“Bitácora de Viaje” es una serie de artículos que cuentan en primera persona las crónicas de navegación del proyecto CAOBA – RUMBO SUR que une Buenos Aires y Ushuaia. Se trata de un proyecto que articula navegación, ecología, socialización y educación, en una experiencia integral a vela.

Relato de la primera zarpada a los fines de recorrer la zona del canal de Beagle.

Sigfrido Nielsen @sigfridonielsen @caobarumbosur

09/01/2021

El 6 de enero llega a Ushuaia la nueva tripulación: Rubén, Claudia, Mariana y Lorena, que se sumarán a Vladimir, Aníbal y a mí.

Alquilaron un departamento en el cual se quedan un par de días, durante los cuales recorren un poco la ciudad y sus atractivos, y aprovisionan el Caoba para la próxima singladura. Además realizamos las últimas tareas de mantenimiento tales como cambiar el tipo de aceite del malacate por uno más viscoso, cambiar la bomba de agua dulce y reparar a nuevo la bomba de agua del motor que ya había comenzado nuevamente a perder agua. Todo gracias a Mariana que pudo traer desde Buenos Aires los repuestos que hacía tiempo tenía comprados.


Cierro trato con Daniel, marinero del Club Naútico AFASYN, quien nos presta un excelente gomón francés de Hypalon de 4 metros de eslora y piso de aluminio para 750 kg., a cambio de mi gomón despegado (y seminuevo). Con este gomón –que entra justo sobre cubierta entre la trinquetilla y el mástil- podremos desembarcar en nuestros recorridos a realizar. Lo traemos y colocamos en cubierta.


Así las cosas, salimos de Ushuaia el viernes 8 de enero a las 17:30 hs.
Diego, el presidente del Club AFASYN, nos había aconsejado ir a Caleta Vito Dumas en la Isla Redonda, frente al parque Nacional Bahía Lapataia en el extremo oeste de Tierra del Fuego, muy cercano al limite con Chile. Me prestó cartas náuticas del Canal de Beagle y con sus indicaciones luego de unas 2 horas y media de navegación, sorteando algunos islotes y navegando hacia el Oeste, llegamos sin el menor inconveniente.


La gran ventaja de los días largos de estas latitudes es que nos permite arribar con luz, algo fundamental, así podemos esquivar bajos fondos, cachiyuyos y elegir convenientemente el lugar de fondeo. Descubrí por primera vez las inconsistencias de la cartografía Navionics, con gruesos errores del orden de 1 ó 2 cables corrido en distancia, otra razón para navegar de día y no confiar en la navegación electrónica.


Llegados a la Caleta, tiramos el fondeo de proa hacia el NE y por la popa tiramos 2 cabos por ambas aletas a tierra usando unos cabos que ya existían.
El lugar se ve abandonado desde hace unos años, un semirrígido flota amarrado con cabos a tierra, otro catamarán está en la playa, ambos con sus motores, que lucen impecables, los tubos de PVC semidesinflados.

Lorena cocina una riquísima empanada gallega (tarta de pescado) y nos vamos a dormir.

La noche fue relativamente tranquila, pero de vez en cuando se escucha un ulular y un “williwaw” desciende y alcanza el Caoba, escorándolo levemente. Durante toda la noche y especialmente a la madrugada vienen cada tanto, duran entre 10 segundos y un minuto y luego calma nuevamente. Nada parece grave, el barco está fuertemente amarrado y tenemos casi toda la cadena en el agua, nos sentimos muy seguros.

A la mañana siguiente desembarcamos. La casilla postal está cerrada al igual que todo el lugar. Tengo una sensación extraña, bellísimo lugar, invadido con yuyos altos, la bandera argentina de pie, pero todo cerrado con llave. A través de las ventanas se ven mesas, banderines, vasos, garrafas de gas, tanques de nafta para los gomones, parrillas, tanques de agua, algunos en funcionamiento con el agua de lluvia, el muelle algo necesitado de mantenimiento. Todo el conjunto da una sensación rara, parece que los habitantes se hubieran ido súbitamente como para volver al día siguiente pero luego de varios años no retornaron nunca; no hay signos de vandalismo. Comienzo a comprender la sensación, es similar a lo que transmiten las películas de ciencia ficción cuando el mundo se detiene y los humanos se retiran o desaparecen y pasan varios años, todo parece funcional pero envejecido, un abandono súbito sin tiempo de preparación ni planes. El lugar está a nuestra completa disposición. El día con una temperatura de más de 20 grados, sol a pleno, sin nubes invita a recorrer los senderos de la isla; entre bosques, pastizales y lugares de roca viva, la naturaleza invita y accedemos a la tentación.


Rubén, fotógrafo de profesión despliega su dron, un Navi Pro2, y graba video en 4K, altísima resolución. Me lo presta un ratito y me explica detalles necesarios para aprender a manejar el mío. Toma fotos y videos espectaculares (Rubén también había filmado con el dron nuestra partida de Puerto Madero hace unos 45 días atrás, un maravilloso recuerdo).


En unos 15 minutos pasamos al otro lado de la isla, encontramos el mástil Crucero General Belgrano con sus placas conmemorativas de diversos años: 2008, 2010 2012. La bandera argentina se ve vieja y está hecha jirones a causa de los fuertes vientos. Intento colocar otra de repuesto, pero también está hecha jirones. Me siento algo frustrado; el abandono de la bandera parece ser un símbolo de los tiempos de nuestra querida patria.


Más tarde aparecen visitantes que provienen del destacamento de la PNA identificador L5A que se halla a la vuelta, sobre el Canal Beagle. Luego voy hasta allí en persona, siguiendo los senderos, y me encuentro con Juan, a cargo del lugar, y varios suboficiales que saludan amablemente. Se hallan abocados a terminar de cocinar un riquísimo asado al aire libre ya que tienen visitas que llegaron a la mañana en un guardacostas y que partirán por la tarde.


Prosigo el recorrido y retorno a la caleta. Mariana, Claudia, Vladi, Lorena y Rubén deciden hacer una picada y traen del barco las provisiones: queso, cerveza, sándwiches. Compartimos el sentimiento de sentirnos unos privilegiados.


De regreso en el Caoba, Vladimir es finalmente convencido de recibir la inyección de calmante. A estas alturas Vladi ya estaba bautizado como el hombre de la pierna ortopédica (tanto por la gente del club como por nosotros). Así las cosas, Claudia resulta ser la enfermera designada para la aplicación que realiza profesionalmente pero el paciente, un duro croata de los mares que se banca todo, monta una escena muy divertida que es registrada con las cámaras.


A última hora de la tarde salimos nuevamente de excursión. Esta vez con Rubén vamos en busca de la parte más alta de la isla. Para ello la cruzamos y dando una vuelta llegamos al mirador a más de 100 metros sobre el nivel del mar. Las vistas de la Bahía Sarategui, Bahía Lapataia, Canal de Beagle, y, del lado chileno, Isla Navarino, Canal Murray e Isla Hoste son únicas. Rubén aprovecha para sacar unas excelentes fotos.
El viento aumenta y ha rotado al sur según el pronóstico

Más información sobre el proyecto en www.caobarumbosur.com.ar

EL ROMPEHIELOS
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