En la Base Vandenberg de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, sobre la costa Oeste, un enorme cilindro de tres toneladas, casi 4,7 metros de alto y 1,2 metros de diámetro está siendo auscultado cuidadosamente.

Se inició la “campaña de lanzamiento” y el primero de los dos satélites gemelos de la misión Saocom está casi listo para ser enviado al espacio. Si todo sale como está planeado en la fecha prevista, el 29 de septiembre, la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) ya tendrá una “familia numerosa” en materia satelital: después de once años de diseño y desarrollo, el quinto integrante está a semanas de ser puesto en órbita por un cohete Falcon 9 de la compañía SpaceX.

Los objetivos de la Conae son ir al espacio y promover el desarrollo tecnológico nacional -se enorgulleció el ingeniero Raúl Kulichevsky, que hace poco sucedió al doctor Conrado Varotto al frente de la institución, durante la presentación en sociedad-. Este nuevo satélite es un desarrollo tecnológico de primera línea en el que participaron más de 900 ingenieros y técnicos”.

El Satélite Argentino de Observación con Microondas, tal su nombre, fue desarrollado por la Conae y fabricado principalmente en las instalaciones de Invap, en Bariloche, con la participación de empresas como Veng y otras compañías de tecnología e instituciones del sistema científico del país.

Cuando esté en órbita, obtendrá energía mediante sus paneles solares de 13 m2 y desplegará una antena radar de 35 m2 compuesta por siete paneles, formados cada uno por un conjunto de 20 miniantenas.

Más de una década

Su construcción llevó once años, desde 2007 hasta 2018. Tanto el Saocom 1A como el 1B (que se lanzará el año próximo) fueron especialmente diseñados para detectar la humedad del suelo y proveer información en cualquier condición meteorológica u hora del día, porque su frecuencia de microondas atraviesa las nubes: es decir, que pueden “ver” aunque esté nublado, y obtener información tanto de día como de noche. Estas características los hacen especialmente útiles para prevenir, monitorear, mitigar y evaluar catástrofes naturales o provocadas por el ser humano.

Se trata de un desafío tecnológico de primer orden. “Hasta ahora habíamos hecho misiones ópticas; esta tiene requerimientos muy exigentes -cuenta Josefina Peres, de Conae-. La antena es enorme. Integrada y ensayada en Córdoba, tiene 140 computadoras y kilómetros de cables. Quince ingenieros de Invap tuvieron que trabajar doce horas diarias durante meses para ponerla a punto. También participaron investigadores de la Universidad de La Plata. Fue una odisea”.

A diferencia de los otros satélites desarrollados por la Conae, que tenían varios instrumentos, en este caso su principal equipo activo es el radar de apertura sintética (SAR, por sus siglas en inglés), que trabaja en la porción de las microondas del espectro electromagnético, particularmente la banda L. “Es un radar con un satélite”, bromean quienes lo conocen como la palma de su mano.

 

 

Fuente: Diario La Nación

 

Deja tu comentario