Con fuerte anclaje en la pesca artesanal y la gastronomía local, Puerto Almanza apuesta a la diversificación económica, el arraigo y la sinergia entre producción y turismo como claves para un modelo de desarrollo con identidad propia.

Foto de Manuel Fernández Arroyo
Puerto Almanza es el asentamiento más austral del territorio continental argentino y, aunque de escala reducida, representa un punto estratégico para el desarrollo productivo, turístico y cultural de Tierra del Fuego. Conocida por su pesca artesanal y su estrecho vínculo con los recursos naturales del entorno, Almanza ha comenzado a consolidarse en los últimos años como una comunidad que apuesta al arraigo, la innovación y la diversificación económica. Desde FINNOVA conversaron con Emiliano Spontón y Enrique Livraghi, dos protagonistas clave en este proceso de transformación y referentes en la creación de la reconocida “Ruta de la Centolla”, una iniciativa que logró articular producción, turismo y comunidad en un mismo horizonte de desarrollo.

Hoy Almanza se destaca por su producción vinculada a la pesca artesanal, la recolección de frutos del mar y la acuicultura. Según Livraghi y Spontón, estas actividades tienen un rol preponderante, aunque todavía enfrentan numerosos desafíos estructurales. “Hay muchas dificultades que deberían haberse solucionado hace tiempo: acceso a servicios, tierra, créditos, acompañamiento institucional, ordenamiento territorial”, detallan.

Foto de Manuel Fernández Arroyo
Si bien existen algunos emprendimientos hortícolas, la mayoría son familiares y orientados al autoconsumo. Solo uno de carácter empresarial ha demostrado la potencialidad de la zona, siempre que se trabajen adecuadamente factores como el suelo, el agua y la exposición solar.
En zonas cercanas, como Punta Paraná, la fruticultura también comienza a mostrar señales de desarrollo. Pero el verdadero motor sigue siendo el mar y sus recursos. Allí, una política pública consensuada con la comunidad puede hacer toda la diferencia.

La Ruta de la Centolla como caso testigo
Uno de los hitos en el camino fueguino hacia un desarrollo articulado fue la implementación de la “Ruta de la Centolla”. Para Spontón y Livraghi, esta experiencia demuestra lo que sucede “cuando un proyecto encuentra la aceptación y el genuino involucramiento de los diferentes actores de la comunidad junto al gobierno en su conjunto”.

Foto de Manuel Fernández Arroyo
Sin embargo, advierten que para sostener los avances logrados es necesario institucionalizar la ruta como política de Estado. Para lo mismo, proponen seguir sumando ideas innovadoras para fortalecer la identidad productiva y turística del lugar: museos, campings, trekking, actividades náuticas, cabalgatas, como así también fiestas locales.
Infraestructura, tecnología y condiciones de arraigo
Para avanzar, sugieren trabajar de manera integral. “Servicios como caminos, energía, agua, conectividad, salud y educación son condiciones básicas de habitabilidad para que más personas puedan asentarse y desarrollarse en Almanza”, remarcan. También consideran indispensable contar con una política de tierras clara, asesoramiento técnico y acceso a créditos.


Fotos de Manuel Fernández Arroyo
En cuanto al uso de tecnologías, observan una valiosa combinación entre el saber artesanal y la incorporación de herramientas más industriales en nuevos emprendimientos. A su vez, no dudan en afirmar que tecnologías como la biotecnología, la inteligencia artificial o los sensores inteligentes serán fundamentales para aumentar la productividad y sostenibilidad del sector.
Turismo y gastronomía: el poder de integrar
La sinergia entre producción y turismo es clave en la visión de ambos entrevistados. Desde sus experiencias, los emprendimientos gastronómicos locales han sido un factor determinante para dinamizar la economía de la zona. “Hay un antes y un después de la implementación de una ruta agroalimentaria”, afirman.

Foto de Manuel Fernández Arroyo
Para potenciar ese proceso, proponen generar más casos de integración entre oferta productiva y turística, siempre brindando condiciones para que las ideas prosperen.
Un futuro posible
Cuando se les pregunta cómo imaginan Almanza en cinco años, ambos tienen la certeza de que será “un territorio vivo, atractivo para jóvenes emprendedores y familias que quieran apostar por una nueva etapa de la historia fueguina”. Para que eso ocurra, enfatizan que “es necesario consolidar políticas duraderas, articuladas entre los tres niveles del Estado, y dejar atrás las acciones aisladas o cambiantes”.
Incluso proyectan un crecimiento habitacional sostenido: “Almanza puede seguir el camino de Tolhuin, que en 1972 comenzó como un paraje productivo y hoy es una ciudad con identidad propia. Lo mismo podría suceder en San Sebastián o Cabo San Pablo”.
Fotos de portada de Manuel Fernández Arroyo