Cada invierno, en Puerto Madryn y en playas cercanas como El Doradillo, se repite una escena asombrosa: ballenas francas australes que se acercan a menos de 20 metros de la orilla. La costa se convierte en un balcón natural donde locales y turistas disfrutan de forma gratuita uno de los espectáculos más impactantes del Atlántico sur. Sin necesidad de embarcarse, con mate y abrigo, la experiencia es inolvidable.
Cada año, entre junio y diciembre, las costas del noreste de Chubut se transforman en un verdadero santuario natural. La ballena franca austral, uno de los cetáceos más grandes del planeta, elige esta zona para reproducirse, dar a luz y cuidar a sus crías. Y dentro de este territorio privilegiado, el Área Natural Protegida El Doradillo se destaca como uno de los pocos lugares en el mundo donde es posible verlas desde la costa, a escasos metros de la orilla.
Ubicada a solo 15 kilómetros del centro de Puerto Madryn, El Doradillo se ha ganado la admiración de turistas, naturalistas y fotógrafos por igual. Su geografía particular, con aguas profundas que se extienden rápidamente desde la playa, permite que las ballenas se acerquen muchísimo a tierra firme.
En los días de marea alta y mar calmo, los visitantes pueden observar a madres y crías flotando, desplazándose con lentitud o incluso realizando saltos, sin necesidad de embarcarse.
Cómo acceder
Tal como indicó el medio ADN Sur, el acceso es gratuito y, aunque no hay transporte público hasta la zona, se puede llegar en vehículo particular, remis o excursiones turísticas contratadas. El ingreso principal conduce hasta el área conocida como Las Canteras, el sitio con mayor actividad cetácea.
Allí, un reciente tramo asfaltado facilita el acceso, dejando solo un pequeño recorrido de 4 kilómetros de ripio hasta el punto de observación.
La especie protagonista de este espectáculo es la ballena franca austral (Eubalaena australis), un gigante marino que puede llegar a medir hasta 16 metros de largo y pesar más de 50 toneladas. Su cuerpo oscuro, sin aleta dorsal, y sus características callosidades blancas en la cabeza la vuelven inconfundible. En esta etapa del año, las hembras amamantan a sus crías con una de las leches más calóricas del reino animal, y les enseñan las primeras lecciones vitales: respirar, moverse, orientarse.
El Doradillo fue declarado Área Natural Protegida en 2001, y se ha convertido en un emblema de la conservación marina en la Argentina. Está prohibido ingresar con mascotas o realizar actividades ruidosas que alteren el comportamiento natural de las ballenas. En cambio, se alienta una experiencia contemplativa, de observación respetuosa y silenciosa.

Guardaparques capacitados están presentes en el área para ofrecer asistencia, recomendaciones y asegurar el cumplimiento de las normativas.
Además de El Doradillo, también se pueden hacer avistajes desde otros puntos cercanos como playa Paraná o el muelle Comandante Luis Piedra Buena en el centro de Puerto Madryn, donde ocasionalmente se ven ballenas a simple vista. Y para quienes buscan una experiencia más aventurera, a partir del 10 de junio se habilitaron las salidas embarcadas desde Puerto Pirámides, el único sitio autorizado para esta actividad dentro del Área Natural Protegida Península Valdés.