¿Por qué habría de asustarles un sombrero? La reacción decepcionante de los adultos frente al dibujo del narrador de El Principito cuando tenía seis años es uno de los momentos destacados de la obra más famosa del escritor y aviador francés Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944), porque en realidad, la imagen era sobre una boa que digería un elefante.

Para quienes no podían verlo, él presentaba también un dibujo “abierto” donde estaban ambos animales, uno adentro del otro. “Las personas grandes nunca comprenden nada por sí solas y es cansador para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones”, decía el chico entonces, antes de abandonar su vocación artística para dedicarse a la aviación.

Este mismo pasaje de El Principito se encuentra relatado junto a la biografía de Saint-Exupéry en un cartel, justo frente a las playas de Península Valdés.

Por eso, en un viaje reciente a Chubut, grande fue la sorpresa de los viajeros cuando vimos a la boa abierta, la boa cerrada y al Principito sobre su asteroide, y luego leímos varios fragmentos de la novela corta y del paso del autor francés por la Patagonia argentina. Todo plasmado en una gran chapa ilustrada a pocos metros del mar y de una curiosa isla en tonos amarronados.

Pero, ¿cuál es el vínculo entre El Principito y Chubut? Precisamente, cuentan en esta Área Natural Protegida organizada para la atención al visitante y la protección de su biodiversidad que “la Isla de Los Pájaros inspiró a Antoine de Saint-Exupéry para El Principito”, y que a simple vista se puede observar la similitud de la forma del sombrero/boa en cuestión y la isla donde viven tantas especies de aves.

El mirador recuerda el paso de Saint-Exupéry por el lugar. Foto Diana Pazos

El mirador recuerda el paso de Saint-Exupéry por el lugar. Foto Diana Pazos

Se trata de una porción elevada de tierra sobre el mar que tiene la particularidad de cambiar el paisaje con la marea alta y baja.

Por eso, si bien la llamaron “isla” y todo el mundo la conoce así, no es estrictamente una isla porque cuando baja la marea se puede caminar hasta el lugar. De 170 metros de largo por 75 de ancho, el territorio fue erosionado y separado del resto, quedando unido al continente por una lengua de tierra.

En la zona de la isla, los turistas no solo pueden avistar aves patagónicas, sino también conocer el rastro de los conquistadores españoles en el norte de Chubut.

Publicado en 1943, El Principito fue escrito mientras el autor se hospedaba en un hotel de Nueva York. El libro fue traducido a 180 lenguas y dialectos, convirtiéndose en una de las obras más reconocidas de la literatura universal.

Saint-Exupéry nació en Francia y llegó a Argentina en 1929. Aviador, escritor y aventurero, fue director de la compañía Aeroposta Argentina, una aerolínea pionera en la Patagonia. Como piloto realizó numerosos vuelos en el sur, enamorado de los paisajes de nuestro país.

Biodiversidad en Chubut

La Isla de los Pájaros forma parte de los sitios únicos que tiene esta zona de Chubut y es Patrimonio Natural de la Humanidad por la Unesco desde 1999, Sitio Ramsar y Reserva de Biósfera.

La isla se encuentra a 800 metros de la costa, en el Golfo San José y a solo a 3 kilómetros del Centro del Istmo Ameghino, que funciona como la puerta de entrada al Área Natural Protegida Península Valdés.

Dicen en el destino que esta porción de tierra siempre estuvo frente al mar, pero en 1967, por sus características y la cantidad de aves que cobijaba fue denominada reserva. Y siete años después se prohibió el ingreso a su interior para evitar la intervención del hombre en el hábitat natural de las aves.

Península Valdés cuenta con cinco unidades operativas que albergan diferentes atractivos turísticos, ricos en biodiversidad: en el camino de ingreso, el Centro de Interpretación Istmo Florentino Ameghino muestra un panorama general de la naturaleza que se puede disfrutar; la Isla de Los Pájaros alberga varias especies y es el lugar que inspiró a Saint-Exupéry para El Principito.

Varias especies de aves hacen sus nidos en distintas áreas de la isla de Chubut. Foto Shutterstock

Varias especies de aves hacen sus nidos en distintas áreas de la isla de Chubut. Foto Shutterstock

En tanto, Punta Norte ofrece el espectáculo mundial de las orcas y una colonia de lobos marinos; en Caleta Valdés los elefantes marinos impactan por su tamaño; y en Punta Pirámide, en la zona donde salen las embarcaciones para los avistajes de ballenas, está la colonia de lobos marinos y el Golfo Nuevo.

Especies y nidos

Como no tenemos permitido visitar la isla, los viajeros podemos observar con binoculares tanto la forma y el color de las aves como su comportamiento en esta porción de la meseta patagónica. Y hay carteles que explican las características de cada especie tanto de aves como de invertebrados marinos.

Según la época del año, en la Isla de los Pájaros se ven pingüinos de Magallanes, que tienen la particularidad de que aparecieron por allí hace unos 20 años, y en la actualidad hay entre 50 y 100 nidos -con forma de pequeñas cuevas- en el sur de la isla.

Conviven con ostreros negros (ponen huevos en noviembre y diciembre, y los nidos son pequeños pozos sobre la arena o los guijarros), biguás (cubren a los nidos de hierba, sobre arbustos) y cormoranes de cuello negro (hay dos grupos en el norte, donde hacen nidos de forma cónica con guano y algas).

También hay gaviotas cocineras (es el ave más abundante de la isla, tiene más de 5500 nidos), patos vapor (los nidos están en el suelo entre las matas), pato crestón (anida en el sur y sureste de la isla), garzas blancas (tienen nidos en el suelo y sobre arbustos, matas y árboles), garzas bruja (usan los arbustos de mayor porte para nidificar, y crean los nidos con ramas y plumas dentro de los árboles) y ostreros comunes (sus nidos son pequeños hoyos en el suelo).


La réplica de la capilla del Fuente San José, en Chubut. Foto Diana Pazos

La réplica de la capilla del Fuerte San José, en Chubut. Foto Diana Pazos

Entre las aves ocasionales, pero que no anidan en la isla, figuran la gaviota capucho café, la pardela oscura, el chorlito doble collar, el cormorán real, el gaviotín sudamericano y el flamenco austral.

En la costa hay un mirador que permite ver la isla y la fauna que existe allí y en las cercanías. Además, hay un servicio de guardafaunas que brindan información sobre la fauna y flora de la zona.

La zona marítima cercana posee un gran valor biológico, ya que es utilizada como área reproductiva por especies distintas de aves marinas y costeras. Por ejemplo, la gaviota cocinera y el cormorán roquero, entre otros.

A su vez, en la zona continental se destaca la réplica de la capilla del Fuerte San José, único asentamiento español en Península Valdés, cuando la expedición de don Juan de la Piedra ingresó al golfo San José en 1779 en busca de refugio.

Con el fuerte y la capilla, el asentamiento intentaba proteger la soberanía española hasta que un malón lo destruyó en 1810.

Antes de partir, leemos en el cartel del mirador: “Uno es para siempre responsable de lo que domestica”. Y esa frase, inevitablemente, lleva a otra de El Principito: “No era más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo”.

Fuente: Agencia EFE

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