La clave está en los antioxidantes que poseen las huevas de estos animales. Actualmente, más de 70 millones de personas sufren la enfermedad ocular en el mundo.

El glaucoma es una enfermedad neurodegenerativa que deteriora progresivamente la visión. Se trata de la segunda causa de ceguera a nivel mundial y la primera en generarla de manera irreversible. En el mundo se calcula que son 70 millones las personas que sufren glaucoma y en Argentina alrededor de 2 millones. En este contexto, científicas del Centro de Investigación y Desarrollo en Nanomedicinas de la Universidad Nacional de Quilmes trabajan con un antioxidante que poseen las huevas de erizos de mar para desarrollar un nuevo fármaco que frene el avance de esta enfermedad.

Cuando una persona sufre de glaucoma, en sus ojos suceden dos fenómenos: la presión intraocular y el estrés oxidativo. Mientras que para el primero ya existen tratamientos, para el segundo no, por lo que las científicas lo convirtieron en su blanco terapéutico a tratar con su desarrollo. 

El estrés oxidativo se da cuando se generan especies reactivas de oxígeno al interior de las células que dañan las moléculas. Si bien el cuerpo posee mecanismos de defensa para enfrentarlo, estos disminuyen a medida que se avanza hacia la vejez. La biotecnóloga e investigadora de este proyecto Ana Paula Pérez cuenta: “Hoy en día no existen tratamientos de uso masivo que apunten a este blanco terapéutico. Es por eso que buscamos frenar el estrés oxidativo a través de un antioxidante que poseen las huevas de erizos de mar.

En colaboración con el Instituto Patagónico del Mar de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, el equipo científico de la UNQ obtiene el antioxidante “Echinochroma A” proveniente de los erizos de mar. El objetivo es proveerlo al paciente a través de gotas para los ojos. “Para llegar al lugar donde debe hacer efecto, proponemos una nanoestructura que es una vesícula que mide cerca de 300 nanómetros y que, gracias a su tamaño, puede atravesar barreras oculares que las moléculas no pueden. Una vez que llegan al blanco, estas nanovesículas liberan su principio activo que protegerá al ojo de la oxidación”, explica la investigadora.

Un método complementario

El elemento clave de los erizos de mar ya es utilizado en Rusia para tratar el infarto del miocardio y otras enfermedades oculares, pero no para el estrés oxidativo del glaucoma. Asimismo, la desventaja que posee es que lo suministran a través de inyecciones y, en términos de Pérez, lo convierte en un método muy invasivo que no es conveniente para tratamientos prolongados.

Actualmente, existen otras estrategias para enfrentar el glaucoma; a las que sumarían las gotas nuevas en caso que pasen de manera exitosa todos los ensayos. Por un lado, se encuentra la cirugía y, por el otro, se proporcionan gotas que atacan la presión intraocular. Sin embargo, Pérez afirma que hay trabajos que demostraron que, si bien este fenómeno disminuye con las gotas, la enfermedad continúa progresando.

Es por esto que las científicas de la UNQ apuntan con su investigación al nuevo blanco terapéutico. El desarrollo se encuentra en su etapa inicial: el equipo evalúa diferentes nanoestructuras que puedan alojar el antioxidante en su interior. Una vez encontrado el encapsulamiento, indagarán acerca de cuánto protege esta estructura al contenido que lleve frente a agentes que buscan oxidarlo. Además, distinguirán si las características son las adecuadas para aplicarla en el ojo.

Aunque aún es temprano para saberlo, el desarrollo aparenta ser prometedor para una enfermedad que, según las proyecciones, afectará a más de 111 millones de personas en 2040 debido al envejecimiento de la población.

Fuente: Agencia de Noticias Científicas

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