“En Tierra del Fuego solo se ensambla”, “la 19640 solo beneficia a unos pocos”, “eso es cosa del pasado”. Son algunos de los mitos que señaló la directora ejecutiva de AFARTE Ana Vainman en su exposición en el Congreso Internacional “Motores del Desarrollo” que celebró la fundación FINNOVA en Río Grande, en torno a la Ley Nacional N° 19.640. 

Estos mitos que Ana Vainman propone desmontar con su presentación “Mitos y verdades de la ley 19.640”, son cosa común de escuchar cuando estamos fuera de la Isla. Hasta se dice que los productos de las plantas fueguinas solo tienen de nacional la caja y el manual. “Yo a diario lo escucho de boca de gente que uno se sorprendería”, ironizó la expositora.

Proceso de producción. Industria electrónica de Tierra del Fuego


El documental “El destino de Elena” de la productora fueguina EL ROMPEHIELOS, desarrolla el tema de la 19640 como un tema central. “Muchos no saben la situación que se vivía en este extremo austral” recuerda el ex ministro de economía y diputado nacional Mariano Viaña, uno de los creadores de la ley, “porque era necesario el establecimiento de población”. “Ésto  generó una cosa que fue creciendo a través de los años de una manera invalorable”.

El Régimen de Promoción en Tierra del Fuego, que según la directora de AFARTE “beneficia a todos y a cada uno de los fueguinos”, desde su implementación en 1972, ha sido una estrategia geopolítica fundamental de desarrollo e integración al resto del país. Gracias a las exenciones impositivas, aduaneras, y otros estímulos económicos de esta ley, existen y son viables distintas actividades económicas que dan trabajo a muchos fueguinos y fueguinas. Beneficios que compensan los enormes costos de logística y las particulares condiciones climáticas de la Provincia.

En un contexto de fuerte recorte del gobierno nacional y de discusión por el ajuste fiscal, la 19640 vuelve a ser blanco de críticas. Como por ejemplo las del diputado nacional por la provincia de Buenos Aires, José Luis Espert, aliado cercano del presidente Javier Milei, que sostuvo en una reciente entrevista radial que a los fueguinos nos iría mejor sin la promoción industrial. “¿Hasta cuándo vamos a promocionar Tierra del Fuego?”, se preguntó. “Por culpa de la promoción, Tierra del Fuego se dio el lujo de prohibir una actividad que le generaría mucha plata de manera genuina como es la cría de salmones”, expresó después, desconociendo la ley que regula esa industria en la Provincia.

“Cuando hay estrechez fiscal, es muy fácil desde Buenos Aires decir eliminen el régimen de Tierra del Fuego y nos vamos a embolsar todos esos cientos de miles de millones que le cuesta a Tierra del Fuego a la Argentina”, ejemplifica Ana Vainman, y explicó: “este famoso costo fiscal es un dato contrafáctico que aparece como una lineíta en el Excel del presupuesto nacional todos los años. Ese dato contrafáctico no contempla lo que sí aporta todo el sector de Tierra del Fuego. Acá no es que no se paga ningún impuesto, se pagan cargas patronales, se paga el impuesto país cuando se importa un insumo, se pagan impuestos internos, se pagan en la Provincia ingresos brutos, tasa de verificación de procesos productivos, se hacen los aportes al FAMP, es decir, todo eso no se contempla, es decir, no se resta de esa suma que aparece en el presupuesto”.

“Pero además, ese dato contrafáctico que aparece en el presupuesto nacional contempla una actividad existente, es decir, contempla lo que el Estado recaudaría si se aportaran IVA, ganancias y aranceles en función de la actividad que existe. Si los beneficios fueran menos, esa actividad sería menor o nula. Entonces, ese dinero que el Estado dice que se embolsaría si se eliminara el régimen de Tierra del Fuego no se lo va a embolsar”, concluyó.

Lo cierto es que sin la 19640, la actividad en la Isla se podría reducir muchísimo e incluso puede ponerse en riesgo todo aquello por lo cual se impulsó la ley originalmente: que haya desarrollo económico, que haya arraigo y una población pujante.

Imágenes tomadas en Mirgor para el documental “Pueblo de Río Grande” de EL ROMPEHIELOS

“En Tierra del Fuego sólo se ensambla”. Todo fueguino que esté leyendo esta nota habrá escuchado ese comentario alguna vez asociado principalmente a la industria electrónica. Pero lo cierto es que no es verdad, se hacen muchos otros procesos productivos en la Isla. Además el ensamblado en sí mismo no es un término peyorativo, es una parte del proceso productivo tan importante como las demás.

Ana lo aclara con estas palabras: “el hecho de no fabricar todos los componentes que se integran en un producto que luego se vende en el mercado interno no significa que no sea una parte del proceso productivo importante. Y cuanto más tecnológico es ese producto, más importante es el ensamblado, porque incluye los procesos de testeos, calibraciones, puesta en práctica y en marcha de los software que se le incluyen a las placas electrónicas, y todo eso es muy importante.”

“Entonces hay que desmitificar también esto de que ensamblar no es fabricar. ¡Sí señor, ensamblar es fabricar! Es una parte del proceso productivo y no tiene por qué considerarse menos que otras partes del proceso”.

La presentación de Ana Vainman, directora ejecutiva de AFARTE (Asociación de Fábricas Argentinas Terminales de Electrónica), y las otras ponencias del Congreso, se pueden ver libremente en el canal de YouTube de FINNOVA (youtube.com/@finnova.fueguina)

El Congreso Internacional “Motores del Desarrollo” promovido por FINNOVA, que reunió a más de 400 participantes a fines de abril en Río Grande, se centró en las políticas de promoción económica, destacando especialmente la Ley 19.640 de Tierra del Fuego. A lo largo del encuentro, expertos de diversos campos discutieron temas clave como la diversificación productiva, el desarrollo sostenible y el impacto de la ley en la soberanía y el comercio. Además, se realizaron comparaciones con regímenes internacionales similares, incluyendo las Zonas Económicas Especiales en Chile y las políticas de promoción económica en México, proporcionando una visión integral sobre la efectividad y el futuro de estos modelos.

Manuel Fernández Arroyo

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