“Recién ahora lo podemos sepultar”, admite Oscar, luego del reconocimiento del cadáver de su hermano Horacio Giraudo, en el cementerio de Darwin, a 35 años de la Guerra de Malvinas.
Entre lágrimas imposibles de contener, su otro hermano, Fernando, describe que íntimamente siempre sintió dudas. “No sabíamos si realmente había muerto, por eso, con esta confirmación cerramos el duelo”, revela.
El viernes 26 de enero, la familia fue notificada de que habían identificado el cuerpo de Horacio, luego de cotejar las muestras de ADN, en un operativo de Cruz Roja que demandó unos cinco años. Es uno de los 122 cadáveres exhumados de combatientes sin reconocer en el cementerio de Darwin, que forma parte de una campaña internacional todavía en proceso.
Si bien ya no es un NN –calificación para los cadáveres sin nombre reconocido– alojado en una fosa común, los sentimientos de tristeza siguen doblegando a la familia inmersa en intensos recuerdos.
La tristeza recrudece los días 31 de enero, jornada en que abrieron las puertas de su casa, de Hernando, para dialogar con La Voz.
El 31 de enero de 1982, toda la familia Giraudo se había reunido para celebrar los cumpleaños de Horacio y de Oscar. “Fue el asado de su despedida, se iba a la colimba el 2 de febrero, no sabía que luego iría a Malvinas. El tema militar le gustaba, fue entusiasmado. El 3 de abril llegó a Malvinas y no lo vimos nunca más”, rememora Oscar.
Este año, el combatiente hubiese cumplido 55 y Oscar celebró sus 64. “Parece que al destino lo tenía marcado”, reflexiona Fernando.
Para Oscar, compartir la fecha de cumpleaños con su hermano fallecido “es el mejor regalo” que su madre le pudo dar en esta vida.Duelo.
Fernando y Oscar atraviesan una etapa que ayuda a procesar el dolor de la ausencia.