Docenas de náufragos arrojados a las costas patagónicas o luchando por mantener a flote los restos de una embarcación destruida por las violentas aguas del Atlántico Sur dedicaban sus últimos pensamientos a sus seres queridos cuando la esperanza los sorprendía en el horizonte al ver alguno de los buques del comandante Luis Piedrabuena, pionero de los mares argentinos, de quien mañana se cumplen 190 años de su nacimiento.
El “caballero del Mar”, apodo ganado por la cantidad de rescates que encabezó, había nacido el 24 de agosto de 1833 en la localidad bonaerense de Carmen de Patagones.
La página web de la Armada Argentina señala sobre él que “desde su infancia el mar ejerció un gran influjo sobre él, a tal punto que siendo niño fue hallado por un capitán mercante llamado ‘Limón’ a 20 millas náuticas de la costa, tripulando una débil balsa que había construido”.
Cristian Murray, Investigador del equipo de arqueología subacuática del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano y Coordinador de la campaña ‘Mar de Historias’, dijo a Télam que “Piedrabuena tuvo una destacada actuación en el rescate de náufragos en aguas patagónicas a mediados del siglo XIX, cuando se había intensificado la circulación de embarcaciones por la ruta del Cabo de Hornos como consecuencia del aumento del comercio marítimo mundial”.
Y contextualizó: “Muchas rutas comerciales necesitaban unir puertos del Atlántico y el Pacífico para transportar bienes de todo tipo, desde materias primas hasta productos elaborados y es conocido que las condiciones de navegación del Mar Patagónico no son fáciles, debido principalmente al clima inestable y las fuertes corrientes; si a esto se le suman cartas náuticas imprecisas, barcos con poco mantenimiento o inadecuadamente estibados y errores de navegación, el resultado son numerosos naufragios”–
Mónica Grosso, arqueóloga y buzo profesional científica además de investigadora del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, apuntó: “Es destacable el empeño que puso Piedrabuena en auxiliar a tripulantes y pasajeros náufragos; gran conocedor de los peligros de navegar en la región austral ya que él mismo naufragó, construyó un refugio para náufragos en la Isla de los Estados, que está en la antesala del Cabo de Hornos”.
Allí dejó una inscripción en una roca con la leyenda “Aquí termina el dominio de la República Argentina. En la Isla de los Estados (Puerto Cook) se socorre a los náufragos. Nancy, 1863. Cap. L. Piedrabuena”, “mientras que los límites entre Argentina y Chile en esta región se definirían más tarde”, agregó.
Murray destacó que “en varias ocasiones, mientras navegaba las costas e islas de Patagonia y Tierra del Fuego, avistó barcos encallados o grupos de náufragos y relegó sus objetivos comerciales para auxiliarlos; esto en una época en la que estaba bastante extendida la práctica del ‘raqueo’, que consistía en buscar y apropiarse de restos de naufragios, muchas veces sin prestar atención a las vidas humanas”.
Por sus rescates recibió los reconocimientos de la reina del Reino Unido y del emperador alemán, quienes le enviaron obsequios por haber salvado la vida de marineros de esos países.
Grosso indicó que “uno de los barcos cuya tripulación fue rescatada por Piedrabuena fue el ‘Dolphin’, ballenero estadounidense que naufragó en el golfo Nuevo en 1859; junto a Cristian dirigimos investigaciones arqueológicas en los restos de un naufragio localizado en Puerto Madryn que permitieron establecer que muy probablemente corresponden a ese ballenero ya que a partir del estudio de su tecnología constructiva y del análisis de los anillos de crecimiento de los troncos utilizados en su construcción pudieron establecer que fue construido en el mismo período y región que el ‘Dolphin'”.
Además, un manifiesto de carga guardado en el archivo del museo Emma Nozzi de Carmen de Patagones “demuestra que Piedrabuena también estuvo involucrado en el salvamento de la carga de este barco; al pasar por Carmen de Patagones luego del naufragio, el capitán del ballenero subastó lo que quedaba del barco y fue el marino argentino quien se dirigió al lugar para recuperar varios barriles de aceite de ballena y algunas cajas con víveres”, añadió.
Murray amplió: “En 1859 estableció un puesto en una pequeña isla del río Santa Cruz a la que llamó ‘Pavón’, donde instaló un almacén de ramos generales; desde allí zarpó incontables veces con su velero, moviéndose principalmente entre Carmen de Patagones, Isla de los Estados, Islas Malvinas y Punta Arenas”.
Sus actividades comerciales giraron en torno a la caza de lobos marinos, la producción de aceite de pingüino y el transporte de ganado y mercaderías. En la Isla de los Estados “estableció una modesta factoría para producir aceite a partir de la grasa subcutánea de los pingüinos, cuya población se vio seriamente afectada”, detalló.
El investigador contó que “en uno de sus viajes el buque ‘Espora’ fue arrojado a la costa por un temporal y quedó inutilizado, no le quedó otra opción que desarmarlo para construir con sus restos y con troncos obtenidos en la isla una pequeña embarcación -un cúter- con el que él y sus hombres pudiesen regresar al continente; la llamó ‘Luisito’ en homenaje a su hijo Luis, que falleció siendo niño, y con ese cúter, construido en una inhóspita isla con muy escasos recursos, continuó navegando por muchos años en los mares del sur”.
“Ya con el grado de teniente coronel, la Armada le encomendó establecer una escuela práctica de marina en la goleta Cabo de Hornos; con esta embarcación, en 1878 formó parte de la expedición al mando del Comodoro Py para enfrentar la presencia chilena en las costas de Santa Cruz. Poco tiempo después el Estado Argentino lo contrató para integrar una expedición científica a las costas australes encabezada por el genovés Giacomo Bove”, resaltó.
Grosso enfatizó que “otro aspecto habitualmente desconocido es la presencia de mujeres en estos contextos, en 1868 Piedrabuena se casó y pasó su luna de miel en viaje a Isla de los Estados; la presencia de mujeres que acompañaban a sus esposos capitanes de barcos balleneros o mercantes no era infrecuente en esta época, sin embargo, en la historiografía marítima en general los protagonistas son hombres”.
“Podemos decir que, así como Piedrabuena, existieron un gran número de marinos que en la segunda mitad el siglo XIX se dedicaron a diversas actividades marítimas y sin embargo en la historia han sido de algún modo invisibilizados; actualmente se llevan adelante investigaciones actuales histórico-arqueológicas que tienen como objetivo conocer las características de estas actividades, así como las interacciones entre los distintos grupos e incluso con las poblaciones indígenas costeras”, finalizó.
Isla de los Estados, Antártida, Río Santa Cruz, Tierra del Fuego, angosturas del Magallanes, Punta Arenas, Cabo de Hornos, son todos jalones de sus proezas náuticas.
En 2020, la Armada Argentina bautizó “Piedrabuena” a uno de los cuatro avisos que hoy tienen como misión principal la custodia del Mar Argentino y las operaciones de búsqueda y rescate en el Atlántico Sur, tradición que también llevó a imponerle el nombre del prócer a un pailebote en 1880, un transporte naval en 1910 y un destructor en 1959.
La campaña “Mar de Historias” promueve un mayor conocimiento, valoración y cuidado del patrimonio cultural marino-costero. Es promovida por las provincias de Buenos Aires.Río Negro, Chubut, Santa Cruz, Tierra del Fuego y el Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano y la Administración de Parques Nacionales.
Fuente: Agencia Télam