Vendrán lluvias suaves y olor a tierra mojada,

Y golondrinas dando vueltas con su reluciente sonido;

Y ranas a los estanques, cantando en la noche,

Y ciruelos silvestres de trémula blancura.

Los petirrojos vestirán su plumoso fuego,

Silbando a su antojo sobre el cercado.

Y nadie sabrá de la guerra, nadie

Se preocupará cuando todo haya acabado.

A nadie le importaría, ni al pájaro ni al árbol,

Si la humanidad pereciera del todo;

Y la propia primavera, cuando despertara al alba

Apenas se daría cuenta de nuestra partida.

 

de Sara Teasdale (San Luis, 8 de agosto de 1884 – Nueva York, 29 de enero de 1933).

 

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