se trascenderán generaciones”.
Según dijo, el proyecto se encuentra en una etapa experimental que busca sentar las bases para una futura vitivinicultura fueguina. “Sentimos que estamos escribiendo apenas un borrador del prólogo del libro de la vitivinicultura fueguina”, expresó.
Por su lado, Héctor se refirió a la posibilidad de una futura industria local y sostuvo que “es muy temprano para definirlo”, pero aseguró que el objetivo es “hacer el esfuerzo para que suceda y poner a Tierra del Fuego en el mapa vitivinícola internacional”.
Valor simbólico y desarrollo local
El proyecto, además de su valor económico, busca contribuir al desarrollo productivo local. “Ya hay productores en la isla que han hecho grandes contribuciones a la investigación y el desarrollo agronómico, lo que permite pensar que las posibilidades de producción son muchas y que es principalmente cuestión de tiempo y dedicación obtener resultados”.
Héctor también comentó que el emprendimiento se enmarca en la estrategia de diversificación de la empresa: “Arakur se propone incursionar en proyectos de calidad que permitan elevar la vara del turismo. Este proyecto es una extensión de esa visión, y una de las sorpresas que presentamos con la idea de seguir fortaleciendo a Ushuaia y a la provincia como un destino principal del país y de nivel internacional”.
Proyección a futuro
Consultado sobre el futuro del viñedo, Héctor afirmó que el objetivo es lograr una producción fueguina consolidada en el mediano plazo. “Creo que es el deseo tanto nuestro como de todos los fueguinos, y haremos todo lo posible para que puedan disfrutar de un producto de calidad y producido 100% en Tierra del Fuego”, concluyó.