Indignación, polémica, bronca y enojo. Algunos de los sentimientos que despertó un tuitt borrado del actual vicepresidente del Banco Central entre los fueguinos que se viralizó recientemente en una captura de pantalla. Qué dicen los que saben sobre comunicación, y qué ha opinado en concreto el propio Lucas Llach en otras ocasiones sobre Malvinas. La trascendencia mediática a opiniones borradas.

Twitter es un ámbito de submundos que se retroalimentan y conviven entre sí. Desde adolescentes eufóricos hasta políticos de campaña, pasando por los politólogos y periodistas ávidos de endulzar sus opiniones con dejos de ironía. En medio de esta selva, las viejas costumbres de la política sobreviven y logran instalarse entre especializados y opinólogos de asado. Los carpetazos, el archivo, el pase de factura. Todo vale a la hora de recordar el pasado reciente de quien esté siendo blanco de alguna suerte de ataque. Es ya costumbre que muchos tuits viejos sean reflotados en medio de la compulsa mediática que generan. Alimentados por memes, rettuits, etc., quienes prefieren “hacerse cargo” de una suerte de “pesada herencia” tuittera, son blanco de agresiones de lectores lineales e indignados agresivos.

Hay que ser francos en algo. Nadie que haya abierto Twitter en sus primeros años de poca incidencia en Argentina y que hoy ocupe algún lugar de notoriedad, hubiese esperado que algún post de la red de microbloging generara alguna especie de revuelo en el futuro. La actual gestión del presidente Mauricio Macri cuenta con un equipo especializado de trabajo en redes, por lo mismo antes de ser nombrado oficialmente el actual ministro de Hacienda Nicolás Dujovne tuvo que someter su cuenta una “limpieza” (que jamás es del todo efectiva) de sus frases más polémicas, una movida que alimentó portales de internet más cercanos a la oposición.

El blanco reciente de la indignación viralizante que llegó a las costas de Tierra del Fuego fue el ahora vicepresidente del Banco Central Lucas Llach. Personaje polémico para los Patagónicos en general, tuvo su momento de repudio generalizado cuando en 2015 donde había sido impulsor de “Persiguiendo al guanaco 2015” donde se proponía correr guanacos por la Patagonia hasta que murieran de cansancio. La misma le valió el repudio del gobierno del Chubut entre otras entidades como el Centro Nacional Patagónico del CONICET que tiene sede en esa provincia. Finalmente la carrera no se concretó, y Llach aclaró en una nota que “no incumplí ni planeo ni planeaba incumplir ninguna ley y preferiría no entrar en un juego de acusaciones”.

Pero el tuitt que nos motiva esta vez es un poco más viejo. Fue el 2 de abril de 2012 específicamente cuando Llach tuittea “Yo entregaría no solo las Falklands, sino todo Tierra del Fuego a England, así nos sacamos ese apéndice que le encarece la vida al pueblo”. El tuitt había sido borrado pero nada de lo que borra en Internet deja de existir realmente, por lo que el usuario Diego Abatecola (@Robbiegol) le recordó el mismo recientemente al actual funcionario del BCRA (link)

Con 663 retuitits, el de Abatecola había logrado con éxito traer a la vida una frase polémica y repudiable que el funcionario nacional había intentado sepultar en el olvido. La captura del tuitt comenzó a circular entonces por grupos de Whastapp, Facebook, Twitter y cuanta red social puedan imaginarse, provocando la ira de más de un fueguino que se dedicó con ímpetu a insultarlo y repudiarlo de diversas formas.

Llach se dedicó a bloquear sistemáticamente a cuanto usuario lo insultara. No hubo respuesta a ninguno, salvo quizás a un tuittero indignado por borrar un retuitt (efectivamente había retuitteado en su momento la opinión de Llach) a quien le dijo “Me pareció que había gente distraída con un chiste de hace 5 años, quería que fueran un poco más productivos para engrandecer el país. Slds” (link).

Pero el tuitt de Llach no quedó en una discusión entre tuiteros. Fue el presidente del Centro de veteranos de guerra, Roma Alancay, respondió públicamente al mismo. En declaraciones radiales en Río Grande, el excombatiente opinó que “la verdad que lo que dice este funcionario nacional, que no debe tener ningún sentimiento argentino, deja mucho que desear”.

Alacay adelantó además que “todos los centros que estamos nucleados en la Federación Nacional de Centros de Veteranos de Guerra vamos a estar lanzando un comunicado” en repudio a los dichos de Llach. Los veteranos de Malvinas no están solos y fuentes cercanas a otros representantes políticos comenzaron a consultar acerca de la veracidad del tuitt del actual funcionario del BCRA. El presidente del Centro de Veteranos de Malvinas fue más allá y consideró que Llach “tiene que dar un paso al costado”, algo que será expresado en el Comunicado de la Federación.

Otro Llach

Era 25 de noviembre de 2009. Época de blogueros, Twitter todavía estaba en la marginalidad con un muy bajo nivel de incidencia en el país. Ni siquiera el propio Llach estaba en Twitter, (su cuenta data de 2010) pero si utilizó el Blog de La Nación para opinar sobre Malvinas. En “Ciencia Maldita: Tribuna de doctrinas económicas, políticas y futbolísticas” su blog donde escribió hasta  2015 y que todavía está en línea, Llach proponía otra forma de acercamiento a  Malvinas.

“Argentina es de las Malvinas, clama el viento y ruge el mar” (link) había titulado entonces quien se describía como “Rosarino, soñó con ser futbolista profesional pero padeció el destino de ser economista. Sus intereses giran en torno a la economía, la historia económica y las políticas públicas”. En la misma relata un viaje familiar a la provincia de Santa Cruz donde descubrió lo cerca que están las islas de nuestro país: “Una cosa que me soprendió mirando el mapa es lo cerca que están las Fucklands del continente. No tenía claro que las Malvinas, Buenos Aires y Río Gallegos formaran un triángulo-rectángulo, con el cateto menor Río Gallegos–Stanley (alias “Puerto Argentino” durante unas semanas de 1982) y el cateto mayor Stanley-Buenos Aires. Sí, Buenos Aires está exactamente en el mismo meridiano que la Isla Soledad”.

En el mismo post, Llach propone tras una extensa introducción “cambiar el punto de vista. En vez de tratar de que las Malvinas sean argentinas, tratar de que la Argentina sea malvinense. La política de “seducción” consistía en atraer a los kelpers para luego tener sexo con ellos. Yo propongo algo distinto. Una política de amor: entregarnos a ellos”.

La propuesta finaliza con una síntesis de logros que acarrearía su “política de amor”: “¿Qué lograríamos con todo eso? ¿La soberanía? No. Algo mucho mejor. Lograríamos conocernos un poco más. Los falklanders se darían cuenta de que tienen una muy linda ciudad (Buenos Aires) a tres horitas de vuelo gratis, y una región increíblemente linda (la Patagonia sur) a una hora, también gratis. Tendríamos unos amigos nuevos, con onda. Los argentinos podrían ir a visitar las islas. Tendríamos algún niño kelper-argentino. Le podríamos entregar, incluso, la asignación universal. En algún momento podrían votar. En algún momento algún argentino querría ir a trabajar a las Falklands, y algún malvinero a la Argentina. En algún momento “las Malvinas son argentinas” querría decir exactamente lo contrario a lo que quiere decir ahora: en el papel, nada; en la realidad, todo”.

EL ROMPEHIELOS intentó comunicarse con Llach en reiteradas oportunidades sin éxito. Cercanos a su círculo y periodistas que han hablado en otra ocasión con él coinciden en algo: “es un tipo muy especial”. Quizás la descripción más acertada acerca de cómo Llach usa sus redes es la que dejó otra fuente consultada sobre el funcionario “usa twitter como nosotros pero labura en el Banco Central. Sabés que no se lava el pelo o usa jabón desde hace años”.

¿Qué se debe hacer?

EL ROMPEHIELOS consultó a expertos en Redes Sociales y Comunicación política para saber qué debería hacer Llach, hoy funcionario nacional, con sus tuits más polémicos ¿Hay que pedir disculpas? ¿Tiene que dar un paso al costado como reclaman los veteranos de la guerra?

Leandro Fridman es Licenciado en Comunicación Social Máster en Consultoría en Integración de Tecnologías de la Información en Organizaciones, actual socio gerente de Sophia Consultores opinó sobre el tema.

“Comunicacionalmente nadie resiste un archivo, todos tenemos algo dicho o algo hecho que hiere los sentimiento o las sensibilidades de algún grupo” aseguró Fridman. “En el Sur particularmente Malvinas es un tema muy sentido, en otras partes no lo es tanto. Claramente par quien lo puso como lo puso como vicepresidente del Banco Central, lo que haya dicho en 2012 no es algo que lo inhiba de cumplir el rol al que lo han asignado”.

Fridman considera que mejor es hacerse cargo: “borrarlo en tiempos donde es más fácil dar carpetazos y todo el mundo hace captura a tiempo, y nada se olvida, me parece una tontería porque básicamente no podes ocultar lo que dijiste”.

“Hacete cargo, o justificá la posición y bancate la que venga” sintetizó el especialista “no hay una salida elegante, hay un costo político sí o sí. Dijo lo que dijo, es quién es y lo pusieron donde lo pusieron. No podes negarlo”.

Para Zanoni, periodista especializado en Tecnología y nuevos medios, “Las redes sentencian. En Twitter y Facebook no está permitido cambiar de opinión ni las contradicciones ni, mucho menos, las dobles lecturas. Toda opinión debe ser absoluta y rígida, inamovible”. Tampoco existe el tiempo en las redes ya que todo se lee en un mismo plano, sin importar las fechas exactas a las que se puede ver en cada publicación. “Un tuit o una imagen de hace cuatro o cinco años impacta de la misma manera que uno publicado ayer” asegura y carga finalmente sobre cómo los medios se retroalimentan de estos hechos.

Citar un tuitt viejo, reflotar una opinión sin el contexto de la misma, son costumbres viejas dentro de la política que han mutado y encontrado en las redes sociales su mejor aliado. Es cierto que, como dice Fridman, nadie resiste archivo y Llach debería quizás “hacerse cargo” de lo que tuitteó entonces, pero también es verdad que somos fulminantemente severos a la hora de condenar a alguien como si nosotros mismos no hubiésemos tenido alguna vez que responder por algún mal entendido.

“Nada se pierde, todo se trasforma” canta interminablemente Jorge Drexler desde hace más de 12 años, recordando que nada de lo que digamos o publiquemos va a quedar en el olvido, mucho menos en Internet. Las palabras aparentemente no se las lleva el viento, por más fuerte que sople en la isla.

 

Pablo Riffo

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