En el Día Internacional del Cóndor Andino, la Cuenca Carbonífera reafirma su compromiso con la conservación de esta especie emblemática. Un símbolo de los Andes y del trabajo colectivo en favor de la biodiversidad.

En las alturas de la Cuenca Carbonífera, ahí donde la estepa parece extenderse hasta tocar el cielo, hay quienes miran hacia arriba con esperanza, porque es ahí donde anidan las historias de los pueblos mineros, también se despliegan las alas del ave voladora más grande del mundo. El cóndor andino (Vultur gryphus).


Cada 7 de julio se celebra el Día Internacional del Cóndor Andino, una fecha que trasciende lo simbólico para quienes en Santa Cruz dedican su tiempo y energía al monitoreo y la protección de esta especie considerada paraguas: al cuidarla, se protege todo el ecosistema que habita.

Datos que emocionan

En el último censo realizado en la Cuenca, se contabilizaron 134 ejemplares. Un número que da cuenta de la presencia de esta ave majestuosa, y del impacto del trabajo sostenido de voluntarios y voluntarias comprometidos con su conservación. Personas que, a través de avistajes, recorridas en terreno, instalación de plataformas de alimentación o rescates puntuales, contribuyen a fortalecer los vínculos entre la comunidad y su entorno natural.

Uno de los hitos recientes fue el rescate de un cóndor subadulto hallado en la zona del paso Río Mayer, en condiciones de vulnerabilidad. La acción articulada entre personal del Consejo Agrario Provincial, voluntarios locales y especialistas permitió asistir al animal y trasladarlo al Centro de Rehabilitación de Fauna Silvestre de El Calafate para su recuperación. Casos como este revelan la importancia de contar con redes comunitarias activas y capacitadas para responder ante emergencias ambientales.

El desafío es mucho más amplio, ya que implica proteger el hábitat, reducir las amenazas antrópicas —como el uso de cebos tóxicos o la pérdida de fuentes de alimento— y generar conciencia en las nuevas generaciones.


En un presente donde el cuidado del ambiente se vuelve urgente, el cóndor sigue siendo guía y señal. Su vuelo lento y poderoso recuerda que la conservación no es un gesto aislado, sino una tarea de largo aliento, sostenida en la colaboración y el amor por el territorio.

Imágenes: Somos Huellas Patagónicas

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