Desde San Pablo, Brasil, el director de la película La Residencia, protagonizada por Darío Grandinetti y Débora Falabella, brindó una entrevista exclusiva para El Rompehielos. Cómo fue filmar en la hostería abandonada Petrel, en Tierra del Fuego, en uno de los momentos más álgidos de la pandemia.

Cuando vi Petrel, me enamoré; estaba completamente rota: el piso, el techo, las ventanas, incluso había una parte incendiada… Pero me pareció la locación perfecta”, dice, con su marcado acento portugués, Fernando Fraiha respecto de la locación principal de la película La residencia -estrenada el pasado jueves 23 -, ubicada a la vera Lago Escondido, en Tierra del Fuego. 

En junio de 2019, cuando la palabra “cuarentena” aún no formaba parte de nuestra vida cotidiana, Fraiha viajó a Ushuaia para buscar la locación de la película que se filmaría recién a finales de 2020. “Tenía cinco días de vacaciones, pero, como soy muy ansioso, preferí aprovechar y viajar a ver las posibles locaciones. Junto con un equipo de fueguinos fuimos a Tolhuin y también al sur, buscando una casa en las montañas, cerca de la cordillera… Anduvimos por todos lados hasta que apareció esta hostería abandonada: la sometimos a un proceso importante de recuperación; es una pena que semejante monumento (que pertenece a la provincia de Tierra del Fuego) estuviera en ese estado”.

Petrel fue recuperada gracias al gran trabajo del equipo de producción local y la tarea de las directoras de arte (María Rípodas y Catalina Oliva). Su rol en la película es fundamental, ya que es esa residencia que da título al film, el lugar al cual llega Ana -Débora Falabella- para realizar una residencia artística, un taller de escritura que la ayude con su novela. Allí la espera, además de otros escritores, Holden -Darío Grandinetti- un tutor y líder carismático  que ejerce una enorme influencia sobre quienes se encuentran en esta residencia del fin del mundo. 

“Los talleres de escritura, los grupos de estudio -explica Frahia- muchas veces tienen dinámicas sectarias. Yo mismo he estado en algunos que, sin dudas, después de haber salido, me di cuenta de que eran sectas, con esas metodologías de ponerte siempre en jaque, de colocarte en situaciones extremas, para ver cómo te las arreglás, para saber cuánto de vos hay en tu arte. En la peli hacemos un ensayo de esa dinámica de grupo que gira en torno a un maestro, de la toxicidad de la jerarquía: cuando alguien te dice que te va a hacer mal, para tu bien”.

Fernando Fraiha trabajó junto a Inés Bortagaray en la adaptación del guion —que en un primer momento se llamaba “La residencia del fin del mundo”— que se basa en la novela “Cordillera”, del escritor Daniel Galera, de origen brasilero, al igual que el director de la película. “La historia del libro ocurre entre San Pablo y Ushuaia, por eso elegimos filmar en Tierra del Fuego, un lugar que hasta entonces yo no conocía. Pero el libro de Galera es muy diferente a la historia que contamos en La Residencia, y en el proceso de adaptación terminamos hablando de política, de las formas de creación de realidades paralelas, de verdades líquidas y de posverdad”.

Fraiha dice que una de las mejores críticas que recibió fue, precisamente, la del escritor Daniel Galera, quien dijo que si se le hubiese ocurrido la idea de que la historia transcurra durante una residencia artística, hubiese escrito el libro de esa manera.  “Creo que es la mejor crítica posible”, dice el director brasilero. “Mantuvimos la idea de la secta de escritores que abandonan sus vidas para vivir como sus personajes, cel proceso de cómo sucede esa dinámica de la realidad paralela y la idea de las ficciones complementarias”.

En esa transformación que atraviesan los personajes, ocurre un aislamiento paulatino, algo que ocurría realmente al momento de la filmación, en diciembre de 2020. Así como Petrel y la residencia son también protagonistas, la pandemia tuvo un rol importante en el proceso de filmación. “Fue profundo lo que sucedió porque mientras filmábamos en Petrel, sobre Lago Escondido, nos hospedamos en otra hostería cerca de Tolhuin llamada Kaiken. Allí formamos una burbuja humana y no veíamos a nadie de afuera. Era una burbuja muy cerrada, sin intercambios, en un momento donde todavía no había vacunas y, aunque parecía que la pandemia ya terminaba, estaba a punto de volver con una ola terrible”. 

“Creo que las restricciones que la pandemia nos impuso funcionaron prácticamente como una codirección: no pudimos contar con extras y hasta hubo que modificar el guion para que todo ocurra dentro de la casa”, explica Frahia. “La pandemia tomó decisiones artísticas, fue una codirectora muy autoritaria y con poco margen de diálogo”, ríe Fernadno.

Las restricciones en los vuelos internacionales y las fronteras cerradas llevaron a que varios actores del elenco, que en un principio iban a viajar desde Brasil, fueran elegidos en Buenos Aires, incluso sin tener mucha experiencia audiovisual: “El personaje de David lo hace un chico que es bailarín y el de Agnes una cantante performática que hasta ese momento solo había filmado un corto. De pronto, estaban en escena con Darío Grandinetti: creo que lo bueno del encierro es que nos permitió ensayar y pasar mucho tiempo con los actores, en un proceso muy saludable que dejó actuaciones en la película muy potentes”.

La película está en las grandes salas de todo el país desde el jueves pasado. Según asegura el director, el filme amerita ser disfrutado en la pantalla grande: “La peli es muy atmosférica. La imagen, la experiencia y la música aportan mucho para eso. Mirando el filme en una sala, en la pantalla grande, es la verdadera oportunidad de meterte adentro de esa residencia”.

Lucía Fernández Hadid

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