El Calafate vivió una jornada única cuando los músicos de La Renga compartieron su arte y experiencia con los jóvenes de la Escuela Provincial de Música. Una fusión de talentos que dejó huella en la comunidad.
El sonido del viento patagónico se mezcló con acordes y melodías en una mañana que quedará grabada en la memoria de El Calafate. Los integrantes de la sección de vientos de La Renga, reconocida banda de rock nacional, dedicaron tiempo y conocimiento a los jóvenes músicos de la Banda Sinfónica Juvenil de la Escuela Provincial de Música, en un encuentro que trascendió generaciones y géneros musicales.
Leandro “Loosi” Loos, trombonista de La Renga desde hace 15 años, ya conocía la esencia de El Calafate. Su vínculo con Ariel Encina, profesor de la escuela Re.Si El Calafate, facilitó este encuentro. Junto a Loos, estuvieron Cristian “Látigo” Díaz en la trompeta, Marcelo Garófalo con el saxo barítono y Manuel Varela, histórico saxofonista de la banda desde 1995.
La jornada comenzó con clases magistrales, donde los músicos se dividieron por instrumentos para brindar atención personalizada a los estudiantes. Cada joven tuvo la oportunidad de aprender directamente de profesionales con vasta trayectoria, absorbiendo técnicas y consejos que solo la experiencia puede ofrecer.
“La idea es dejar un mensaje de aliento hacia el estudio del instrumento”, compartió Ariel Encina a Señal Calafate, destacando que algunos de estos músicos fueron docentes en orquestas barriales de Buenos Aires antes de integrarse a La Renga.
Ensayo compartido: la música como puente
Tras las clases individuales, llegó el momento de unir sonidos en un ensayo conjunto. La sala se llenó de música, risas y miradas cómplices. Los jóvenes músicos, con ojos brillantes, siguieron las indicaciones de sus mentores, creando una sinfonía que resonó más allá de las paredes del aula.
“Fue una alegría poder venir a compartir”, expresó emocionado Leandro Loos, reflejando el sentimiento de todos los presentes.

Un legado que inspira
Este encuentro no solo enriqueció a los estudiantes, sino que también fortaleció los lazos entre la comunidad y los artistas. La presencia de músicos de la talla de los integrantes de La Renga en un espacio educativo local es un recordatorio del poder transformador de la música y de cómo el arte puede unir mundos aparentemente distantes.
El Calafate, con su paisaje imponente y su gente cálida, fue testigo de una jornada donde la pasión por la música derribó barreras, inspirando a las nuevas generaciones a seguir soñando y tocando, con la esperanza de que algún día sean ellos quienes transmitan su conocimiento a otros.
