El grupo de turistas franceses volvió a su país, luego de un mes y medio de permanecer en El Calafate, con la mitad de sus integrantes enfermos de coronavirus. Uno de ellos fue trasladado bajo cuidados intensivos.
El grupo de 20 turistas había llegado el jueves 13 de marzo a El Calafate, en el último vuelo, luego de haber estado en Ushuaia, y con la idea de conocer la zona de los glaciares.

Compuesto por matrimonios de la tercera edad de diferentes ciudades francesas, el contingente fue el portador del coronavirus.
Por los contactos estrechos se contagiaron el chofer, la guía local, y luego el personal del hospital local.
A pocas horas de llegar a El Calafate, uno de los integrantes del grupo, fue atendido en la guardia del hospital público, tenía un estado gripal con fiebre. Las sospechas indicaron la posibilidad de que tuviera coronavirus, por lo que quedó internada, y el grupo, en aislamiento en el mismo hotel que habían pagado como parte del paquete turístico. Ya no pudieron hacer excursiones, salir a pasear por la ciudad, ni continuar viaje.
En esos días los exámenes de los hisopados aún se realizaban en el instituto Malbrán de Buenos Aires. El martes 17 se conoció que el resultado era positivo de COVID-19.

Mientras las autoridades de El Calafate preparaban los primeros anuncios de la cuarentena (antes que en el resto del país), los turistas eran informados de su aislamiento, con la respectiva preocupación por el posible contagio interno que tendría el grupo.
Hasta este sábado, que dejaron la ciudad, la mitad había contraído el virus.
Pasadas las diez de la mañana despegó de esta ciudad santacruceña un Boeing 737 de ASL Airlines con todos los integrantes del grupo, incluyendo a Ronald, hombre de 82 años que estaba en terapia intensiva con una traquetomía, siendo el paciente más grave.
Fue un operativo especial que comprendió el traslado del internado al aeropuerto, al mismo tiempo que dos colectivos del municipio hicieron lo propio con los demás turistas, la tripulación y el equipo de emergencia que vino a hacer la repatriación.
En rigor, todo comenzó semanas antes cuando las cancillerías de Argentina y Francia empezaron a tramitar la posibilidad del vuelo humanitario, financiado por la aseguradora de viajes de los turistas.
Las valijas fueron desinfectadas con roseadores antes de ser subidas a las bauleras de los colectivos, y los choferes fueron protegidos con un plástico trasparente que le hizo de cortinas, solo por citar algunas de las medidas preventivas que debieron tomarse para el traslado al aeropuerto.
El avión contó con una configuración especial ya que en la misma aeronave viajó el paciente en camilla, integrantes del contingente, aun positivos de coronavirus, otros que ya se recuperaron, y quienes no lo contrajeron. Además, se sumaron otros turistas franceses que habían quedados varados en El Chalten y El Calafate, que no integraban el grupo de jubilados.
“Gracias”, “mercí”, “bye bye” y aplausos, es lo que se escuchó de los turistas antes de subir a los colectivos que los llevaría hasta el aeropuerto calafatense, en la todavía oscura mañana de la villa turística.
Antes de partir, el grupo dejó una carta de agradecimiento a autoridades y personal del hospital local.
También se llevaron una carta firmada por el intendente local Javier Belloni, saludándolos ante su recuperación, invitándolos que vuelvan a la ciudad para terminar de conocer la zona, obsequiándoles un mate.
En la ciudad se celebra la vuelta a su país de los turistas franceses. Las redes sociales de medios de comunicación reflejan mensajes que indican la alegría por la recuperación de esas personas, el deseo que puedan volver, y el reconocimiento al hospital y al municipio local por sus diferentes acciones.
Con la ida de los franceses, El Calafate espera la recuperación definitiva de los locales, para comenzar la semana sin positivos activos. Pero la cuarentena no se termina.
El gobierno local flexibiliza las actividades comerciales con sistemas de delivery, permite la obra privada y brinda dos horas para que los habitantes caminen en un sector del paseo costero.
Sergio Villegas
