Desconocido para muchos, las aguas pre-antárticas que rodean la isla de Tierra del Fuego son el hogar de diversas especies de tiburones. En esta nota se contrastan mitos y realidades para conocer una especie indispensable para el ecosistema fueguino. 

Para muchas personas, esta puede ser la primera vez que oyen hablar sobre tiburones en la provincia de Tierra del Fuego. Y es probable que muchas de las creencias comunes sobre los tiburones cambien al conocer más sobre ellos.

Tiburón gatopardo – Foto gentileza de Proyecto Arrecife

Matías Delpiani es doctor en ciencias biológicas y estudia la Ictiofauna marina del sur argentino. Trabaja en el Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC) en Ushuaia, dependiente del CONICET, y es docente de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego.

Sobre las especies de tiburones presentes en la región, Delpiani detalla que se trata de un grupo diverso y en parte desconocido por la mayoría de la población. “Generalmente, los tiburones se encuentran en todo el mundo. Acá en Argentina tenemos unas 55 especies. Particularmente en Tierra del Fuego hay reportes de unas 10 especies” explica Matías. Algunas de estas viven de forma permanente en la región, mientras que otras solo la visitan como parte de su ruta migratoria por los océanos Atlántico y Pacífico. “Principalmente se encuentran la pintarroja (Schroederichthys bivius) y el tiburón espinoso (Squalus acanthias), que son medianos, de entre 0.90 m y 1,60 m. Luego se ha reportado el gatopardo (Notorynchus cepedianus), un tiburón que llega hasta los 2.6 metros y tiene distribución desde Tierra del Fuego hacia el sur de Brasil”.

Tiburón gatopardo – Foto gentileza de Proyecto Arrecife

Desempeñan un papel fundamental en el equilibrio del ecosistema. “Regulan todo lo que serían las presas que están debajo de él. Al mismo tiempo hacen de selección natural, alimentándose de las presas que están enfermas, los más débiles. Son importantes para la regulación trófica, ya que controlan las poblaciones de sus presas desde lo más alto de la cadena alimentaria. De este modo, contribuyen a mantener el equilibrio ecológico”.

En ecosistemas donde los predadores tope desaparecen, los desequilibrios no tardan en aparecer. Delpiani pone un ejemplo concreto: “Si uno saca los tiburones, desaparece el predador que controla a otros predadores que se alimentan de herbívoros. Si esos predadores intermedios aumentan, terminan eliminando a los herbívoros, y entonces los fondos comienzan a cubrirse de algas. Esa es la regulación que hace el predador tope, para dar un ejemplo”.


¿Son un peligro para la población?

“Al contrario” es contundente el investigador al respecto de esta posibilidad. “El tiburón lo que tiene es una mala fama. A partir del cine, por ahí los medios. Buscás películas y lo que sale es ‘El ataque del tiburón’, ‘El tiburón de dos cabezas’, cientos de películas. Los documentales lo mismo, todos son apuntando por ahí al tiburón, y encontrás uno o dos documentales en los cuales te documentan lo importante que es el tiburón, pero el 90% apunta a poner como figura peligrosa al tiburón, sin embargo, tendrían que ponerlo como una especie clave en los ecosistemas, para conservar la biodiversidad”.

Lejos de ser el asesino favorito de Hollywood y de más de un documentalista, en Argentina hay unas 55 especies de tiburones, de las cuales alrededor de 20 están en peligro de extinción.

Delpiani relata que hace poco se encontró un tiburón sardinero (Lamna nasus) en la costa de Río Grande. Se trata de una especie que circula de norte a sur y también se ha reportado en Mar del Plata y Necochea. “Son grandes, de hasta 3.5 metros, y suelen quedar varados”. Esto permite dimensionar la variedad y el tamaño de las especies presentes en la zona.

¿Cómo reconocerlos? El especialista describe rasgos particulares de algunas especies: “En el caso de la pintarroja, generalmente tiene manchas oscuras en forma de montura arriba y puntos negros dispersos, . Son tiburones pequeños de hasta 90 cm, con dos aletas dorsales de igual tamaño”.

“El sardinero ya es un tiburón más grande, posee un hocico cónico y puntiagudo, con una primera aleta dorsal grande, y una segunda aleta más pequeña, la forma similar a la del tiburón blanco, llega hasta 3.7 m y pesar 225 kg”.

“El gatopardo tiene una sola aleta dorsal y una aleta caudal  larga. A diferencia de los otros, tiene 7 hendiduras branquiales mientras que los otros tienen 5. Se lo considera dentro de los tiburones primitivos entre los tiburones actuales, dado que tiene más hendiduras, llega hasta 2.6 metros y pesa cerca de 100 kg. “No depende solamente de las personas que hacemos ciencia o de los investigadores” reflexiona Matías al final, entre todos podemos transformar el rol de villano de los tiburones.

En las imágenes vemos ejemplares de tiburón gatopardo (Notorynchus cepedianus), en los monitoreos que lleva adelante Proyecto Arrecife.

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