¿Quién dijo que los visitantes no pueden ir a la cancha? Dicho de otra manera, ¿quién dijo que hinchas de dos equipos distintos no pueden convivir en las canchas argentinas? La final de la Copa Argentina, el sábado, demostró que es posible. Otra cosa es que no suceda, y hay razones para ello.

Las tribunas del estadio Malvinas Argentinas estaban llenas de hinchas por completo visitantes: habían llegado a Mendoza desde Buenos Aires y Tucumán, principalmente, también de otras provincias; y aunque no faltaran “locales”, fanáticos mendocinos básicamente hinchas de River, no había dueños en el duelo ni guapos conocedores del terreno que coparan la parada.

La ocasión fue especial: una final de Copa Argentina, el torneo que siempre se disputa en terreno neutral y cuyas canchas, por simple definición, se pueblan de visitantes. En la Copa nunca hay locales.

Pero el clima de confraternización que dominó la disputa de esa final debe replicarse. Volverse normal. Esa fiesta no debe ser una deliciosa excepción, sino una satisfactoria regla. Aunque estén claros los obstáculos que lo impiden.

Por empezar, la localía. La Superliga no podría disputarse exclusivamente en terrenos neutrales, porque implicaría una logística de pesadilla y miles de complicaciones. Y aunque existe un plan para la progresiva vuelta de los visitantes, no todos los clubes están de acuerdo con eso.

Instituciones de peso como Boca, San Lorenzo o Independiente se oponen a la movida. Para ellos, en todo caso, el carnaval debe tener un único color. Los socios que se quedan afuera de la fiesta, aseguran, son un impedimento insoslayable. No puede haber visitantes dentro mientras haya locales fuera: ese es, más o menos, el razonamiento detrás del cual se esconden distintas motivaciones.

Otros clubes sin tanto poderío poseen argumentos adicionales que no carecen de lógica en el enrarecido mundo de las relaciones entre dirigentes y barrabravas.

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