Su nombre entró a la escena literaria fuerte en los 90, como editor y como autor de novelas y cuentos muy celebrados. Sin embargo, fue a partir de las contratapas de los viernes en “Página 12” que Forn encontró a su lector, ese que apuesta por historias de vida con calidad narrativa. Además de la publicación regular de sus crónicas en forma de libro, ahora se suma su regreso como editor de una colección de textos clásicos, locales y extranjeros. Infobae charló de todo esto con el autor de “Nadar de noche”.

Un cielo panzón de lluvia amenaza fuerte en Recoleta pero parece que él tiene ganas de charlar y eso sí es una suerte. Y no es porque Juan Forn (Buenos Aires, 1959) sea un hombre de pocas palabras, no señor. Ocurre que hubo un día en que comenzó a medirlas, a regularlas como quien dice todo puede ser mejor si bajamos un cambio. Fue cuando el país hizo crack al mismo tiempo que hacía crack su propio cuerpo luego de dos pancreatitis, que Forn -editor literario, autor de novelas como Frivolidad y María Domecq y de cuentos que son emblema como “Nadar de noche”- comenzó un proceso de moderación en diversos sentidos. En pocos años abandonó los excesos y se decidió por destilar sus palabras, renunciar a la ficción y empezar a ocuparse de vidas reales, entre ellas, la suya. El destino elegido fue Villa Gesell, modesto Paraíso de la recuperación y consolidación de una nueva vida real y también literaria.

Desde el borde del mar, mientras construía su nuevo destino -que incluyó la paternidad de su hija Matilda, hoy de 17-, comenzaron a llegar las contratapas de Página 12 de los viernes, felicidad para lectores y ceremonia de iniciados. El ciclo arrancó en 2008 -cuando la que empezaba a hacer crack era la sociedad argentina, dividida por las ideas- y terminó el año pasado, cuando el autor de esas entrañables historias de exiliados, artistas fuera de época, científicos chiflados y poetas incomprendidos del siglo XX decidió que ya estaba bien, que ocho años de contarnos la vida de los otros semana a semana era suficiente y que era tiempo de iniciar una nueva etapa y dosificar la escritura.

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