En el marco del Festival Internacional Cine entre Glaciares, EL ROMPEHIELOS entrevistó al multipremiado actor que llega a la Tierra de Glaciares para ofrecer su último trabajo en formato documental, “Las mil y una Lemos”, el retrato de una vida dedicada a la militancia por el derecho a ser feliz.
La charla empezó espontánea, en un break entre el acto oficial y la proyección de la primera película en el Festival de Cine entre Glaciares. Willy Lemos me contaba con mucha emoción, el reciente Premio Sur 2022 con el que galardonaron su trayectoria y activismo desde el arte.
¿Cómo hiciste para convertir en arte tanto dolor?, le pregunté. Generoso como siempre, agradeció la pregunta y me dijo que esa es exactamente su misión. “Esa es la felicidad que tengo hoy: el haber encontrado que ese dolor que fue mucho y grande, que me hizo irme de mi casa, hoy se transformó en servicio”
Hace una pausa y me pide dejar bien claro algo: “Yo no vivía en un barrio de emergencia, ni humilde, ni nada de eso. Mis papás tenían mucho dinero”. Entiendo que quiera mencionarlo, porque no son pocas las ocasiones en que los temas de abuso intrafamiliar se tratan tan livianamente, tan lejanamente, que se opta por relacionarlo únicamente con la marginalidad. “No fue así, yo vivía en un castillo”.
Willy Lemos nació un 7 de agosto en La Lucila, en el partido de Vicente Lopez, zona norte, “en uno de los barrios más caros de Buenos Aires”, recuerda. Y sin preámbulos cuenta que durante una década, hasta los 14 años, sufrió abusos sexuales por parte de su padre. “Cuando crecí y me convertí en púber, me di cuenta de que yo no quería eso. Y la única solución fue irme de mi casa”
Así fue como llegó a vivir en situación de calle durante muchos años, yendo y viniendo, hasta que la vida se encargó de acercarle “gente buena”. “De golpe, actrices, con las que yo todavía no tenía nada que ver con esto (se refiere al mundo de la actuación), me encontraban y hablaban, me llevaban a sus casas y me ayudaban. Ahí empecé a hacer terapia y a trabajar vendiendo choripán y vino en la costanera norte”
Willy este año cumplió 65 años y 50 de carrera. Interpretó el papel de la primera travesti del cine argentino, “al lado de Susú Pecoraro”, remarca. Fue nominado al premio Cóndor de Plata por su labor como Actor de Reparto en la película “Paco”. Premio que ganó por su interpretación como la mamá/papá de la actriz Sofía Gala. Es interminable la lista de reconocimientos y premios que ha recibido a lo largo de su carrera tanto en cine como en teatro.
Cuenta que “después de los cuatro años del gobierno anterior y luego la pandemia”, se quedó sin obra social y la vida le volvió a pedir un poco más. Willy se enfermó y no quiso someterse a la quimioterapia. “Solo hice rayos, pero decreté, como hice con el abuso, que de esa enfermedad yo quería hacer algo. Quería dejar un legado para la gente joven” De hecho, cuenta que en una oportunidad se le acercó un “niñe” que había sido una niña cuando nació y ahora era un varón de 20 años. “Me abrazó y me dijo: usted siga caminando, para que nosotres podamos correr… y dije para mí, entonces no me equivoqué”.
Como suele suceder aun, muchas veces, las productoras grandes le ofrecían buenos trabajos en los que seguramente ganaría mucho dinero, hubiera obtenido una fama más fácil, “pero me ofrecían hacer la maqueta del gay, de la travesti y yo no quería hacer eso. Por eso sigo siendo pobre -se ríe– sigo viviendo en el departamentito hace treinta y pico de años” , mira el cielo y agradece ya no estar en la calle.
“Hice muchos años de terapia. Pero por sobre todas las cosas, busqué convertir este dolor en servicio, porque los artistas somos obreros emocionales de esta sociedad, y siento que mi trabajo tiene que servir, para que niñes que están pasando situaciones raras, difíciles, no tengan miedo de decir lo que les pasa, ni mucho menos, que sientan culpa, porque no son culpables”
Esta entrevista se dio en el marco de la apertura oficial del Festival Internacional de Cine entre Glaciares, que se desarrolla en El Calafate y a donde llegó por primera vez “para conocer este lugar hermoso” y compartir “Las mil y una Lemos” un documental que cuenta de una manera casera e intimista un pedazo de su historia.
“Yo llamé a mi amiga Sabrina y le dije, me estoy yendo de este plano. Estoy flaquito, mal… quiero dejar un legado” Para ese momento de la charla sobran las palabras que puedan describir su transparencia. Un artista, de esos que te miran a los ojos y se encargan de hacerte sentir que ese momento de charla con ellos, será lo más valioso que va a sucederte ese día.
“Para mí, todo lo que pasó, no es poco. Lo loco es que quedé vivo y siento, que todo esto que estoy viviendo hoy, es como un regalo, porque yo no sabía que iba a seguir. Es una yapa que me dio la vida, el universo”, agradece.
El documental protagonizado por WIlly Lemos y dirigido por Sabrina Parel, se proyectará el próximo lunes 5 de septiembre a las 21 hs en El Chaltén Suites, de la localidad de El Chaltén.
Daniella Mancilla Provoste
#Offtherecord:
Cuando apagué el grabador, conmovida, le pregunté buscando una respuesta sincera:
– ¿En algún momento deja de doler?
– No. Pero podés transformarlo.