En Julio de este año, en la Feria del Libro Independiente de Río Gallegos, conocí a una familia que recorría distintos lugares viajando en una combi. Hace poco me enteré de que andaban por Ushuaia y los invité, en caso de que pasaran por Río Grande, a visitar mi casa y a conocer a mi familia. Aceptaron la invitación y, hace poco más de una semana, nos juntamos. Cenamos y pasamos una noche muy divertida charlando de mil cosas.
En un momento, alguien llamó afuera. Salí y eran dos chicas que vieron la combi y querían saludarlos. Les pregunté si los conocían y me dijeron que no, que los seguían por internet y les encantaría conocerlos en persona. Se sumaron a la mesa, y las charlas y risas continuaron hasta la madrugada.
A estos viajeros les pedí que nos cuenten sobre su forma de vida para hacer esta nota y esto es lo que contaron:
“Somos una familia nómade en constante movimiento de creación y acción. Llevamos un centro cultural itinerante arriba de una combi del año 88, que también es nuestra casa, nuestra tienda y nuestro taller. Como centro cultural ofrecemos distintas actividades a las comunidades que visitamos: proyecciones de cine documental, serigrafía experimental, xilografía, reciclaje, fotografía, costura y confección, tejidos, etc. Lo más importante: ¡llevamos un fuerte mensaje de autonomía y autogestión!”
“Nuestra familia está compuesta por Christian (37), un viajero experimental de aquí y allá, Frances (30), que está probando por primera vez la vida en movimiento (con el tiempo que lleva viajando, ya está convencida de que esto es necesario para el desarrollo de las emociones y las habilidades) y Ramsés (5) que hace escuela en la casa-combi o escuelita del mundo”.
“Este viaje comenzó el 10 de Junio del 2016. Partimos desde Machalí (sur de Chile), y nos dirigimos hacia San Pedro de Atacama, el desierto más árido del mundo. Desde ahí cruzamos a Jujuy (Argentina), haciendo toda la quebrada de Humahuaca. Después, transitando la ruta 40, pasamos por la región de Cuyo y la Patagonia de ambos países, hasta Ushuaia, Tierra del Fuego. Todo ese recorrido nos tomó un año y dos meses”.
“El propósito de esta aventura es transitar y conocer cada rincón de Latinoamérica, no sólo geográficamente, sino las distintas sociedad y culturas, y sus costumbres”.
“Para hacer posible este viaje, nos autogestionamos con nuestro trabajo diario. Tenemos una tienda de productos artesanales y vendemos lo que hacemos a mano, nuestros trabajos en serigrafía, costura, tejidos y manualidades, y los talleres de oficios que ofrecemos”.
“Entre las preguntas más frecuentes que la gente nos hace está la educación de Ramsés, cómo nos financiamos, cómo se porta la kombi y si ha tenido muchos problemas mecánicos”.
“Estando en movimiento encontramos personas en el camino que con sus experiencias han enriquecido el espíritu del viaje. Nuestra vida crece haciendo lo que nos gusta, desarrollándonos como personas y como familia. Disfrutamos mucho de la sencillez de la vida”.
“¡Siempre nos olvidamos cosas en los lugares que nos invitan!”.
“En un momento, recorrimos mil kilómetros sin llave cruz para cambiar la cubierta, y cuando compramos una, pinchamos al otro día. Otra cosa graciosa que nos pasó fue que se nos abrió el portaequipaje del techo de la combi y se voló todo en plena ruta. En todos lados van surgiendo historias para recordar. Nuestra vida misma se volvió una anécdota”.
“Por ahora no tenemos pensado parar. Por lo menos no definitivamente. Quizás paremos algunos períodos, pero nuestra intención es que este viaje dure toda la vida”.
PD: Al día siguiente nos vimos de vuelta porque se habían olvidado una ropa del pequeño. Tomamos unos mates mientras nuestros hijos jugaban. A mi hija, Ramsés le regaló un autito, y ella se lo muestra a otros chicos diciendo: “Es un regalo de mi amiguito viajero”.
Ojalá nos volvamos a cruzar. Conocer gente tan simpática e interesante, hace bien.
Contacto: https://www.facebook.com/Vivir-para-viajar-en-Kombi
Fede Rodríguez