Chubut avanza con la instalación de paneles solares en sus Áreas Naturales Protegidas. Un paso firme hacia una transición renovable que protege la biodiversidad y garantiza energía en zonas remotas.

En la meseta y la costa, en los rincones donde el viento sopla libre y la naturaleza se conserva casi intacta, la energía empieza a llegar de otra manera. Sin ruidos, sin combustión, sin humo. Solo sol, paneles y voluntad política. En Chubut, las Áreas Naturales Protegidas comienzan a abastecerse con energías limpias, gracias a una iniciativa que busca transformar la forma en que cuidamos y habitamos el territorio.

El proyecto se enmarca en el Programa de Energías Limpias para Hogares y Comunidades Vulnerables (PELHCOV), una propuesta que lleva adelante el Gobierno del Chubut con el impulso del gobernador Ignacio “Nacho” Torres. La instalación de paneles solares ya se concretó en Los Altares, Lago Baggilt, y en las unidades operativas de Isla de los Pájaros y Punta Pirámides, ambas ubicadas dentro del Área Natural Protegida Península Valdés.

Una apuesta por la sostenibilidad

La iniciativa es fruto del trabajo conjunto entre el Ministerio de Turismo y Áreas Protegidas, la Secretaría de Ciencia y Tecnología y la Secretaría de Ambiente y Control del Desarrollo Sustentable. El objetivo: reducir la dependencia de combustibles fósiles, mitigar el impacto ambiental y garantizar acceso a energía sustentable en zonas de alto valor ecológico y difícil acceso.

No se trata solo de tecnología, sino de coherencia: llevar energía limpia a los lugares donde la conservación es prioridad.

La primera experiencia se realizó en Punta Loma, donde los paneles ya funcionan con éxito. Ahora, el programa avanza hacia otros puntos clave de la provincia: Punta Norte, Cabo Dos Bahías, Rocas Coloradas, Punta Márquez, Piedra Parada, Bosque Petrificado y Caleta Valdés están en la lista de próximas instalaciones.

Cuando la energía acompaña a la conservación

En lugares donde el silencio y el entorno natural son parte del patrimonio, minimizar el impacto es tan importante como garantizar la presencia del Estado. Por eso, estos paneles no solo encienden luces o calientan agua: permiten que las tareas de conservación se desarrollen de manera más eficiente y responsable.

La energía que llega con el sol se convierte, así, en un nuevo aliado para el cuidado de la biodiversidad, fortaleciendo las infraestructuras que protegen paisajes únicos, especies vulnerables y ecosistemas que no admiten errores.

Y aunque la transición energética es un desafío global, cada acción local suma. En Chubut, ese cambio ya comenzó.

Deja tu comentario