Durante una pasantía en la Universidad de Chile, Florencia Méndez trabajó con maqui, calafate y murta para evaluar su potencial nutracéutico. Su objetivo: aportar al conocimiento científico desde la región patagónica.
En el sur de Chubut, una joven investigadora se abre paso en el mundo de la ciencia. Florencia Méndez es becaria doctoral del CONICET y se desempeña en el CENPAT, donde integra el Grupo de Investigación en Agroalimentos. En el marco de su formación, realizó una pasantía de dos meses en Santiago de Chile para analizar las propiedades bioactivas de frutos nativos patagónicos: calafate, maqui y murta.
La experiencia tuvo lugar en el Laboratorio de Nutrición Molecular y Funcional de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas de la Universidad de Chile. Allí, Méndez profundizó en técnicas de biología celular que le permitieron estudiar cómo estos frutos podrían prevenir enfermedades inflamatorias o neurodegenerativas, un área clave en el desarrollo de alimentos con beneficios para la salud.

Del monte al microscopio: cómo se estudian los frutos nativos en laboratorio
“El trabajo en laboratorio consistió en evaluar cómo ciertos extractos obtenidos a partir de estos frutos inciden en líneas celulares humanas. De esta forma, simulan condiciones de estrés oxidativo o inflamación”, explicó. Los resultados preliminares forman parte de su tesis doctoral, orientada a estudiar el potencial nutracéutico de especies vegetales que crecen en el monte patagónico. Esto es, la capacidad que tienen ciertos alimentos o componentes naturales de aportar beneficios a la salud más allá de su valor nutricional básico.


Además de sumar herramientas técnicas, la pasantía permitió fortalecer la colaboración científica entre equipos de Argentina y Chile. En este sentido, en regiones donde el conocimiento sobre los recursos nativos aún es escaso, este tipo de vínculos resulta indispensable. Y es que puede abrir caminos para pensar en productos locales con valor agregado, sostenibles y adaptados al territorio.
Desde Puerto Madryn hasta Santiago y de regreso, la trayectoria de Florencia Méndez habla de una ciencia que se construye con paciencia, arraigo y visión regional. Una ciencia que no olvida sus raíces.. ni sus frutos.
