Un Comodoro Rivadavia cordillerano y nevado, pasear por el puerto de Río Grande o buscar un submarino en Trelew. Escenarios imposibles para la imaginación de quienes habitamos la Patagonia: ¿cómo llegan a las pantallas de todo el país estos errores que muchas veces no llegan a enmendarse? Hablamos con los profesionales pertinentes para el caso.
Nicolás Piccoli es actualmente Editor Jefe de la versión web del Diario Río Negro, pero hasta hace algunos años atrás cumplía su rol periodístico en el diario Clarín. Hoy, desde General Roca, en la provincia de Río Negro opina sobre el tema: “la sensación que me da es que esos pifies del graph de la tele tienen que ver mucho con el apuro, el desconocimiento de dónde ocurren las cosas y tener que salir ya a emitir algo y en eso se comenten un montón de errores”.
Para el patagónico repatriado es algo que también le pasa a los medios online: “No es que lo quiera justificar -aclara-, pero esa cuestión de falta de precisión muchas veces tiene que ver con eso; y los geográficos son errores bastante comunes. De pifiar el lugar donde ocurre algún hecho, o la provincia: está correcta la ciudad o la provincia no. Eso también suele pasar. Son errores y a veces la corrección no es tan rápida como uno espera”.
La periodista Mariela Arias, corresponsal de La Nación en El Calafate, Santa Cruz, opina por su parte que “como periodistas tenemos la obligación de informarnos acerca del lugar del cual escribimos. Cuando me refiero a informarnos es no solamente saber la noticia, es citarla, organizarla y darle un contexto geográfico suficiente para que nuestros lectores sepan dónde está ocurriendo en ese momento un suceso”.
Plantea además que hoy se cuenta con “la gran facilidad de lo que es Google Maps, o cualquier recurso en internet que nos permita determinar una ubicación, decir cerca de qué está y a cuántos kilómetros. Además podes hacer un mapa y mostrar de dónde estamos hablando”.
Antes de Google Maps, Street View o cuanta otra herramienta que hay en la web gratis para utilizar, la solución simple para encontrar un lugar donde referenciarnos era -y es, en realidad, porque en el fondo es lo mismo-, un mapa. “La cuestión es que no se chequea la información. Lo correcto, como cualquier información de otro tipo es chequearla -expresa Piccoli-. Cuando tenés que mostrar imágenes o fotos; eso te pasa todo el tiempo. Tenés que ilustrar algo, tenés que mostrar un lugar, lo mínimo que tenes que hacer es chequear que la foto sea del lugar”.
Es cierto que recursos hay de sobra para poder chequear datos sencillos para escribir una nota pero ¿por qué entonces estos ‘horrores’ llegan a nuestras pantallas? El ahora editor web de Río Negro cree que “a veces el lugar desde donde llega la información, tu fuente, ya tiene un error. O es una agencia de noticias o está mal el dato original y se sigue, no hay un chequeo. El responsable, por supuesto, es el periodista que publica. Para mí no se da cuenta, pone la ciudad, la provincia que es otra y no lo piensa”.
Mariela, por su parte, recuerda que “en tiempos de Internet, que se globaliza la información, cualquiera puede estar leyendo nuestros artículos hoy, y con más razón es importante localizarlo y definirlo bien”. Plantea también la situación inversa: “a quienes escribimos desde las provincias hacia Buenos Aires -en este concepto de que todo ocurre en Buenos Aires-, muchas veces nos cuesta poder contar los lugares donde ocurren estos datos. Yo creo que es fundamental localizarlo, trabajar con un mapa a mano. Si es un lugar ignoto explicar si hablamos de una selva, un desierto o en medio de la montaña. Y dar como referencia un kilometraje como referencia, capital de provincia medianamente conocida”.
Arias ejemplifica que “en la Patagonia las grandes distancias definen las noticias; o por qué se demora tanto en llegar a un lugar en una situación de emergencia. O también las circunstancias climatológicas. Hay que explicarlas para que se entienda una historia, y no es lo mismo la Patagonia Norte que la Patagonia Sur. Siendo la región más grande de la Argentina también hay que diferenciar si algo ocurre en Neuquén o si ocurre en Tierra del Fuego. No es lo mismo”.
Si la visión de quienes escriben el interior hacia la gran Ciudad es tal de referenciar correctamente para que se sepa dónde uno está parado al momento de dar la noticia, ¿no debería ser igual a la inversa?. Nicolás Piccoli remarca que esto “a la gente del interior nos molesta que tiren cualquiera. Imprecisiones. A veces no son siempre del lugar, a veces son otras de cercanía, de un lugar de otro. Nos molesta que el lugar del que vivimos sea mal reflejado, no se habla nunca del lugar donde vivimos y cuando se habla, se habla mal o con errores, molesta eso. Pero al porteño le pasa lo mismo, pasa que no se enoja porque no conoce”.
Para Mariela hay una cuestión esencial que es carencia de reciprocidad y un problema generalizado. Ella dice que “la gente de las provincias tenemos hasta, si se quiere, la obligación de saber que si están hablando del Sur es Avellaneda, Buenos Aires; y no si el sur es la Patagonia. O sino uno conocer al detalle situaciones o barrios, o lugares de Buenos Aires cuando eso no es recíproco. Creo que es una gran falta de nuestro país el conocer sobre la geografía de Argentina. Estoy hablando de conocimientos que uno los adquiere en la escuela. Pero como periodistas debemos más aún saberlos a la hora de informar. No es un error que nos podemos permitir”.
Chequeado y re chequeado
“A mí me llama la atención que hoy se hable de que ‘se puso de moda’ el chequeo de datos, el fact checking, porque debería ser una práctica habitual, algo que este ‘incluído’ o que se dé por defecto en nuestro trabajo de todos los días”, dice Victoria de Masi, fueguina y periodista actualmente redactora en Revista Viva. Ella considera que la globalización e hiper conectividad, además, hoy expone a los periodistas más al “errar, al tiempo que es más fácil equivocarnos”.
Para Victoria “hay una audiencia más comprometida con la verificación de datos que una vez publicada la nota te avisa que te equivocaste, te explica por qué, te señala una fuente (alguien, un informe, una estadística, por ejemplo)” y por otro lado la urgencia: “el ‘todo ya’ atenta contra la calidad periodística. Pero las empresas no saben de tiempos. Es la dictadura del click. Creo que hay que dejar pasar la primicia, llegar tarde, pero informar mejor”.
¿Qué es lo que las audiencias exigen en realidad? ¿Calidad o rapidez? ¿O acaso ambos son incompatibles? De Masi remarca además otro punto importantísimo en la ecuación y resalta que “la precarización hace estragos. Se piensan que escribir un graph es un puesto menor y creo que hay que estar calificado o acompañado por alguien experimentado para reducir el margen de error”.
Sin dejar de resaltar como lo hizo Mariela Arias, que “la información está centralizada en CABA (Ciudad Autónoma de Buenos Aires) porque aquí funcionan las empresas de comunicación masiva. Eso habla de que fueron cerrando las corresponsalías, grave error a la hora de informar. Las corresponsalías son fundamentales para informar sobre lo que pasa en el interior, pero también son las primeras ‘víctimas’ del ajuste de recursos. Cuando hay una noticia no están ellos, que son los que están cerca”.
La facilidad de chequear y averiguar omite la necesidad de estar -o quizás la diferencia a la hora de escribir desde un punto en particular-, y se prioriza el ahorro de ese recurso que es el periodista corresponsal. “Nos estamos olvidando lamentablemente que nuestra misión es informar sobre otro para otro -profundiza De Masi-. El desconocimiento sobre una realidad ‘del interior’ es una falta de respeto para el protagonista de la noticia y para el lector. Ante la urgencia o la ignorancia, mejor parar y pensar. Pensar. No cómo hacerlo mejor sino cómo equivocarnos menos. Googlear, chequear un diario del interior, llamar a una radio local, siempre mejorar el trabajo si estamos lejos”.
Qué pasa cuando pasa
Uno de tantos colegas que están tras bambalinas y descubren los errores en Twitter de lo que se vio en la Televisión explica que “por lo general, cuando se manda alguna algún redactor y demás, excepto que sea muy muy heavy (alguna metida de pata con algo político) algún jefe le suele advertir sobre el error pero la verdad no pasa mucho más”.
En un repaso rápido de memoria confiesa que “fueron muy pocos los casos en los que pasó algo. A veces suelen firmar una advertencia, si es un error bastante heavy; sino la verdad no suele pasar demasiado”. El tiempo en televisión es vil, porque tirano le quedaría corto. Y salvo casos con alta sensibilidad social; muchos datos pasan casi sin el chequeo pertinente.
Descuido, mala leche, desconocimiento o sencillamente no llevar a cabo el trabajo como corresponde. La federalización informativa que se pregona debería ser cuanto menos exigente en este tipo de relaciones que se dan con las audiencias descentralizadas. Más allá de la trascendencia en sí que pueda tener la información, el buen periodista tiene incorporado -o debería tener al menos-, el chequeo como habitué que también incluye para su realización, mapas.
Pablo Riffo