Diego Quiroga es el capitán del velero Pic La Lune, que recorre las aguas fueguinas transportando alumnos y expedicionarios. Recién llegado de Península Mitre le cuenta a El Rompehielos cómo es eso de navegar por el fin del mundo.

“En el agua se dice que, si le cambias el nombre a un barco, no navega”, cuenta Diego Quiroga mientras busca en su cabeza los distintos significados que le han ofrecido por el nombre que lleva su embarcación, el velero Pic la Lune. “El antiguo dueño del barco me dijo que ese era el apodo que tenía Saint-Exupéry (autor de El Principito) en la marina francesa. Quiere decir ‘con el rumbo de la luna’ o, ‘lunático’; también me han dicho que significa ‘el pico de la luna’”.

Hace menos de un mes, Quiroga renunció a todos sus trabajos relacionados con la actividad académica (incluidas sus labores en el Conicet y, como docente en la Universidad de Tierra del Fuego) y asumió que la navegación no es ya un hobby, sino su principal ocupación: “Me costó mucho tomar esta decisión, pero siento que -terminado mi doctorado en Geografía- el trabajo académico es un objetivo cumplido: la investigación continúa, pero de otra manera”.

Regresando del primer viaje a Península Mitre después del invierno (junto al investigador Cristian Lagger), Diego reflexiona sobre el encanto que ejerce en su vida la navegación: “Me motiva la exploración, buscar lugares a los que muy poca gente ha llegado y si te cruzás con alguna embarcación es de casualidad. Son pocos en el planeta los que tienen la suerte de llegar hasta ahí. Ese es mi principal motor: la expedición siempre le da un valor agregado, incluso con lo difícil que es la cuestión meteorológica en estas aguas”.

“La mayoría de las expediciones científicas son investigaciones de la rama biológica, que no tiene mucho que ver con mi campo que es la geografía. Por eso, mi participación en los viajes es como ayudante de campo y la asistencia desde el punto de vista práctico: cuando están buceando, colaborar cuando sacan cosas del agua o al momento de sumergirse”, cuenta Quiroga.

Las aguas de Península Mitre despiertan el interés tanto de los investigadores científicos, como de quienes buscan disfrutar de un paisaje prístino: en la actualidad, mediante velero es una de las formas para acceder a esta impresionante área, que aún no se encuentra protegida por ley. También se puede recorrer a pie.

La importancia de este ecosistema que despierta tanta curiosidad radica en que alberga más del 80 % de las turberas de todo el país, convirtiéndolo en un sitio clave para la lucha contra el calentamiento global, debido a su capacidad de absorber y retener carbono. La gran cantidad de restos arqueológicos que habitan sus costas no hacen más que sumar motivos para que se concrete su protección legal, una causa que lleva más de 30 años en la provincia.

Las clínicas y cursos de navegación son otras de las actividades frecuentes del velero y su capitán cuenta que una pasajera que nunca falta en el Pic la Lune es la música. “Nunca faltan los instrumentos a bordo; incluso he hecho algunos viajes con amigos hacia la zona de Harberton especialmente con la idea de armar algunos temas para tocar y compartir. La música siempre da vueltas arriba del barco”.

Durante el año, varían mucho las actividades que realiza, dependiendo sobre todo de las temporadas: “Antes del invierno hice varios viajes a Península Mitre, y también a la Antártida”

Quiroga comparte su destino con el Pic la Lune, desde hace ya cinco años, y desde el primer momento supo que el vínculo entre ellos -barco y capitán- sería fuerte: “El velero se lo compré en 2017 a unos amigos españoles que estaban navegando por todo el mundo y estuvieron un tiempo en Tierra del Fuego. Cuando llegaron a Puerto Montt decidieron sacar el barco del agua y ponerlo a la venta. Me comuniqué con ellos, y así fue como el velero vino a mí”, cuenta. Su expresión no es precisamente literal, ya que Diego tuvo que ir hasta Chile a encontrarse con la embarcación hasta y desde allí volver en la que sería su primera gran expedición como capitán. “Nunca había capitaneado más de tres días y regresé por lugares donde no había estado jamás”.

“Tengo la suerte de vivir en Ushuaia y, más allá del frío y las aventuras, se conoce un montón de gente que anda navegando por el mundo, lo que te lleva a generar buenos vínculos”. De allí provienen muchas de las versiones que le han dado por el poético nombre de su velero: “Me gusta que se llame así, es como si fuese una frase en lunfardo, que tiene distintos significados y todos son interesantes. Por eso, cada vez que llega un francés, le pregunto qué quiere decir Pic la Lune”.

Lucía Fernández Hadid

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