Las migraciones ancestrales de los guanacos, herbívoros emblemáticos de la Patagonia, revelan un delicado equilibrio entre naturaleza y la cultura de la población humana que coexiste con ellos. Con su desplazamiento estacional, estos camélidos moldean paisajes, promueven la biodiversidad y enfrentan desafíos de conservación en un mundo en constante cambio.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) destaca que estos animales “cumplen una función esencial en diversos ecosistemas. Son especialmente importantes en las regiones desérticas y montañosas, donde son parte integrante de los medios de vida y las prácticas tradicionales de las comunidades indígenas”.

Cada una de las siete especies que existen en la actualidad tienen características particulares. Los camellos y dromedarios aguantan transitar por grandes distancias sin agua, y algunas llamas y alpacas son fuente de fibra, carne, pieles, incluso su estiércol se utiliza como combustible y fertilizante. Las llamas han sido fundamentales en la cultura Inca. La vicuña estuvo a punto de la extinción porque se importaba su fibra a otros países, hasta que en 1979 se firmó un convenio internacional para protegerla. Los camélidos son de los rumiantes que menos gases de efecto invernadero producen, y que milenariamente han sido utilizados para transportar personas y productos.

El guanaco (Lama guanicoe) es de la familia de los camélidos y habita mayormente en Argentina. La estepa patagónica es uno de los lugares donde pueden encontrarse grandes poblaciones de esta especie, pero estos simpáticos habitantes del sur, no siempre estuvieron concentrados solo ahí. Originalmente, su distribución iba desde Ecuador hasta la Patagonia. Aún queda alguna población residual en Paraguay y, en Argentina, podemos encontrar algunos ejemplares en el Parque Nacional Quebrada del Condorito, en Córdoba; en provincia de Buenos Aires y pequeñas poblaciones en La Pampa.

A través de sus migraciones, el guanaco conecta ambientes y culturas. Para alimentarse, reproducirse y descansar, este herbívoro recorre hábitats extensos. Al usar el espacio de acuerdo a las estaciones del año, favorece la regeneración del suelo y promueve pastizales saludables. Esto ayuda a almacenar carbono en el suelo, desempeñando un rol clave en la mitigación y adaptación al cambio climático.

Andrés Rey, biólogo y miembro del equipo del “Programa Patagonia” de Aves Argentinas, señala que los guanacos lo que hacen “es ir moviéndose de forma temporal con las migraciones estacionales buscando cuestiones de mejores temperaturas. Pero, sobre todo, la disponibilidad de alimento”.

“Las variaciones en las condiciones de un determinado lugar van a tener incidencia en ese traslado. Ellos van viendo eso y, si pueden y les es conveniente, lo hacen. Los guanacos son migradores facultativos: pueden migrar en caso de necesitarlo o pueden no hacerlo. Tal vez un año migran y otro año no”.

Las poblaciones de guanacos del noroeste de Santa Cruz, por ejemplo, utilizan las zonas altas de la meseta santacruceña durante el verano, pero se desplazan hacia zonas más bajas al este de la meseta en el invierno.

Pero, ¿por qué hay grupos de guanacos que migran estacionalmente y otros deciden no hacerlo? El uso de modernas tecnologías de monitoreo nos permiten observarlos y entenderlos.

En el noroeste santacruceño, un grupo de especialistas trabaja para conocer las rutas migratorias de las poblaciones de guanacos alrededor de la meseta del Lago Buenos Aires. Los estudios obtenidos “indican que existen dos grupos de guanacos: los que migran y los que no lo hacen”, explica Emanuel Galetto, coordinador de Conservación en el Proyecto Patagonia de Fundación Rewilding Argentina. La información obtenida de los 25 individuos que portan collar con GPS dice que “algunos residentes que no migran, que nunca suben a la meseta (1000 y 1200 msnm), sino que se quedan en la estepa, en las partes bajas (700 y 400 msnm)”.

“Las migraciones son algo cultural, ancestral. Se van pasando de generación en generación. Una migración en la que algunos grupos se desplazan hasta 70 km, demanda un gasto de energía muy grande para cualquiera de los animales. Dependiendo del individuo, esto puede durar entre tres y cuatro días hasta un par de semanas”. Sin embargo, cada año lo hacen. 

“Las hembras paren arriba, los chulengos (cría del guanaco) nacen ahí y comienzan a bajar con el grupo familiar. Lo más probable es que el próximo año vuelvan a subir con los padres o el grupo familiar y ya comienzan a tener esa cultura de subir y bajar dependiendo de las temperaturas”, explica el técnico. 

De la misma forma, “hay familias enteras que no migran porque prefieren quedarse en las zonas más bajas y no gastar esa energía en subir, y esta información (de no migrar) la van pasando a sus descendientes”. Los estudios que se realizan sobre los guanacos del Parque Patagonia están proporcionando datos de gran calidad relacionados con sus movimientos.

Sin embargo, las migraciones de guanacos son unos de los procesos ecológicos más amenazados del mundo. Incluso, el Poder Legislativo de la provincia de Santa Cruz, a través de la Resolución Nº 184/2012, solicitó al Poder Ejecutivo provincial que se declare al guanaco como una “especie perjudicial”.

Y es que, tras algún siniestro vial que involucra animales en la ruta, la “opinión pública”, a veces fomentada por la “opinión publicada”, reclama “hacer algo para controlar la población, porque son un peligro”.


Sin embargo, según el informe anual de siniestralidad vial en Santa Cruz, el índice de accidentes por esta razón es bajísimo. Ya lo indicaba así el Informe del año 2018. Según los datos, hubo solo dos accidentes por atropellamientos, de los cuales uno fue calificado como leve y el otro como grave. Y representan el uno por ciento (1 %) del total de incidentes viales en la ruta.

Pensar en estas situaciones “cambiando el foco”, o la percepción, implica entender que lo natural no está más allá de la banquina. Lo natural, para la fauna, incluye todo el paisaje. Encontrar soluciones a estas problemáticas es un trabajo que debe articularse entre todos los agentes relacionados. Algunas de ellas podrían ser construir pasa-faunas, promover mayor precaución, mayor control, o aplicar multas.

Las Naciones Unidas declararon el año 2024 como Año Internacional de los Camélidos. Bajo el lema “La naturaleza no conoce fronteras”, del 12 al 17 de febrero se desarrollará la 14° Reunión de la Conferencia de las Partes de la Convención sobre la Conservación de las Especies Migratorias de animales silvestres (CMS COP 14, por sus siglas en inglés) en la ciudad de Samarcanda, Uzbekistán. El encuentro representará una oportunidad histórica para fortalecer las estrategias de conservación a escala regional de especies migratorias, incluyendo dos que se encuentran presentes en la Argentina: el guanaco y el tiburón escalandrún.

Daniella Mancilla Provoste

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