Los mal llamados “medios nacionales” volvieron a hacer gala de su recurrente falta de empatía en la cobertura de casos que surgen del interior y que tienen trascendencia nacional. La visión centralista por encima del federalismo mediático: ¿periodismo irresponsable?. Lo analizamos en esta nota.

La llegada de Nicolás Repetto a uno de los noticieros nacionales más vistos del país había generado voces a favor y en contra desde el inicio. El conductor, después de años de haber estado lejos de las pantallas, regresaba de la mano del periodismo para ofrecer a la teleaudiencia un producto con estilo distinto, descontracturado, disruptivo a los mediodías informativos.

Ese concepto de periodismo con perspectiva ciudadana no se hizo esperar: Repetto formalizó antecedentes en un “mano a mano” con Fernando Jones Huala, hermano del lonko mapuche Facundo Jones Huala, hoy detenido en medio del entuerto por el reclamo de tierras sagradas y la vinculación ineludible a la desaparición de Santiago Maldonado.

Tratando de no meterme en ninguno de los dos lados. Ya saben cuál va a ser el final: viene la Gendarmería, ustedes -perdón, la gente de ahí- va con las piedras para reaccionar y puede terminar ocurriendo un episodio como el que ocurrió”, le plantea el conductor durante la conversación y sigue “si no va una cámara a ver que ustedes hacen eso y a mostrarlo, es una interna entre ustedes y la gendarmería del lugar”.

Insistente Repetto en la encarnación del ciudadano de a pie, dice “¿Te puedo mostrar qué es lo que uno ve de acá de Buenos Aires? No es con mala leche. Con la mejor leche del mundo. Uno ve -porque es lo que sentimos los de a pie, los que no estamos en el conflicto-…,” y mientras habla se coloca un pasamontañas en la cabeza: “vos venís a la noche, con tu señora. Tenés 60 años, venís con la chatita, a lo mejor llevas una oveja atrás; y ves un grupo de gente que tiene estas máscaras, que corta la ruta con piedras. Yo no entiendo qué es lo que pueden conseguir, simpatía de la gente no van a conseguir, van a conseguir que la gente les tenga miedo”.

¿Es tan así? ¿Es la lectura del ‘ciudadano de a pie’?

Ser o no ser Doña Rosa

Doña Rosa es la personificación de la audiencia. La referente por excelencia del pensamiento coloquial, receptora de la simplificación periodística. La que tiene que entender los difíciles temas que hacen a las noticias. Escudera de la ignorancia, en nombre de Doña Rosa la información se ha desdibujado en múltiples ocasiones para que ella -y todos en ella-, lo puedan entender.

Consultamos a periodistas “del interior” ante las estrategias periodísticas en favor de Doña Rosa. Andrés Bacigalupo es periodista y licenciado en Comunicación Social. Oriundo de la provincia de San Luis, se desempeñó en distintos medios en la ciudad de Buenos Aires y volvió a su provincia natal hace tres años. Consultado por EL ROMPEHIELOS, Bacigalupo calificó el hecho “entre bizarro y como que quiere hacerse el empático con ‘doña Rosa’ pero le salió horrible. Para mi salió re mal”.

El recurso es polémico, pero lo que es más polémico es que lo haga él. Que se ponga como conductor el pasamontañas. Eso es lo que hace mucho ruido, pero Repetto es Repetto, viene del enfrentamiento. Suena poco creíble. Si hubieran usado una tercera persona, no sé” agregó el periodista.

Consideró que “si la intención era decirle a Jones Huala ‘miren, así es como la gente los ve y ustedes generan temor por encapucharse’, lo hubiera hecho de otra forma. Lo invalida el recurso que lo haya hecho él. Igual está hace poco y me parece que esto está planeado para generar algún tipo de efecto en las redes para que se hable de él”.

Desde su punto de vista, Bacigalupo plantea que “no sé si hay tanta diferencia entre una ‘Doña Rosa del interior’ y una de Capital. Me parece que son la misma”, aunque considera que “en el interior no son frecuentes los cortes de ruta y los piquetes. A lo mejor mucha gente no tuvo la experiencia directa de ir por la calle y no poder cruzar, y ver gente encapuchada y todo este miedo que generan”.

En busca de más opiniones, EL ROMPEHIELOS consultó al periodista y productor televisivo de “Río Grande al día”, Santiago Claus.

EL ROMPEHIELOS: ¿Qué sensación te genera el abordaje y la metodología que usaron en este caso?

Santiago Claus: Sensación de asco. Abordar el tema desde la comodidad de algunos sin ver la realidad de miles. La metodología fue quebrar el relato del entrevistado con una reacción sorpresa. Por suerte, respondió hábilmente y con una altura inusitada. Lamentable lo de Repetto, a la altura de Feinmann (Eduardo) y los derechos de unos contra los derechos de otros.

ER: Vos como periodista y productor ¿hubieses hecho lo mismo?

SC: No lo hubiera hecho jamás de esa forma. Si me lo piden hubiera buscado el recurso de una encuesta anónima para poner en aprieto al invitado. Alguna persona enferma que no puede pasar. Pero no esa, a las claras estuvo mal pensado y ejecutado.

ER: ¿Creés que refleja una visión general o es un despiste de la producción en particular? ¿Los canales nacionales abordan -a tu criterio- los temas del interior como corresponde?

SC: Abordan los temas en base a su preocupación, jamás consultando a las fuentes generadoras de noticias del interior. Es un fiel reflejo de todos los canales. Rellenar sin chequear. Y jamás dan continuidad ni corrigen la información.

Carlos Hughes se desempeña como periodista desde 1989 en la provincia del Chubut. El diario El Chubut, LU 20, Canal 7, FM Tiempo, Diario Jornada son algunos de los medios que pueden dar fe de su trayectoria y por lo mismo lo consultamos.

EL ROMPEHIELOS: Me parece que lo de Repetto es el súmmum de una serie de micro barbaridades que se viene diciendo en “medios nacionales” sobre el reclamo Mapuche ¿Vos cómo ves que se está tratando el asunto en líneas generales?

Carlos Hughes: Para mi hay mucha cancha embarrada, mucha pirotecnia y mucho cotillón. Se mezcla todo y al final se pierde lo sustancial, que es que un tipo, en una manifestación y frente a una fuerza federal, desaparece y después de 40 días nadie sabe absolutamente nada. El Estado es por lo menos incapaz. Cualquiera de las tres hipótesis posibles muestra al Estado en su conjunto impotente: si es una desaparición forzada, finalmente y en el peor de los escenarios, estamos ante algo extremadamente peligroso para la sociedad en su conjunto. No se trata de Maldonado, ni de Jones Huala, ni del tema Mapuche: se trata de alguien al que -si finalmente es así- el Estado desapareció. Es tremendo.

Si, digamos, estamos ante una Estado que no hizo o hace todo lo que hay que hacer para investigar, también estamos en problemas. Y si hizo todo lo que puede y aun así no encuentra a Maldonado, es -repito- como mínimo incapaz. Ninguna de las tres lo favorece. Los medios nacionales se pierden en la nebulosa de contar -muchas veces desde el interés- mucho de lo que hay en la tangente del problema, cuando en realidad el gran problema, el único gran problema, es que llevamos 40 días con alguien desaparecido en las circunstancias que desapareció. Es gravísimo. Las elecciones en poco más de un mes y la carroña política tampoco ayudan.

ER: ¿Se diversifican los puntos de análisis por una necesidad de profundizar los temas o por el contexto de cancha embarrada que planteas?

CH: No lo sé, habría que ver caso por caso. También es cierto que a partir de lo mucho que se politizó el tema existe la sensación de cosa juzgada respecto a la tarea de los gendarmes. Es todo muy complejo para casi todos, siendo que casi todos somos los que no estuvimos ahí en ese momento. Tampoco ayuda un juez que prefiere hablar con medios nacionales por sobre los locales, muy federal que digamos no es.

ER: ¿Por qué se dan está situaciones? ¿Masividad? ¿Y por qué los periodistas locales son los últimos en ser consultados?

CH: O vedetismo, no termino de entenderlo.

ER: Repetto con la capucha diciendo “así los vemos nosotros a ustedes” o planteando que si no hay una cámara es una “interna entre Gendarmería y ustedes” a Jones Huala ¿Qué te genera?

CH: Es lo mismo ¿qué tiene que ver eso con un tipo que está desaparecido? Es lo mismo que cuando intentan desacreditarlo a Maldonado diciendo que era pariente de este o hacía aquello. ¡¿Qué tiene eso que ver con que chupen a un tipo, si finalmente fue sí?! El problema es que desapareció alguien en una manifestación frente a una fuerza federal. Eso tiene que aclarar el Estado, lo demás es bijú.

La prioridad por sobre la urgencia

La problemática, más allá del tratamiento, es cuestión de enfoque. El foco del caso Maldonado, a medida que pasa el tiempo y el contexto político avanza, es -por lo menos desde el abordaje mediático-, haber quitado del centro el hecho de que existe una persona desaparecida hace 40 días sin que nada se sepa de ella.

El análisis desde la perspectiva coloquial puede variar según la interpretación que se haga desde las audiencias. Más o menos preparadas, con mayor o menor conocimiento sobre el caso, o el contexto, o la historia; el público tiene el increíble desafío de mantener en el centro la situación de fondo que sigue irresuelta: todavía no sabemos dónde está Santiago Maldonado.

Este desafío es doble frente a la mentada posverdad que hoy tiene su protagonismo en las redes sociales que abarcan todos los puntos. Por encima de la decisión -inocente o direccionada- de las líneas editoriales de los grandes medios de comunicación. Y de los no tan grandes también.

 

Pablo Riffo

 

 

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