Con su silueta inconfundible en la estepa, el guanaco es parte de la identidad de la Patagonia. Este 23 de agosto se celebra su día y la ocasión invita a recordar su historia, su vínculo con el territorio y los desafíos de conservación que enfrenta.


En la Patagonia, pocos animales despiertan tanta ternura y respeto como el guanaco. Su andar sereno, la mirada noble de ojos negros y grandes, y su presencia constante en las rutas que atraviesan la estepa lo convirtieron en un emblema de estas tierras. Para quienes habitamos el sur, verlo recortado contra el horizonte es volver a casa, a los vientos infinitos y a la memoria ancestral que une naturaleza y cultura.

El guanaco, para los patagónicos es una postal viva de la Patagonia, tan presente en la música como en los relatos de los viajeros que recorren las rutas del sur. Desde tiempos inmemoriales acompañó a los pueblos originarios, que lo valoraban por su fibra, su carne y su cuero, y lo incorporaban a su cosmovisión como un ser ligado a la abundancia y al equilibrio con el entorno.

Pero más allá de su simbolismo, el guanaco cumple un rol clave en los ecosistemas de la estepa

Es el herbívoro silvestre más abundante de Sudamérica y contribuye al mantenimiento de los pastizales patagónicos. Investigaciones recientes en Santa Cruz confirmaron que su presencia no degrada los ambientes, sino que forma parte de un equilibrio natural que se rompió con la introducción de ganado, alambrados y la expansión de la frontera productiva.

Los alambrados, en particular, se transformaron en un obstáculo mortal para las manadas que aún recorren grandes distancias en busca de agua y pasturas. Numerosos estudios y campañas ciudadanas alertan sobre el impacto de estas barreras, que lesionan y matan a cientos de animales cada año. La discusión sobre la convivencia entre producción y fauna silvestre atraviesa hoy a la provincia, y pone al guanaco en el centro del debate sobre el uso del territorio.

Aun así, el guanaco resiste. Con más de un millón de ejemplares distribuidos en Argentina y Chile, su silueta sigue siendo parte inseparable del paisaje.

Quien haya viajado por la Patagonia sabe que no hay trayecto sin ellos. En grupos familiares junto a las crías, en manadas corriendo al viento o quietos, vigilantes, sobre alguna lomada. Esa presencia cotidiana alimenta un vínculo profundo entre las comunidades y su fauna.


En su día, celebramos al guanaco como lo que es, un símbolo de identidad y pertenencia. Un animal que encarna la estepa, la libertad y la memoria ancestral de la Patagonia. Y también, un recordatorio de que protegerlo es proteger el alma misma de este territorio.

Por qué se conmemora el 23 de agosto como el Día del Guanaco

El 23 de agosto fue elegido como el Día Internacional del Guanaco a través de un consenso entre más de 40 organizaciones. Entidades gubernamentales, académicas, representantes de comunidades indígenas y de la sociedad civil, principalmente de los países donde habita esta especie nativa de América del Sur.

La elección del mes de agosto, y particularmente este día, fue estratégica. Se buscó conmemorar cerca de la fiesta de la Pachamama, muy arraigada en las culturas andinas. Especialmente para reforzar la conexión cultural y simbólica del guanaco con la tierra y los pueblos originarios.

Además, el año 2024 fue especial, porque las Naciones Unidas lo declararon como el Año Internacional de los Camélidos, destacando su importancia en la nutrición, seguridad alimentaria, economía rural y cultura.

Ese mismo año, el guanaco fue incorporado al Apéndice II de la Convención sobre Especies Migratorias (CMS) durante la COP14, lo que impulsa a los gobiernos a mejorar los planes de manejo de la especie

FOTOS: FRANCO BUCCI

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