EL ROMPEHIELOS presenta el ciclo “Recuerdos de Malvinas”. Seguí estos relatos todos los domingos y miércoles.
El siguiente fragmento pertenece al libro LA NOCHE QUE SONÓ LA ALARMA (inédito). En esta ocasión, en exclusiva para los lectores de EL ROMPEHIELOS, Esteban ¨Chiquito¨ Martínez, riograndense quien después se convertirá en intendente de la ciudad durante cuatro períodos consecutivos, cuenta su experiencia.
El Oscurecimiento

Yo era gerente de la Cooperativa.
Había una junta de Defensa Civil, que el presidente era el intendente Juancho Apollinaire. Después cada uno de los secretarios tenía una función.
Aparte se había hecho toda una norma de oscurecimiento. Venía la noche y no se prendía una lámpara. La gente en toda su casa tenía que tener tapadas las ventanas con mantas, que no se trasluciera la luz para nada. Los vehículos no podían circular con las luces prendidas, nada. Por el peligro del ataque.
Para controlar eso había jefes de zona y jefes de manzana. Cada zona eran 4 o 5 manzanas; por manzana había uno que tenía que hacer el recorrido nocturno.
Después había jefes de diferentes áreas: luz, enfermería… A mí, como estaba en la Cooperativa, me pusieron a cargo de los servicios públicos. En la Cooperativa habían puesto milicos por todos lados… para proteger, que sé yo.
Nosotros controlábamos las sirenas. Las normas que había de seguridad las ponía el grupo de Defensa Civil.
*Durante la guerra de Malvinas, los ejercicios de oscurecimiento se realizaron en varias ciudades del sur argentino, con el fin de dificultar un posible ataque a través de un desembarco. Defensa Civil instruía a la población sobre el oscurecimiento y los dispositivos de evacuación.
LA NOCHE QUE SONÓ LA ALARMA es una investigación histórica que compila testimonios de la población civil de Río Grande durante la guerra de Malvinas; cómo se vivía y se desarrollaban las actividades en los distintos sectores de la ciudad; las experiencias más variadas y personales en relación al conflicto bélico. Sus autores son Mingo Gutiérrez, Esteban Rodríguez y Fede Rodríguez.
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Fede Rodríguez
Ilustración: Germán Pasti