Cómo la protección de la costa santacruceña se puede convertir en el motor del desarrollo sostenible en la región. La importancia de este valioso ecosistema marino, bajo la mirada de Miguel Iñíguez, presidente de la Fundación Cethus. 

La investigación y conservación de cetáceos ha sido el trabajo principal de la Fundación Cethus desde su creación, hace más de 30 años. Pero la tarea de proteger a estas especies marinas, no puede lograrse sin considerar al ecosistema como un todo, por lo que resultan muy importantes las medidas que procuren cuidar las costas y toda la vida sumergida.

Recientemente, la Administración de Parques Nacionales declaró de interés institucional la conservación de los bosques de cachiyuyo (especie de macroalgas nativas de la Patagonia), precisamente por el importante rol de este ecosistema en la salud de todo el planeta. Se trata de una medida que refuerza la visión del gobierno santacruceño de realizar una gestión sostenible de sus costas y su mar.  

Monte León, foto de Joel Reyero

Miguel Iñíguez, presidente de la Fundación Cethus, entiende que el potencial de la costa santacruceña es muy amplio, desde la óptica del desarrollo sostenible: “Santa Cruz, junto a Tierra del Fuego, son dos de los sitios más prístinos que tenemos a nivel marino. Las grandes extensiones de bosques de algas hacen que el potencial sea enorme, porque estos bosques no sólo ofrecen oxígeno al planeta -una función importantísima- sino que proveen de sustento a muchas especies, tanto vertebrados como invertebrados marinos”. 

El desarrollo sostenible puede incluir propuestas relacionadas con el turismo, considerando los recursos que presenta Santa Cruz. Según Iñíguez, además del enorme valor de la vida submarina, los marcos costeros aportan mucho para este tipo de actividades: “Los paisajes van desde playas extensas hasta acantilados, rías y bahías. Tenemos una gran variedad, lo que genera un enorme potencial en la provincia en el recurso turístico, que ya se viene desarrollando”.

Las ballenas forman parte esencial del ecosistema marino santacruceño y de ese potencial turístico que menciona Iñíguez. “En el caso de Santa Cruz, desde la década del ’90 se vienen dando avistajes de toninas overas en Puerto Deseado y Puerto San Julián. Pero, además, debido a los bosques de algas y a las riquezas que tiene la provincia a nivel del ecosistema marino y su biodiversidad, Santa Cruz tiene posibilidad de desarrollarse también en otros sitios: Makenke, Monte León, la propia Ría Deseado y Cabo Vírgenes, son todos lugares en los que desde la costa se pueden ver cetáceos, principalmente la tonina overa y el delfín austral y otras especies más según la época del año.” 

Bosques sumergidos de Santa Cruz, foto de Cristian Lagger

En el caso particular de Monte León, Iñíguez dice que se trata de un Parque Nacional que “reúne no sólo la belleza del lugar y lo que nos ofrece a nivel paisajes, sino también una gran importancia turística y el valor histórico que tiene el parque. Creo que todas las localidades pueden beneficiarse del turismo, si hablamos -por supuesto- de un turismo responsable, con la comunidad participando de capacitaciones sobre lo que el lugar tiene para ofrecer y también respecto a cómo se atiende a los clientes. El turismo se transmite principalmente de boca en boca y Monte León puede formar parte de un corredor que ofrezca alternativas de paisajes, recursos de avistaje de fauna, de flora y sitios turísticos de Santa Cruz”. 

Los cetáceos son protagonistas en toda la costa santacruceña, ya que, durante los meses de invierno, puede verse también a la ballena franca austral migrando o incluso a la ballena sei, “la tercera ballena en tamaño que tenemos en el mundo”, detalla el presidente de la Fundación Cethus. “Por suerte, las poblaciones van aumentando y se cree que los animales van recuperando sus viejas rutas migratorias, lo que facilita su avistaje. La provincia tiene un potencial muy grande en lo que se refiere a avistaje de cetáceos, tanto embarcados como costeros”.

Monte León, foto de Joel Reyero

Para poder hablar de desarrollo sostenible, el avistaje de ballenas también debe ser abordado de manera responsable: “Algo que destaca al avistamiento responsable de cetáceos en nuestro país y toda Latinoamérica es que es una actividad que genera muchos ingresos en las comunidades costeras, sin tantas fugas a las grandes ciudades. El ejemplo más cercano que tenemos es la Península Valdés, donde las localidades se benefician muchísimo en toda la temporada de avistaje de ballenas. En el caso de Santa Cruz, creo que esto sería muy importante para las comunidades costeras”.

Iñíguez asegura que la difusión es un aspecto fundamental para el crecimiento de estas actividades, pero también la capacitación: “Cuando hablo de capacitación es a nivel de la comunidad: no sólo el prestador que está realizando la actividad -que sé que lo hacen muy bien en la provincia-, sino también tiene que trabajarse la legislación. Porque no sólo hay que proteger al ambiente y a las especies que estamos avistando, sino que tiene que haber una protección para el prestador que lleva adelante la actividad: ver cuál es la capacidad de carga del lugar, cuántas empresas podrían llegar a desarrollarla y proponer que las empresas tengan que ser locales. El potencial es realmente muy grande si se lo hace de forma responsable”.

Monte León, foto de Joel Reyero

La creación de áreas protegidas es la otra pata que permite pensar y avanzar en el desarrollo sostenible sea posible. Según la mirada de Iñíguez, la creación de las mismas resulta fundamental: “Es esencial expandir y crear más áreas protegidas porque cuidan el recurso. Hace unos días, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, identificó 33 áreas de importancia para mamíferos marinos en el Atlántico Sud Occidental, varias de las cuales se encuentran en Santa Cruz. En particular, una de estas IMMA (por sus siglas en inglés: áreas de importancia para mamíferos marinos) es exclusiva para toninas overas y lo que se intenta es, en todo el rango de distribución entre Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego, identificar aquellas zonas donde la tonina overa es importante”. 

Mediante las IMMA, pueden reforzarse las áreas que ya existen o estudiar la posibilidad de crear nuevas áreas protegidas, según explica Miguel. El cuidado de los ecosistemas, enfocado desde una mirada global, y la salud de la fauna y flora marinas son factores claves para el desarrollo sostenible y para pensar un futuro en común, en el que vivan y se desarrollen los ecosistemas marinos y las actividades productivas en beneficio de las comunidades locales. 

Lucía Fernández Hadid
Foto de portada: Fundación Cethus – Delfín austral

Deja tu comentario