“A veces, los mitos y las ideas equivocadas sobre la donación de órganos, córneas y tejidos pueden impedir que una persona se inscriba como donante. ¡Imagine las vidas que podríamos salvar si todos conociéramos los datos reales sobre la donación!” dice el encabezado de la página donaciondeorganos.gov, una página del gobierno de los Estados Unidos sobre donación y transplante de órganos.
Pero claro que no es necesario irse tan lejos; en nuestro país hay muchas instituciones que se dedican a la divulgación de información concerniente a la donación y el transplante de órganos y todas coinciden en que el mayor impedimento para que la gente se registre como donante viene de la falta de información o, lo que es peor, de la información errónea que circula no solo en internet, sino aquella que se ha arraigado a lo largo de las décadas y se sigue transmitiendo boca a boca y que no tienen ningún respaldo científico, ni de ningún otro tipo.
Las medios de comunicación no estamos exentos de ese tipo de información: hay terminología que se confunde o que se usa de manera errónea. Muchas veces pecamos de sabihondos y publicamos artículos o títulos grandilocuentes con errores graves, como confundir, por ejemplo, un estado vegetativo permanente con la muerte cerebral.
Sobre esto último, la agencia nacional de noticias Télam publicó en el año 2007 una entrevista con la médica neuróloga e integrante del comité de ética del INCUCAI (Instituto Nacional Centro Único Coordinador de Ablación e Implantes) Marisa Barone; en aquella oportunidad la profesional explicaba que un caso de muerte cerebral plantea un debate ético cuando genera un estado vegetativo persistente en el que para la Justicia la persona no está muerta, mientras que cuando se trata de “muerte encefálica” existe una certificación del deceso.
Barone aseguró que existe una diferencia entre estado vegetativo y muerte encefálica. “El estado vegetativo persistente es cuando la persona no tiene funciones cerebrales pero conserva sus reflejos básicos aunque esté en un estado de coma prolongado, en estos casos para la Justicia esa persona no ha fallecido”.
Por el contrario, en el caso de muerte encefálica “además del estado de coma existe un destrucción profunda de la estructura cerebral, no tiene respuesta al dolor y efectúa un paro cardíaco definitivo, en esta situación lo que se da es una certificación de muerte”.
“Solo en el caso de muerte encefálica la persona está legalmente muerta y es allí donde, desde el INCUCAI, se pueden ablacionar sus órganos”, remarcó la especialista, dejando en claro que una persona en estado de coma no es plausible de ser donante de órganos, pues es alguien que aún continúa legalmente con vida.
La muerte cerebral es eso, muerte, por lo tanto es irreversible y será entonces la única oportunidad en la que será posible practicar una ablación de órganos con destino de transplante.
Pero ésta, claro, no es la única duda que surge a la hora de evaluar ser -o no- donante de órganos. Es por ello que la Fundación Argentina de Transplante Hepático elaboró una serie de respuestas a las preguntas más comunes.
¿Quién puede ser donante de órganos?
Sencillamente, todo aquel que generosamente quiera donar en vida a aquellos que aguardan un trasplante como única y última posibilidad de vida.
¿Quién garantiza la transparencia en el acto de la donación de órganos?
El INCUCAI. Único organismo oficial que tiene autoridad para solicitar la donación y proceder a ejecutarla. Fiscaliza las actividades de donación y trasplante de órganos en nuestro país.
“No quiero que se mutile mi cuerpo”
El cuerpo es tratado con gran respeto y dignidad. Los órganos donados se obtienen con todos los cuidados de una operación quirúrgica de rutina.
“Puedo querer donar un órgano, pero no todos”
La persona puede especificar qué órganos quiere donar. En todos los casos se respetarán sus deseos.
“Si saben que quiero ser donante, los doctores no tratarán de preservar mi vida”
El equipo médico que lo trate en vida no es el mismo que el grupo médico de ablación de órganos. Los profesionales de la salud harán todos los esfuerzos por salvar su vida. Solamente después de agotar todas las posibilidades, y luego de ser declarado fallecido, se considerará la donación.
“Mi religión no apoya la donación de órganos”
Según el Episcopado Argentino, la donación es un “acto de solidaridad y fraternidad humanas y una prueba de que el cuerpo muere, pero jamás el amor que lo sostiene.” Esta postura es compartida por la mayoría de las religiones.
“Nadie va a querer mis órganos por mi edad o condición médica”
Al tiempo de la muerte, el INCUCAI revisará la historia clínica y realizará estudios médicos para determinar la aptitud de los órganos del donante.
“Debo pagar para realizar la donación”
La donación de órganos es un acto de amor solidario. Nadie puede percibir compensación económica por ello, así como tampoco nadie podrá exigir pago alguno por el órgano trasplantado.
“Los ricos y famosos avanzan en la lista de espera mientras que los demás deben aguardar más tiempo”
La posición en la lista de espera no tiene en consideración factores como la etnia, edad, ingresos y clase social. Por el contrario, es imprescindible el tipo sanguíneo, la urgencia médica, la ubicación geográfica, el tamaño del órgano y la compatibilidad de los tejidos.
“Tráfico de órganos”
De acuerdo a la legislación argentina, se exige que tres médicos firmen el acta de defunción tras haber certificado dos veces, y con un intervalo de seis horas, todas las exploraciones necesarias para confirmar el fallecimiento de la persona. Por otra parte, la complejidad y el gran número de profesionales necesarios en un operativo de trasplante, como así también la necesidad de compatibilidad entre donante y receptor, hacen imposible concebir el tráfico de órganos. El INCUCAI ofrece todas las garantías de transparencia e idoneidad profesional para asegurar el acto altruista de la donación.
“Con la experiencia por la que pasamos con mi familia, el mejor consejo que yo puedo dar es que hablen. Que no sea un tema tabú, que no haya miedos, den un mensaje claro, que su familia sepa qué quisieran hacer ustedes si eventualmente les llegara a pasar algo”, dice Javiera.
“En mi casa jamás hablamos del tema y cuando a mi mamá le dio el ACV y nos confirmaron que tenía muerte cerebral, para mi papá, mis hermanos y para mí fue una decisión muy dura. En ese momento de tanta tristeza, de tanta incertidumbre, cuando tdavía estas un poco enojado y sorprendido por lo que pasa es muy dificil tomar una decisión”, agrega.
Javiera, sus hermanos y su papá finalmente decidieron donar los órganos de su mamá. Según supieron luego, ese acto ayudó a salvar 5 vidas y a mejorar la calidad de varias otras.
“Es un acto profundo de amor desinteresado. A veces te ponés a pensar y sabés que un poco de tu mamá está ayudando a que otra persona viva y se desarrolle es un sentimiento muy fuerte. Definitivamente vale la pena.
Todavía existían los DNI de papel y después de lo de mi mamá sus 4 hijos y mi papá fuimos al registro civil a que nos sellaran el documento y quede la constatación de que todos éramos donantes. Sé que nadie tendrá ninguna duda si eventualmente me llegara a pasar algo. Lo mismo con el resto de la familia y la verdad es que eso da una especie de alivio.
El domingo pasado cuando fuimos a votar, mi hijo mayor, que votó por primera vez, se acercó al puestito que había del INCUCAI en la escuela y solo pidió que lo ingresen al registro. Sé que lo hizo por su abuela, pero también sé que es una decisión consciente, después de todo lo que hemos hablado”.
Hablar, decidir, reflejarlo y comunicarlo. Una tarea sencilla que puede salvar muchas vidas en un momento de realidad acuciante, pero que también salva la vida de uno mismo al saber que está tomando una decisión en pleno uso de sus facultades y que esa decisión alivia, sana y libera.
María Fernanda Rossi

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