Una nueva fuga de salmones de criadero ocurrida a fines de diciembre en Chile suma a la ocurrida en el mes de julio de 2018. Estos graves incidentes demuestran la fragilidad del sistema y el peligro ambiental que representa la salmonicultura en mar abierto.

En julio de 2018, 700.000 ejemplares de salmón escaparon de un criadero de la empresa Marine Harvest en el sur de Chile. El hecho provocó alarma entre ambientalistas y científicos que critican fuertemente el método de cría de peces conocido como “salmoneras”, industria que se encuentra en estudio actualmente para instalarse en el Canal Beagle, sobre las costas del sector argentino de la Isla Grande de Tierra del Fuego. A fines del pasado diciembre una nueva fuga de salmones volvió a avivar las llamas de la polémica, mientras la mayoría de los medios locales y nacionales hablan de la posibilidad de la instalación de salmoneras en el Canal Beagle. El hecho ocurrió el 26 de diciembre en la región de Los Lagos, al sur de Chile.

Para colmo de males, días más tardes se registró una nueva fuga en una jaula de contención instalada para depositar los salmones recuperados del primer escape. Hasta el momento no se han informado cifras que permitan conocer la magnitud del daño, pero varios actores involucrados en el tema ya han hecho escuchar su voz. “Cómo puede ser que una empresa como Ventisqueros que se hace llamar “orgullo salmón”, un 26 de diciembre registran un primer escape de salmones y cinco días después  les ocurre un segundo escape el día 31 en las cercanías de  Puerto Montt en el lugar donde se estaban acopiando los salmones recuperados tras el primer escape. La doble fuga de salmones muestra a una industria digna de un capítulo de los 3 chiflados. Debemos detener esta comedia y entregar sanciones drásticas en donde efectivamente los responsables pierdan sus concesiones y licencias ambientales”, declaró Mauricio Ceballos, vocero de la campaña océanos de Greenpeace.

 

Activistas de Greenpeace llegaron en zodiacs hasta las jaulas salmoneras de Cermaq en skyrin, perteneciente a la multinacional Mitsubishi, donde desplegaron bajo el agua un cartel con el mensaje: “Esto es lo que esconden las empresas salmoneras”, haciendo referencia a las gigantes concesiones de esta industria cuyas jaulas ocupan aproximadamente una cancha de fútbol y un edificio de cinco pisos en profundidad.

 

Por su parte, Juan Viveros, integrante de la organización ciudadana “Defendamos Chiloé”, opina que lo sucedido se corresponde con una problemática histórica de la comunidad de Los Lagos con la industria salmonera. “Son más de 30 años de una industria que opera desregulada, despreocupada, sin fiscalización de organismos públicos. Primero el escape de los salmones de Marine Harvest, ahora lo de la empresa Ventisqueros. Son gotas que van rebalsando un vaso que está roto. Es impresionante que, accidente tras accidente, que para nosotros son intencionados, no haya aún en el país un cambio en la legislación y en los sistemas públicos”.

Desde el sector político, el intendente de Los Lagos, Harry Jürgensen dijo que “esto lleva una vez más a poner el tema de la industria salmonera en la mesa, ya que se tiene que poner más precaución para que no ocurran más escapes de salmones”. Asimismo manifestó que se reunirán con la empresa “con el objetivo de trabajar para controlar la emergencia”. En este sentido, indicó que “no se pueden acostumbrar a este tipo de situaciones, ya que no es normal una fuga de salmones”.

Chile tiene décadas de experiencia con la salmonicultura y a la vista están los riesgos que presenta esta industria. El daño ambiental causado por estas fugas es gravísimo y, sin embargo, continúan ocurriendo; lo que demuestra que evitarlos es virtualmente imposible. Mientras estos accidentes continúan, en Argentina se instalan cada día más las críticas que señalan la experiencia chilena como más que suficiente para negarse a la instalación de las salmoneras en el Canal Beagle.

 

Abel Sberna

 

 

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