La Base Antártica Belgrano II está tan al sur que hasta un fueguino se sorprende de lo alejada que está del continente. Desde aquella latitud realmente Austral, Lucas Merlo y Mario Suárez, responsables del trabajo meteorológico que se realiza en el lugar, conversaron con EL ROMPEHIELOS y pusieron en perspectiva la importancia de mantener presencia argentina en el continente blanco.
Sentados frente a un celular con el que logramos concretar la video llamada y conversar “cara a cara”. Con delay porque el ancho de banda no acompaña -ni de este lado, mucho menos de aquel-, después de acomodar el dispositivo para que todo quedara relativamente bien, comenzamos a charlar.
Lucas Merlo y Mario Suárez están a cargo de la Estación Meteorológica de la Base Belgrano II. Hace poco más de diez meses que llegaron y están por culminar la campaña que dura un año. La noche polar terminó, y comenzó el día en el polo sur.
“En este momento tenemos prácticamente claridad 24 horas. Mayormente tenemos el día entre 20 horas más o menos de sol. Prácticamente no tenemos noche, solamente se ve el horizonte claro” cuenta Lucas. Una suerte de verano fueguino exagerado al máximo.
Los cuartos están acondicionados, con las ventanas tapadas, y la luz se maneja con lámparas “para por lo menos tener una noche que podamos descansar bien, sobre todo lo psicológico: de tal hora a tal hora sería la noche”.
“Lo mismo sucede en la oficina donde trabajamos -agrega Mario-. Bajamos la persiana, lo que sería la cortina en el horario nocturno y la abrimos y la levantamos cuando es el horario diurno. Porque biológicamente el cuerpo humano no está acostumbrado para toda esa claridad”.
La estación meteorológica es la única donde se trabaja las 24 horas. El resto de la base tiene sus trabajos y horarios distintos. “El Servicio Meteorológico Nacional, a través de la oficina acá, está funcionando las 24 horas y en el caso nuestro siempre hay una persona que está de turno, y el otro está descansando” explica Mario.
De lunes a lunes, las 24 horas, los turnos de meteorología están a cargo de Lucas y Mario. Hace un mes, ambos registraron mil observaciones cada uno. Los registros se toman con diferentes instrumentales cada tres horas. La información se distribuye en Marambio, el Servicio Meteorológico Nacional, y a su vez a nivel global para hacer pronósticos y cálculos estadísticos que ayudan al estudio del cambio climático.
“Básicamente, lo que hacemos es vigilancia meteorológica. Los datos que aportamos en observación cada tres horas constituyen un valor muy importante en cuanto al aporte a la ciencia” agrega Mario. La base Belgrano II es la más austral que tiene nuestro país, “y los datos que brindamos acá son de vital importancia, no solamente por su cuestión geográfica, sino por lo inhóspito del lugar. Acá no hay prácticamente fauna, entonces los datos meteorológicos que brindamos son puros”.
Lucas toma la posta y ejemplifica: “podríamos decir como que la Antártida es el termómetro del mundo. Cualquier variación de cualquier tipo de información, ya sea temperatura, algún fenómeno específico, estaría marcando una tendencia clave a nivel mundial”.
Y es que la ubicación de Belgrano II la convierte en única y es esencial. Quizás una imagen sirve para graficar lo austral que es la posición de la base. Con ayuda de la imagen satelital de Google Maps se puede tener una idea de esa dimensión. Mario explica más adelante: “el resto de las bases están sobre el glaciar. Tienen sus movimientos naturales y los datos no son tan precisos como los que salen de acá”.
Humanos descongelados
La base -y la casa de los meteorólogos- está ubicada sobre un florecimiento rocoso cubierto por hielo y nieve. Las relaciones entre ellos y quienes comparten la base (21 personas en total) se forja de la misma manera: un poco a fuerza y un poco a disposición.
“La relación es amena, nos llevamos bien. El tema es que nosotros con Mario, más allá que uno está de turno, vivimos en una casa que tiene su lugar de esparcimiento, un comedor y una cocina y a su vez hay una casa principal donde estamos con los otros compañeros” relata Lucas.
Mario explica que ambos conviven en una casa aparte, donde está la Estación Meteorológica y las habitaciones de ambos. “Tiene mucho que ver la convivencia y la voluntad de cada uno. Ha sido un año bastante bueno. Estamos a 10 meses de la campaña, prácticamente a dos de volver si Dios quiere”.
En estos lugares donde el trabajo y la convivencia se combinan, la decisión personal de llevarse lo mejor posible es esencial y prima por sobre cualquier conflicto que se pueda generar. A la distancia y el aislamiento se le suman las complicaciones para la conectividad, que sufre además los embates climáticos del lugar.
Ver el último partido que dejó a Argentina dentro del mundial de Rusia 2018 fue anecdótico. Lucas recuerda que “lo pudimos ver a través de uno de los chicos que trabaja acá; tuvo que decirle a la señora que nos ponga un celular frente al televisor y nosotros reproducirlo en una pantalla gigante y de esa manera, más o menos pudimos ver el partido y vivir el mismo nerviosismo que se vivió en el continente”.
Internet es su puente con el mundo exterior. “Dependemos de eso -sintetiza Lucas- del poco internet que tenemos”. Fue el único partido de Argentina que pudieron ver en toda la campaña. “El único y el más importante –enfatiza Mario-, el único y el más importante”.
La vuelta de Mario y Lucas todavía no está definida y dependen de las pruebas en hielo que se llevan adelante en el Rompehielos Almirante Irizar, aunque todavía no tienen la certeza que pueda ser así. “Estamos como todo el mundo, nos enteramos por lo que dicen las noticias”.
Decisión de a pares
Lucas Merlo es originario de Villa Mercedes, en San Luis, pero hace más de 10 años está viviendo en Esquel, Chubut. Está casado con Belén y tiene dos hijos. “Mi familia está allá en Esquel. Siempre la comunicación es vía internet, a través de Whastapp. Tengo dos nenes varones, estamos comunicándonos todos los días con alguna video llamada, algún mensajito. Ellos me esperan allá”.
Para Lucas “la Antártida fue un sueño. Yo ejerzo meteorología en un aeropuerto allá en Esquel y la verdad es una puerta al aprendizaje en un lugar tan inhóspito al que no puede venir cualquiera. Desde que me recibí fue un gran sueño”, explica.
Decidir recorrer cientos de miles de kilómetros al sur no es algo que tuvo -ni pudo- hacer solo. “La decisión fue compartida. Tiene que ver en todo mi señora, ella me apoyó desde el principio; incluso, cuando me anoté para ver si podía quedar para la Antártida, al poco tiempo me enteré que iba a ser papá. La verdad fue todo un desafío replantearlo, ver qué hacer y le dimos para adelante con mi señora. La verdad que es de fierro”.
Estar lejos puede ser difícil y duro, pero Lucas invierte la fórmula: “yo creo que el mayor esfuerzo lo hacen ellos. Uno si bien se viene a un lugar, ellos quedan con una persona menos. Mi señora tiene que suplantar toda la actividad que yo hacía como papá, como esposo. La verdad que es una gran decisión de a dos”.
Por su parte, Mario Suárez, jefe de la estación meteorológica, es oriundo de Córdoba, tiene 39 años y desde 2005 está casado con Karina. “Tengo tres gorditos, de 10, 5 y 2 años. Hace 12 años que estamos casados con mi esposa. Esta es la carrera que elegí yo y de la que estoy contento y orgulloso. Venir acá por segunda vez, así como la primera, fue y es una oportunidad. No solamente profesional, porque los fenómenos meteorológicos son exclusivos de estas latitudes, así que la experiencia que uno puede ganar no la tiene en ninguna otra parte del mundo”.
A la experiencia se le suma el incentivo económico que reciben quienes deciden congelar un año sus vidas en la Antártida -aunque en la práctica el tiempo nunca deja de pasar para quienes no están con ellos-. Sin dudas también está el condimento motivacional de una diferencia económica. Lucas piensa hacer su casa en Trevelin, en Chubut, donde tiene un terreno con la diferencia de plata que pueda hacer en esta campaña. La provincia Patagónica le proveyó al villamercedino de todo lo que hoy lo compone como persona: conoció a su señora ahí, sus hijos nacieron ahí, y piensa quedarse ahí.
Auroras Australes
“Las boreales están al norte, en Canadá” corrige Lucas con sencillez, ante la consulta de las luces que pudimos ver todos a través de las redes sociales pero que ellos pudieron contemplar personalmente.
“Una de las cosas más lindas de la base son las auroras. Es la única base argentina en la que se pueden observar auroras” comenta Lucas. “Son parte de algunas cositas que la naturaleza nos ha regalado este año -agrega Mario- especialmente en esa noche larga de 4 meses, la noche polar”.
Todos los datos que se colectan en la Antártida generan un registro histórico. Como lo mencionaron en más de una ocasión, tanto Lucas como Mario entienden la importancia de datos meteorológicos libres de agentes externos, tanto para la Argentina como para el resto de los países que se benefician de esos registros.
“Para nuestra carrera significa muchísimo, sobre todo para nuestro curriculum, y para el aprendizaje que vimos acá; son fenómenos que quizás en el continente no los volvamos a ver. Es de la carrera en algún punto, un cierre. El poder haber observado y registrado. Sabemos que después esos mismos fenómenos no se van a dar en el continente”, explica Lucas.
Sin embargo y a pesar de la importancia de lo que sucede kilómetros al sur de Tierra del Fuego no tiene la trascendencia que debería. Mario opina que “no hay tanto conocimiento. La función nuestra es contarle al resto de los argentinos qué hacemos, a qué nos dedicamos y cuáles son las razones por las que Argentina mantiene 6 bases en la Antártida desde el año 1904, de manera ininterrumpida, haciendo ciencia y soberanía”.
“La Antártida es el reservorio científico del mundo”, destaca Mario. Todo lo que se puede desarrollar y estudiar en esas latitudes “tiene amplias connotaciones en la ciencia, en todas. Y sin duda a lo que hace en la vida del ser humano en la tierra”.
¿A quién subimos al Rompehielos Irízar y mandamos a la Antártida para que eso cambie?
“A un Comunicador Social -dice Lucas- o quizás alguien del Ministerio de Educación sería el indicado para promover, sobre todo en los colegios de los chicos. No sé si por ahí meterme en la parte política o decir quién sería el indicado, pero sería muy bueno que se dé a conocer desde la educación.
Por suerte la divulgación del trabajo que se realiza en la Antártida cuenta hoy con un aliado. Lucas y Mario usan sus redes sociales (Facebook, Instagram y Twitter) pero además cuentan con el Facebook oficial de la Estación Meteorológica Antártica Belgrano II “que ha tenido mucha repercusión a través de la aurora. A la gente le impacta mucho lo visual, y se interesa por la información que vamos subiendo. Las fotografías y el contenido y las explicaciones de diferentes fenómenos. Diferentes medios se han comunicado a través del Facebook, por ahí escuelitas nos han pedido que hagamos algún experimento”.
La posibilidad de llegar sin intermediarios al polo sur “para nosotros es indispensable ese medio, porque además de dar a conocer hemos tenido interacción con la gente”, remarca Lucas.
Mario acompaña: “la exposición que brindan las redes sociales juega un papel importante. La función del Servicio Meteorológico Nacional es justamente eso: brindar, compartir, dar a conocer. Y puntualmente lo que hacemos en la base más austral de la Argentina”.
La Base Antártica Belgrano II es increíble en sí misma, pero más cuando se descubre gente apasionada y comprometida que comprende y trasmite la importancia del trabajo que ahí se realiza. Lucas y Mario no se olvidarán jamás este año en los hielos del polo sur, pero su paso no será anecdótico. Los registros diarios que allí se colectan completan un libro histórico que marca el pulso climático del mundo. Un lugar desde donde Argentina es protagonista y pionera, y sigue siendo en los hombros los dos meteorólogos a cargo del Servicio en la base más austral de nuestra Patria.
La experiencia de conversar con ellos no se completa sin el saludo especial de ambos por encargo de quienes los acompañan en la base y sacrificaron algo de su internet para que pudiera ser de uso exclusivo para la entrevista.
Pablo Riffo