En Villa Allende, Córdoba, durante más de un mes, vecinos y vecinas se abrazaron a un árbol centenario para defenderlo del avance de una obra vial. Aunque fue removido, la experiencia dejó huella. Entre el dolor, la organización y la esperanza, se volvió símbolo de lo que todavía puede sostenernos.

En el centro de una avenida muy transitada, al borde de las sierras cordobesas, se erguía un quebracho blanco. Tenía casi 300 años, nunca perdía sus hojas. Era verde incluso en invierno y uno de los últimos testigos del bosque nativo que alguna vez cubrió esa región y de la que hoy sobrevive apenas un 3% del territorio provincial.

Foto de archivo – Crédito: Villa Allende 24

Hace algunas semanas, ese árbol fue arrancado para trasladarlo a unos treinta metros, pegado a una colectora ¿El motivo? El ensanche de la avenida Padre Luchese, en Villa Allende, una obra pensada para aliviar el tránsito entre esa localidad y la ciudad de Córdoba. De acuerdo a las autoridades, el quebracho dificultaba las tareas de ampliación del asfalto que quería realizar la Municipalidad local.

Lo que parecía una ampliación inevitable tropezó con la intención de cientos de personas que no aceptaron que, una vez más, el progreso arrasara con todo.

“Fue una ejecución”, cuenta a Radio Provincia, Eleonora Boero, vecina de Villa Allende, ingeniera civil y una de las impulsoras del movimiento que intentó evitar el traslado del quebracho. Lo cuenta y se le quiebra la voz, con dolor, pero también con una energía y firmeza que es la que sostuvo en un acampe de 33 días a la intemperie, en medio de temperaturas bajo cero.


“No éramos tantos, pero estábamos firmes”, dice y cuenta que entre esas personas había estudiantes, profesionales, jubilados, personas con trabajos de jornada completa que pasaban por el árbol después de su horario laboral, chicos jóvenes que dormían en carpas y vecinas que cocinaban para todos. “Se generó una comunidad hermosa”, recuerda.

Pese a que presentaron alternativas técnicas viables para evitar que se tocara el árbol —con planos, relevamientos topográficos y reuniones—, las autoridades desestimaron toda posibilidad.

Imágenes explicativas de la propuesta de los profesionales


Ese 12 de julio, desde temprano, vecinos autoconvocados y ambientalistas se concentraron sobre la avenida Padre Luchese para intentar frenar el avance de una grúa —proveniente de Tucumán y escoltada por Infantería— que se disponía a remover el quebracho blanco.

La tensión creció con el correr de las horas: mientras la organización @quebracho284 llamaba a reforzar la presencia en redes sociales, manifestantes bloquearon el paso con una sentada y se enfrentaron a efectivos policiales sobre la colectora. El operativo terminó con el desalojo de los manifestantes, en medio de empujones, forcejeos y una fuerte presencia policial que despejó la zona para permitir el ingreso de los operarios.

Crédito foto: @quebracho284


No hubo estudio de impacto ambiental. “No hubo voluntad de encontrar otra solución”. Solo la decisión de sacar el árbol, incluso al costo de contratar una grúa de Tucumán, porque la fuerza del mensaje de los vecinos, conmovió al punto de que ninguna empresa cordobesa quisiera participar del operativo. “Las empresas de grúas se negaron. Sacaron comunicados. Dijeron, ‘nosotros no vamos a hacer ese trabajo sucio’”.


El árbol era símbolo. Y lo sabían

Aquel 12 de julio, cuando la grúa se alzó sobre el quebracho y lo levantó como si se tratara de un obstáculo menor, también arrancó algo más. “Fue una escena medieval”, recuerda Eleonora. “Ver autos detenidos en la colectora filmando la escena, ver cómo reducían el pan de raíz porque no conseguían maquinaria, ver cómo lo lastimaban… fue tristísimo”.

Pero el final, aunque haya sido triste, no fue todo. Porque como suele pasar en las historias que importan, el final deja preguntas. “¿Y ahora qué?”, se preguntaron esa misma noche. “Ahora viene la parte de defender lo que queda. Nos queda solo un 3% de bosque nativo. Y hay otras amenazas. Pero ya no estamos solos. Ahora sabemos que podemos organizarnos”.

Mural realizado en el segundo encuentro nacional de muralismo y arte público en Sunchales provincia de Santa Fe

La historia del quebracho de Villa Allende es un símbolo. En medio de un país convulsionado, con políticas ambientales en retirada, con derechos sociales en retroceso y con un modelo extractivo que avanza sin pausa, un grupo de personas comunes se juntó a defender algo que parecía perdido.

¿Podemos decir que no fue una victoria? Quizás, pero sí fue una señal. Y como cada señal, nos invita a pensar qué estamos dispuestos a cuidar. Porque a veces, lo que nos une, no es solo una causa… es una raíz.

Para saber más sobre la situación actual del quebracho y conocer más sobre todo lo que sucedió alrededor de él, pueden visitar el perfil de Instagram “Quebracho Blanco – Comunidad organizada en defensa del Quebracho Blanco centenario de Villa Allende”

Daniella Mancilla Provoste

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